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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

12
Ago
2011

Listos y tontos

4 comentarios

Antes de que caigan las lágrimas de San Lorenzo, el cielo se ha vuelto gris y el bochornazo preludia una tormenta mientras en la red, a cuenta de la visita del Papa, se cuenta de todo, todito. Alguien el otro día, no recuerdo en qué periódico o foro, decía algo así como que “la ciencia” (sic, esto sí es literal) ha demostrado que los ateos son más inteligentes que los creyentes. Vuelve por otra, si quieres. “La ciencia” es oráculo de Delfos (o de Matrix) que es como una señora vieja que vive en el segundo izquierda, rodeada de gatos, y que habla de vez en cuando. No sé a qué se refería el “comentador”, si a la neurología, al cálculo, a la teoría de cuerdas, a la química orgánica o al encaje de bolillos, aunque sospecho (en su favor) que habría leído algún estudio de estos que establecen correlaciones entre cosas y, normalmente, no pasan de ahí. De hecho, por estudios que no quede. Desde Comte en adelante se ha asociado pensamiento religioso con pensamiento “primitivo”. Aunque este término está cada vez más en desuso, los antropólogos  no han abandonado, en general, la creencia de que la religión es básicamente irracional, por anticientífica, idea que han abonado las corrientes marxistas, psicoanalíticas, etc. (que, independientemente de la verdad que proporcionen tienen los mismos méritos para llamarse “ciencia” que Grecia para mantenerse en el Euro, según dicen). La idea es que una persona culta, que viva en un mundo en el que la ciencia tiene la última palabra, no puede ser religiosa, salvo dolo, engaño o incapacidad transitoria (por lo que habría, seguramente, que prohibirle conducir, me imagino).
Frente a esta afirmación, los datos empíricos (en sentido tan lato como se quiera) van en otra dirección (cf. L. Iannaccone, R. Stark and R. Finke, “Rationality and the ‘religious mind’”, Economic Inquiry XXXVI (1998) 373-389) : si bien los científicos y los profesores norteamericanos son menos religiosos que la población en general, la proporción es semejante a la que se asocia con otros rasgos demográficos, como el sexo o la raza (y no se suele hacer un gran caso de que los semitas sean más o menos religiosos que los caucásicos o los etíopes). Pero lo curioso ?y quizá el dato realmente significativo? es que los profesionales de las ciencias “duras” son más religiosos por término medio que los profesionales de las humanidades o las ciencias sociales (sobre todo psicólogos y antropólogos, es decir, los que están más en relación con la tesis de la “mente primitiva”), cuyas disciplinas se apoyan mucho más en datos no comprobables empíricamente (en cierto modo en “competición” con las afirmaciones religiosas).
En realidad, a mí me convence más la autoridad de los sabios. Preguntado por la compatibilidad entre la teoría de la evolución y la creencia religiosa, Stephen Jay Gould respondió: “o bien la mitad de mis colegas son enormemente estúpidos, o la ciencia del darwinismo es totalmente compatible con las creencias religiosas convencionales, e igualmente compatible con el ateísmo, lo que prueba que los dos grandes reinos de la factualidad de la naturaleza y de la fuente de la moralidad humana no se solapan”. O Thomas Nagel: “quiero que el ateísmo sea verdadero y me inquieta el hecho de que algunas de las personas más inteligentes y bien informadas que conozco sean creyentes religiosos”. Como se ve, listos, tontos y de media talla hay en todas partes… y no es la creencia religiosa lo que nos distingue (como sucede en muchos otros ámbitos de la vida).
Oh, qué largo me ha salido esto. No se volverá a repetir.
 

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Andrés
13 de agosto de 2011 a las 01:03

Largo pero muy acertado. ¡Gracias!

del panal y la rica miel
13 de agosto de 2011 a las 02:12

Que la crisis aprieta, y hay que comer:todos quieren parte en el pastel vender libros,dar conferencias, cursillos.Si se consigue polarizar el deseo se consigue que las personas consuman más para satisfacer el deseo -que es de Absoluto-dicen algunos ( creyentes tontos y listos): consumo de ciencia, religion,moda, informática. Gira il mondo gira....y Somalia muere de hambre. Los estómagos satisfechos pueden seguir con la serpiente de verano, y goces neuronales varios.

Joaquín
13 de agosto de 2011 a las 16:27

Es que hay que hacerse 'primitivos' (i.e. 'como niños') para descubrir la verdad. Los antropólogos materialistas no se comprometen con la mente primitiva (emic), sino que la observan desde fuera (etic). El físico tal vez esté más cerca de lo fundamental y lo misterioso (las partículas y los elementos) y tal vez por eso sea más propenso a la religión, como Albert Einstein.

Post muy largo, muy denso, muy interesante.

JM Valderas
16 de agosto de 2011 a las 11:20

Sixto carísimo: Como bien sabes, los que se ocupan de las relaciones entre ciencia y fe repiten que el antagonismo supuesto sigue en el imaginario colectivo apuntalado por los medios de comunicación, que no se han enterado todavía de qué la copla y siguen repitiendo tópicos sin fundamento. En el siglo XX se realizaron, bien lo conoces, tres grandes encuestas sobre qué piensan los científicos, las dos primeras (1914 y 1933) emprendidas por James H. Leuba, sociólogo del Bryn Mawr College, en las que se advertía un descenso de la fe en el ámbito científico (parejo, por otro lado, al descenso en la sociedad en su conjunto. La tercera la realizaron Edward J. Larson y Larry Witham, que confirmó esa caída, acorde a su vez, con la tendencia de la sociedad. Pero más valor conceptual encierra la encuesta llevada a cabo entre biólogos evolutivos porque se les obligaba a razonar su respuesta y a acotar en qué sentido su pensamiento científico entraba en contradiccíón con la fe. Es el llamado 2003 Cornell Evolution Project. Vale la pena leerla. Una de las cuestiones planteadas allí es la tesis del doble magisterio de Stephen Jay Gould, socarrón con quienes, siendo evolucionistas de primer rango (entre ellos el creador de la nueva síntesis o paradigma de la biología evolutiva fundada en la genética, Dobzhansky), cuánta estupidez debía haber en su testa a tenor de los que contraponían la biología a la fe personal.

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