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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

19
May
2015

La fe de San Pablo

1 comentarios

Un escritor que publica sus crónicas semanales desde Nueva York, en las que nos revela muchas y jugosas verdades a los de provincias que no somos tan afortunados de vivir en la capital del mundo (¿qué tendrá el aposentarse en las capitales para que la sabiduría de uno ascienda un piso ipso facto?), escribe en el cultural sabatino, no recuerdo de qué fecha, sobre los que no quieren ver, al hilo del cambio climático y todo ese asunto tan peliagudo. Y así, como de pasada, cita a San Pablo y aquella idea de que vemos con los ojos de la fe, a modo de una ilustración, avant la lettre, de los que ven que se derriten los icebergs, se les secan las cosechas, se desbordan los ríos, etc., y siguen sin ver lo que “realmente hay”. Paupérrima concepción de la fe, claro, que nos viene de ciertos polvos históricos según los cuales la fe/creencia no es más que una actitud epistémica equivalente a la de quien se pone unas anteojeras burrescas o caballunas y sigue, sigue, sigue aunque haya un precipicio…, que será lo que “realmente hay”.
En ciertos campos se permiten las simplificaciones, las afirmaciones gratuitas, las boutades (como dicen las personas elegantes y reconoce la RAE, pero a mí no me sale, aunque lo haya escrito) y en otros ni se toleran. Me sorprende ese maltrato y esa simplificación de una idea que no nació de las reflexiones de los materialistas modernos ni de los positivistas contemporáneos. La fe de San Pablo tiene poco que ver con creer lo que no vio, a pesar de aquellos catecismos de antaño. Si fuese así, la fe de San Pablo no sería diferente de la del historiador que reconstruye una época a partir de indicios o de la mía, que en este momento creo que Saturno anda orbitando por ahí. ¿No será otra cosa? ¿Realmente la fe es lo que nos impide ver lo que está “realmente” ahí? En Cur Deus Homo, San Anselmo, que no pecaba precisamente de anteojeras, ni era un tipo irracional, ni un teólogo dialéctico que desconfiase de las neuronas…, acudía a aquello tan simbólico (y probablemente por eso tan lejano a nuestro parecer actual) y tan repetido antes y después de él, de que la luz no es lo que se ve, sino lo que hace que veamos. A lo mejor la fe tiene más que ver con la luz que con la oscuridad. Pensaba.
 

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una religiosa
29 de junio de 2015 a las 17:59

Me gusta mucho cuando tu dices que:
A lo mejor la fe tiene más que ver con la luz que con la oscuridad.
Sí pero nadie se libra de pasar por la noche oscura de la fe. ¿será que tanta luz ciega?

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