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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

1
Dic
2010

Aleluya de la calle

4 comentarios

Muchos filósofos han reflexionado sobre la vida como obra de arte. Creo haber puesto más ejemplos en alguna ocasión de que esto no consiste, seguramente, en disfrazarse de sabe Dios qué o en hacer cosas raras por los mundos de Dios. El arte casi siempre (hasta hace bien poco) era un elemento de identificación comunitaria, de cohesión, de belleza y que, por lo mismo, cambiaba la cara de los artistas y de los auditorios. Cuando el artista y el auditorio se identifican, la cosa se acerca a lo sublime. Tal es el caso de este Aleluya de Haendel cantado en medio de una “plaza” de estas americanas en las que la gente se sienta a comer hamburguesas y otras ambrosías. John Dewey detestaba la concepción museística del arte, esa idea de que el domingo nos toca ir a ver belleza al museo del mismo modo que el lunes no toca ir a ponernos rulos a la peluquería. Para convertir la vida en obra de arte o para reconciliar arte y vida no hay que convertir los váteres en arte ni otras patochadas semejantes. Basta con ponerse a cantar a Haendel a la hora de la comida. Todos considerarán que les felicitan las Pascuas y su vida será un poquito mejor.

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Anónimo
1 de diciembre de 2010 a las 10:44

No hace falta irse a América. En Pamplona se hizo lo mismo para celebrar el día de la opera en un céntrico bar: http://www.youtube.com/watch?v=NLjuGPBusxs

Sixto
1 de diciembre de 2010 a las 12:45

Por supuesto. A su disposición

entós susurrante
1 de diciembre de 2010 a las 13:26

¡Qué hermoso ejemplo representativo de lo que supone que en lo cotidiano emerja ante nosotros inesperadamente lo bello!, eso cuya “aísthesis”, cuya percepción, nos conmueve “comunitariamente” y nos permite reconocernos en la unidad con el otro, porque, además, en el caso de esta audición colectiva, este sentimiento se produce en el mismo lugar y momento, lo cual fortalece esa identificación. No estoy más que parafraseando lo que tú dices, pero es un modo de expresar mi acuerdo y hacerme eco de ello, ya que el mensaje es muy, muy importante: en esta experiencia artística al hombre se le induce, con permiso de Haendel, a sentir la unidad en el éxtasis de la percepción de lo bello (en mayor o menor grado, siempre es así, si de verdad hay ese momento “aisthético” y, además, como no soy de filosofía de la estética, me amparo en la libertad de emitir opiniones que nadie me va a pedir que fundamente, y que, como es lógico, nadie va a tener en cuenta), es una forma de ayudarnos a permanecer “alerta” en lo cotidiano y sorprendernos en cualquier momento, viendo que surge ante nosotros la belleza inesperada (que llevará consigo la sensación de unión con el otro)... No es ninguna ingenuidad, salvo que creamos que esto puede ocurrir sin ninguna preparación por nuestra parte. No somos “terrenos vírgenes”, nuestra mente está llena de ideas preconcebidas sobre cómo son las cosas (¡ay!, que con esta afirmación rozo el peligroso terreno de las “Novedades Eloína”) y primero tenemos que hacer una constante y cuidadosa acción de limpieza: en el caso mencionado, el “ímpetu artístico” de Haendel rompe los muros grises y los cristales opacos que nos impiden ver lo bello en lo cotidiano, pero sin ese “empujón estético” nuestra percepción apenas va a tener agudeza para ello. Quizás el (re)conocimiento de que no somos solo materia, y el alimentar nuestra alma como corresponde (hay exquisitos “libros de cocina” que pueden consultarse, impecablemente transmitidos desde antiguo) nos ayuden en este crecimiento y,además, nos generarán anticuerpos suficientes para no aceptar váteres ni cualquier inmundicia como estimulantes de una verdadera experiencia estética. Pero, estemos tranquilos, ¡Haendel nos sigue conmoviendo a todos!

lola
1 de diciembre de 2010 a las 14:39

Pues si lo importante es tener detalles con los demas, que se sientan inportantes, aunque sea poca cosa. cada uno hace lo que buenamente puede. pero pasar del otro, eso nunca, jesus no lo hacia...y el a mi me lo hiciste, es la pregunta del examen final..

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