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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

7
Nov
2008

Los puercoespines

3 comentarios

Al final de Parerga y Paralipómena, Schopenhauer nos cuenta la historia de unos puercoespines que trataban de estrechase y acurrucarse para darse calor en pleno invierno, pero cuanto más se acercaban, más se herían, lo que les llevaba a separarse y a pasar frío, para así volver a juntarse, separarse, etc… Es una suerte de parábola sobre nosotros mismos, los seres humanos, que nos buscamos para darnos calor, pero en el mismo hecho de acercarnos, nos hacemos daño. Por mucho que los medios lo hayan cacareado estos días, el presidente electo de los EE.UU tiene muy pocas posibilidades de herirme. Pero aquel con el que convivo, quizá con la mejor de sus intenciones, puede ser causa de dolor, precisamente porque está cerca, porque me afecta y me dejo afectar. Schopenhauer, como buen misántropo que era, incidía en este aspecto del dolor necesario de toda relación, pero olvidaba subrayar que necesitamos recogernos del frío, aun a costa de los pinchazos. La sabiduría popular ha reconocido esta ambivalencia de las relaciones humanas, difícil equilibrio de calor y frío, de pinchazos de púas y de peticiones de perdón. Así pues, la historia personal de cada uno está constituida, fundamentalmente, por este conjunto de relaciones proximales, que nos van puliendo y configurando.

Hace unas horas que se murió Miguel Iribertegui, OP. Parece mentira, pero así es. Fue profesor mío (y de mucho otros, claro), de dibujo y de música. Me consta que trató de sacar de mis inexistentes capacidades bocetos, perspectivas, plantas, alzados y perfiles… Y todos le recordamos armonizando melodías, esculpiendo… como un artista. A veces uno piensa que el prescindir de cualquier lazo sería el camino perfecto hacia la felicidad, en la medida en que todo lazo puede romperse, y siempre queda una postilla tras el golpe. Los otros, los que nos acompañan, son como los puercoespines, que cuando están cerca nos pueden herir…, pero cuando se alejan sentimos, de nuevo, el frío. La marcha de Miguel nos deja un mundo un poco más frío. Dios lo habrá acogido y aliviado ya.

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entos susurrante
7 de noviembre de 2008 a las 22:00

La herida que nos causa nuestro prójimo-puercoespín sólo tiene el sentido de "azuzarnos" para continuar buscando lo que es realmente el Amor, y esa búsqueda no se hace "utilizando y desechando" a los demás como objetos, es un recorrido interior. Las personas nos conformamos demasiado con lo aprendido y lo percibido sensorial e intelectualmente y se nos olvida escucharnos en lo profundo. El Amor verdadero NUNCA hiere. Si nos sentimos afectados, es porque nos quedamos en un plano superficial de la relación con los demás, depositamos en ellos nuestra felicidad y los hacemos responsables de ella, cuando lo que debemos hacer es COMPARTIRLA con ellos. La marcha de fr. Miguel Iribertegui no deja un mundo más frío, porque quienes generaron "lazos" con él, como tú, Sixto, transmiten el calor de aquella relación a quienes, como es mi caso, no lo hemos conocido...El Amor Verdadero siempre sobrevive, no lo revistamos de dolor, busquemos la Esencia que nos configura y demos gracias, porque, como tú bien sabes, está más allá del tiempo.¡Aprendamos a Vivir de verdad! Y la mejor prueba es que cada vez tendremos menos espinas y más coraza amorosa que nos protege...¿Lo sabrá ya Schopenhauer? Un saludo Amoroso.

jlpalacios
7 de noviembre de 2008 a las 22:29

Me quedo de piedra! Me quedo frío! El comienzo del texto no sabía que tendría final tan triste. Yo tb fui alumno suyo, siempre tan locuaz, un artista en clase. Mi conocimiento de arte, y sobre todo el interés se lo debo a Miguel, "Maikel" como todos le llamábamos. Siempre recordaré su frase de clase "El Arte nace del constreñimiento.. y muere de las libertades". Y siempre recordaré en Caleruega su charla sobre Los Beatos, un tema que siempre me ha rondado por la cabeza y del que siempre he tratado de relacionar con el cine "El Septimo SEllo", los viajes "Potes", y muchas y muchas cosas más. Y esos posos, esos saberes, esos dulces.. siempre se los deberé a Miguel Iribertegui. Y qué decir a la maqueta del colegio Virgen del Camino, que tan bien nos dirigió. Una verdadera pena, la verdad.

Como bien dices, la marcha de Miguel nos deja un mundo más frío. Espero que todo le vaya bien allá donde esté ahora. Un gran abrazo.

Makarios
8 de noviembre de 2008 a las 13:22

Lamentamos la perdida de Fray Miguel Iribertegui; nos alegramos de que ya este disfrutando de su Pascua personal en la casa del Padre.
Un abrazo a toda la Orden Dominica que pierde un hermano. Un sentido pésame al mundo del arte que ha perdido un importante creador.

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