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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

7
Nov
2007

Sonrisas matinales

6 comentarios
Entre mis múltiples actividades, una de las más fructíferas y más placenteras para mí es enviar bobadas y chuminadas a mis amigos por internet. Sé que para algunos esta eximia actividad es una pérdida de tiempo, tanto del que lo manda (yo) como del que lo recibe (muchos). Bueno, para mí no lo es, porque parto de una concepción platónica: bonum est difussivum sui, es decir, el bien tiende a difundirse por sí mismo, aunque a veces tengamos que darle un empujoncito. La mayoría de las cosas que me llegan y reenvío son muy divertidas, y creo que la mayoría de los que las reciben pueden, con ellas, empezar el día o la tarde con una sonrisa en los labios, lo cual es una de las mejores acciones que se pueden hacer por otros, como ya decía Clint Eastwood en Harry el Sucio, apuntando al malo malísimo con su Mágnum 44: “Alégrame el día”. Pues yo, sin revólver, quizá le alegro la jornada a alguno. Pero lo que es seguro es que me lo alegro a mí, pues el envío de estas cosas, pensando en el solaz y contento que producirá en ciertas personas, ya me lo produce a mí de antemano (y me lo ha producido en el examen “documental”, porque sólo reenvío lo que me ha hecho gracia o me ha provocado algún que otro momento de reflexión). Kant decía que la música, que no le gustaba demasiado, era como la colonia: se expande sin pedir permiso a nadie, y aturde al que pasa por su vera. Este envío masivo que hago no es así, pues el receptor es libre –y me consta que algunos lo hacen– de mandarlo todo a la papelera (por falta de tiempo, me dicen). Creo que es una de las mejores cosas de internet. Claro que uso la red para conectarme con bibliotecas de sabe Dios dónde y descargarme artículos de no sé cuántas revistas, charlar con amigos, comprar billetes o consultar horarios. Pero esa broma graciosa que ilumina el día de alguien (el mío el primero) y que puede hacer esbozar una sonrisa luminosa a alguien no tiene precio. Así que aprovecho para agradecer a los anónimos que fabrican todas estas tonterías y que me las envían (estos no son anónimos). Pocas veces con tan poco se consiguió tanto.
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aprendiz de tomista
7 de noviembre de 2007 a las 21:17

Me encanta esta apología de la chorrada, porque yo también hago lo mismo.

lnternauta
8 de noviembre de 2007 a las 01:00

internet como reflejo del tiempo que vivimos. Se pasa en un plís plas, en un click de ratón de la profundidad del ser-no ser, al usar y tirar de la insulsa banalidad.Porque hacer unas risas, no es ninguna banalidad. La Trascendencia no nos pide "ir de trascendentes". Saber reirse de uno mismo , tomar distancia, ver lo relativo de casi todo. Aceptar que somos limitados. Ver lo sublime en la transitorio.Como entrar y salir de una web,a otra, contraseña, password, antivirus, cortafuegos, delete, vaciar papelera. Apagar. Silencio. Como la vida misma.

duban
10 de noviembre de 2007 a las 09:08

en la Radio pública,la mañana se despereza con "afectos matinales", antes de echar a andar el día. Superficialidad y banalidad, tambien en la radio. Debe ser, que hoy en día,todo espacio en internet, radio, cómo no en TV debe tener ese "acento ligero, in-sustancial. Por aquello quizá de la "insoportable levedad del ser". Más insoportable de llebar, al parecer en este tiempo. Porque no interesa la sustancia, sino el envoltorio. La ética dejó paso a la estética. La estética de lo "kitch", de lo "cool". La banalidad tapa-agujeros.

duban
10 de noviembre de 2007 a las 09:10

llevar, en lugar de llebar. Disculpen

adela
10 de noviembre de 2007 a las 09:18

Quizá debieramos recordar aquello que afirmaba Wittgenstein de que "lo bonito no es bello".
"bonito, todo me parece bonito" repitía macahaconamente un estribillo del grupo musical Jarabe de Palo. Ahora se afirma que todo su éxito fue una pura operación de marketing. Listas de ventas,best-sellers en libros. El arte, tambien en el mercado. Ahora se compra-vende por internet.
Bonito todo me parece bonito. Pero...¿Bello?

show must go on
12 de noviembre de 2007 a las 06:54

La banalidad tambien tiene un precio.
¿ Cuanto pagarían ustedes por un pelo de Elvis Presley? En una subasta se han pagado 1250 euros por ese único pelo del señor Presley. Pero tambien se subasta - y pagan por ello- el molde dental de Angelina Jolie, y prendas de vestir y demás del último rokero de moda. O una firma en disco de la Caballé y Fredy Mercury. Todo tiene su precio.
¿ Las nuevas reliquias de los iconos de esta sociedad post-posh?
El precio de la banalidad resulta muy caro, cuando el futuro de una sociedad, sus valores se enmarcan junto a un pelo de Elvis ( qepd). Hay que hacerselo mirar y pronto

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