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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

4
Mar
2013

La confianza cotidiana

3 comentarios

¿Qué hace? Sobre todo que nos pasen desapercibidas cosas que para otros podrían resultar sorprendentes. Acabo de darme cuenta de que estamos en marzo… Bueno, en realidad de eso ya me di cuenta hace unos días, creo, pero he ido a quitar la hoja de febrero del calendario de la universidad y me ha “sobresaltado” ver que la imagen que la preside es el Santo Domingo sedente y lector de fray Angélico, quizá la imagen más popular del santo. Y precisamente porque en cualquier convento (y casi en cualquier celda) de frailes y monjas está este Santo Domingo, ni me había dado cuenta de que ha estado un mes entero presidiendo mi mesa, en el calendario de la universidad. Se debe a que se conmemoran 800 años de la fundación de la universidad de Palencia, a la que acudió Santo Domingo, pero para mí sólo era Santo Domingo, no Palencia lo que reflejaba el calendario. Y así, lo que a otros les podría, quizá, haber chocado, la imagen que quizá algún profesor de la universidad haya visto por primera vez en su vida (y supongo que con deleite, tal es su belleza), a mí me ha resultado lo más familiar, cotidiano y corriente y sólo hoy me he dado cuenta de que estaba ahí por otra razón que la cotidianidad.
En realidad hoy iba a escribir sobre la confianza, después de haber visto este espléndido vídeo que me han hecho llegar, en el que casi lo de menos es la habilidad, preparación física o sofisticación de las piruetas. El 99% de la cosa es la confianza al 100%. No cabe margen de error en la confianza. O te fías o no sale… Al final me parece que al hablar del Santo Domingo que ha estado presente en la ausencia (o a la inversa), he escrito precisamente de lo mismo de lo que trata el vídeo. En esta época de la sospecha institucionalizada, la confianza cotiza a la baja, pero sin ella no se hace nada que merezca la pena.
 

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El agua que el rio lleva
4 de marzo de 2013 a las 16:16

Hay que confiar en aquel que es digno de nuestra confianza, si unimos la confianza a la esperanza, está bien, y si la unimos a la fe y la caridad, acabamos hablando de las virtudes teologales. ¿son necesarias para nuestra sociedad e instituciones actuales?

aspirante
4 de marzo de 2013 a las 19:28

Es cierto. La confianza cotiza a la baja y la sospecha hacia toda institución, a la alta. El problema es que eso es dramático: es imposible hacer sociedad con esos mimbres. Y a menos sociedad, más pobreza y menos futuro...

JM Valderas
5 de marzo de 2013 a las 13:21

Sixto caro, la chica fía su suerte en los brazos del compañero, que la arroja y la recoge. Por supuesto está la red, pero eso es lo último en que piensa si quiere que la piriueta tenga ese punto de riesgo mortal que le da emoción a la gesta. Una confianza ciega, literalmente como se ve en el ejercicio final. Fiarse de otros es, a la postre, un acto de humildad. La fe, la pistis, entraña el reconocimiento de nuestras limitaciones.

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