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Blog Bitácora Véritas

Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

27
Oct
2008

Subtilitas

2 comentarios

Los antiguos hermeneutas hablaban de la subtilitas applicandi.  No se trata de una cosa esotérica que sólo puedan hacer unos iniciados. Si bien en nuestros días la cosa se ha ampliado considerablemente, se trataba, al menos antes, de lo que tenía que hacer un predicador, a saber, aplicar la comprensión del texto que se acababa de proclamar a la situación actual de los fieles oyentes. Es, también, lo que le compete a un traductor: hacer hablar a un texto extraño en la propia lengua. No tiene sentido traducir literalmente “don’t pull my leg” por “no me tires de la pierna”, ya que lo que significa es “no me tomes el pelo”. Aquí se ve claro, ¿verdad? No me tires de la pierna… ¿Qué no te qué? El mismo proceso, creo, es el de la homilía. Y perdón por volver a dar la barrila con este tema, pero es que los fieles lo sufrimos en muchas ocasiones. Una cosa son los principios con los que entra el predicador, y otra es la situación específica con la que se encuentra. Sin duda, debe mirar al pueblo fiel, mas no es necesario que conozca con todo detalle qué piensa, por qué sufre o qué le alegra en ese momento, pues forma parte él mismo de la comunidad de predicación: aunque suene algo arcano, él mismo predica y se predica, porque es sujeto y objeto de la predicación. Con esta cosa subida de tono, sólo quiero dar a entender que el predicador es juez y parte, por eso no sale del círculo de interés de la predicación. Ahora bien, cuando se queda en el papel de juez, suele soltar unos rollos que meten miedo, precisamente por sabidos, archisabidos e imposibles de aplicar. Para eso, claro, hace falta sutileza, que no es un andar evanescente pegado a las paredes, sino la prudencia (sabiduría) suficiente para aplicar el mensaje evangélico al aquí y ahora de la vida. Los tratados teológicos tienen su sitio, en la universidad, y allí se demostrarán verdaderos o falsos, por el juicio de la prueba dialéctica o similar. Pero pasados tal cual al púlpito, curiosamente, dejan de ser verdaderos o falsos. Suelen ser un rollo, porque falta la subtilitas applicandi. Me lo voy a aplicar ahora mismo, valga la redundancia.

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marcelino
28 de octubre de 2008 a las 09:36

tiene razon. Solo te repiten lo que han leido, y dura mogollon. A mis hijos cada vez les cuesta mas ir a Misa. Una vez de vacaciones asistimos a una Misa en la que un sacerdote mayor hizo homilias aplicadas a la vida, y divertidas, mi hijo de 20 años, que ya no va a Misa, me dijo si este sacerdote estuviese donde vivimos iria. Es como un profesor te hace gustar u odiar una asignatura.

entos susurrante
28 de octubre de 2008 a las 20:27

¿Quién mejor para hablar de la subtlitas applicandi (y hacer la acertada crítica) que el "poietés" de este blog, preclaro hijo de Santo Domingo?. Me parece muy pertinente traer a colación una frase que creo que leí en otro de los comentarios, hace ya tiempo.Allí se citaba lo que decía un dominico (no recuerdo el nombre, no sé si era "moderno" o clásico, tendría que revisar todas las publicaciones de este blog...)sobre lo que caracterizaba precisamente a los de la O.P.,expresado con una metáfora muy aristotélica: (entiéndase "el dominico") tensa el arco en su lectura y arroja la flecha en la predicación. Aparentemente eso lo hacen todos los "oficiantes", pero hay que saber dar en el blanco (el del aquí y ahora), y eso sólo es posible cuando se deja que el texto penetre hasta lo profundo, en este caso, del predicador (por supuesto, "juez y parte"). Saludos.

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