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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

31
Oct
2007

Duerme con un(a) cura

22 comentarios

Hoy tuve la suerte de encontrarme con un matrimonio formado por un laico dominico y una sacerdotisa, ministra (no sé cómo se dice exactamente) de la Iglesia episcopaliana. Casados desde hace años, con sus hijos y su vida. Ella dice las misas en su parroquia y él, pues no se, hará lo que hacen los laicos dominicos. Ecumenismo puesto en práctica, ¿no es así? ¿Alguien se imagina algo semejante en España? Bien es cierto que no tenemos el trasfondo religioso de los gringos, pero creo que aún pasarán muchos años antes no sólo de que veamos algo así, sino de que nos parezca normal y hasta lógico. Ella procede de una larga tradición episcopaliana y él tiene sus raíces en el catolicismo. Algunos frailes dominicos asistieron a su ordenación sacerdotal. Vistas así las cosas, da que pensar, ¿no es cierto? Hay muy pocas razones de peso, por no decir ninguna, que impida la ordenación femenina en la Iglesia católica, si prestamos oído a los signos de los tiempos y recordamos los importantes roles que desempeñaron las mujeres en instituciones primitivas como los diáconos o diaconisas (que en el nombre parece que se juegan muchas cosas y no seré yo el que lidie en un corrida en la que no tengo ni idea), las viudas, etc. Es una cuestión disciplinar. Que se lo pregunten a mi amol Sudabée, experta gringa-dominicana en estas cosas. La cercanía entre los episcopalismos (anglicanos) y los católicos es grande, y sólo nos separan cuestiones que no son sustanciales, sino prácticas. Si queremos ser ecuménicos de verdad, hay que seguir pensando, pero sin procrastinar demasiado la cosa, que nos van a salir patas de gallo y luego quedamos mal en la foto.

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Doxo
31 de octubre de 2007 a las 16:23

Al fin y al cabo, hombre y mujer, ambos hijos de Dios, ambos con alma... no hay, como dices, una razón, ni de peso ni sin él, por la cual las mujeres no se ordenen sacerdotisas. Pero ya sabes que en cuestión de estructura, la religión es terrena, y esas decisiones no vienen de Dios, sino de los hombres, y nunca mejor dicho, de los hombres. Démosle tiempo al tiempo, que poco a poco se va avanzando. Es dificil que una congregación como la iglesia, tan anclada en la tradición, tenga dificultades para avanzar con el ritmo que avanzan otras asociaciones sin esa fuerte dependencia de valores tradicionales. Sin embargo, sigo pensando que los valores temporales del cristianismo más puro, más separado de toda la contaminación de las jerarquías y de las políticas, es atemporal.
Las ideas del cristianismo, el amor, el perdón, la igualdad, la paz, etc., son todas ellas adaptables a cualquier momento histórico. Todo lo demás, es agregado cultural e interés político.
Un saludo.

mulier
31 de octubre de 2007 a las 19:06

Se agradece tu comentario, Sixto. Porque en su momento, la Iglesia perdió a los obreros, y poco a poco está perdiendo a las mujeres. Mujeres con conciencia y felices de serlo, formadas, universitarias, femeninas y con un sentido inclusivo- incluyendo a los varones- en su caminar hacia Dios, que saben que las estructuras históricas son susceptibles de renovación. A la Iglesia se le está pasando el arroz en el tema de la ordenación de la mujer. Y en este sentido salimos perdiendo mujeres y varones. Y somos menos felices. Dentro de dos o tres generaciones las parejas interreligiosas, en las que la mujer es la ordenada, y el varón no tiene complejo de inferioridad por estar al lado de una sacerdote en España será habitual. Y se reirán de esta época de transición invernal. Lo celebraremos en la parusía.

sacerdote consorte
1 de noviembre de 2007 a las 12:06

Don Sixto ¡ y yo que le tenía por un "joven teocon", va y se descuelga con un post en el más puro estilo de su hermano Don Timoteo. Pues, mire, gana usted mucho, ya que otea lo que está por venir, pero que ya llega, no le quepa la menor duda. Porque la humanidad siempre avanza, a pesar de los muchos socavones históricos del camino. Felicidades al consorte dominicano de la sacerdote, por ser avanzadilla profética.

Y Don Sixto, esperamos anuncie en su blog la primera boda de un dominicano laico con una mujer sacerdote española, sea de la confesión que sea. ¡ Y la lista de boda, para el consiguiente regalito! ¿ Venga, una de alegría dominicana en este frío otoño eclesial !

CVergara
1 de noviembre de 2007 a las 20:42

Acabo de llegar de mi pueblo. Allí pude abrazar a mis familiares, saludar a mis amigos y conocidos, visitar el cementerio donde están ennichados mis padres y antepasados colaterales, celebrar con todos una Eucaristía festiva, si no fuera que el sacerdote salió vestido de morado y así el ambiente, a pesar el precioso día de sol, se cayó bastante. No sabemos celebrar fiestas y no soy capaz de imaginarme al Sr. Rouco subido a una higuera para poder ver a Jesús, como escucharemos en el evangelio del próximo domingo. Si no quieren ver a Jesús cómo van a entender que Dios creó a hombre y mujer y que el sexo es humano y quizá hasta divino, porque también fue creado al mismo tiempo que la mujer y el hombre. Hagamos más oración de los fieles para que purifiquen su fe.
Perdón si me he pasado

Infelice
2 de noviembre de 2007 a las 14:04

Si me permiten, contaré una anécdota que le pasó a un amigo de un amigo. resulta que el susodicho tiene un padre que fue (es) sacerdote y que pidió la secularización. Como sacerdote era bastante conservador. Cuando su hijo tenía edad de ir con amigas y ante el riesgo en aquellos años noventa del sida, pidió a su hijo que hablaran seriamente, como siempre habían hecho. Después de leerle la cartilla moral sobre sexualidad, le regaló una caja de condones, por si no le hacía caso al rollo moral. Moraleja: cuando te duele de cerca juzgas de otra manera. Lo primero es la persona amada y el resto viene después.
Si los sacerdotes tuvieran hijos, si hubiera mujeres en el sacerdocio ministerial, si los laicos pudieran servir como dirigentes, si..., en fin, otro gallo nos cataría.

capa
3 de noviembre de 2007 a las 01:00

Seguro que el "marido dominico" le apunta en las homilías.Un abrazo a ese matrimonio y otro para ti

dominicano
3 de noviembre de 2007 a las 11:58

Los hay de "capa caída", ¿o de "caspa añosa? ¿ De verdad alguien cree que una sacerdote, o sacerdotisa,con su licenciatura, sus estudios, su formación, su madurez necesita que su maridito, por muy dominicano que sea le sople la homilía?.En todo caso necesita de su amor, y que cuide de los niños mientras ella atiende los oficios religiosos y pronuncia la magnífica homilía que ha preparado robando horas al sueño. Como casi todos los/las sacerdotes.
Los hay que no se enteran, que siguen sin enterarse... especies en extinción...con fecha de caducidad

ynes
4 de noviembre de 2007 a las 03:10

No soy sacerdotisa, ni diaconisa simplemente amante de la verdad y orgullosa de ser mujer, le recuerdo a capa que las mujeres tenemos materia gris para preparar no una, sino muchas homilías.

berto
4 de noviembre de 2007 a las 09:00

de capas, capirotes, capi-sayos, capas con y sin cola,de aquellos que hacen de su capa un sayo....estamos hasta la santa coguya. Compartamos la búsqueda de la Verdad, lo único que nos hará libres. A hombres, a mujeres, casados, solteros, religiosos, sacerdotes y sacerdotisas. La Verdad no necesita de capas, que anda desnuda por los caminos.

JM Valderas
4 de noviembre de 2007 a las 11:00

Querido Sixto No reduciría yo con tu soltura el hiato teológico que separa la confesión episcopalina de la Iglesia Católica a una mera discrepancia disciplinar. No se trata, evidentemente, de capacidades. Existe hoy una poderosa corriente en la historia de la ciencia que atribuye el advenimiento de la ciencia moderna a un grupo de mujeres que estaban siempre entre bambalinas, desde Cristina de Suecia hasta Emilie de Chatelet, auténtica promotora del newtonianismo en el continente y su intérprete. Como decía Bathsua Makin, en 1673, defensora de la igualdad de educación entre niños y niñas: "De haber creído Dios que las mujeres no era más que una suerte de ganado elegante, no nos hubiera hecho racionales". Aunque eminentemente cuestión canónica, no está ayuno de fundamento neotestamentario (patrístico e histórico) el acceso reservado del varón al sacramento del orden, como bien sabes. El sacramento no es un derecho, sino un don.

berto
4 de noviembre de 2007 a las 14:47

Error: coguya. Correcto: cogulla. Disculpen.

amalia
4 de noviembre de 2007 a las 15:15

Alguno aun piensa que en la Iglesia las mujeres son una suerte de"ganado elegante" o "floreros", "mano de obra barata ( limpiasacristías, plancha-casullas..). No solo "eminentemente", sino "únicamente" la cuestion de la ordenación de las mujeres es una cuestión canónica. ¿ Dónde aparece en el NT que las mujeres no puedan ser sacerdotes? Y no vale que Jesús eligiera solo varones, blancos, por cierto. Hoy hay ordenados negros y amarillos. Y refiriendonos a cuestiones canónicas, San Pedro estaba casado y tenía suegra. Eso por la cuestión del celibato. Jesucristo representa a toda la humanidad, en sus dos géneros: " creados a su imagen y semejanza". ¡ Que pereza, que cansino tener que escuchar y leer comentarios gerontológicos al respecto! La esperanza apunta a los tiempos nuevos, que incluye a las mujeres católicas accediendo a la ordenación sacerdotal, aparecen ya por el horizonte.. Y con el tiempo estas sacerdotisas católicas podrán casarse con episcopalianos, sin que a ninguno de los dos se le desdibuje su identidad creyente. Hacia allí nuestra mirada

JM Valderas
4 de noviembre de 2007 a las 17:23

Con tu permiso Sixto. Dejo de lado toda alusión personal que en nada ayudan a esclarecer las ideas. Aunque, ironía de las cosas, lleva uno, bien lo sabes, trabajando treinta años bajo el lema "nosotros hacemos que el mañana suceda", en el campo de la ciencia y de la técnica, pare recibir lecciones de futuro... Bueno siempre se puede aprender. El asunto del sacedocio de la mujer es sumamente serio para no dejar al menos bien plantedas las ideas. El ejemplo de Cristo en la instauración del sacramento en la Última Cena y las palabras de Pablo sobre la mujer y la asamblea resultan tajantes. Con ellas, yo centraria la cuestión en la carta a los Hebreos, dode se expone la doctrina del sacerdocio según el orden de Melquisedec. A quienes estamos en determinados tajos, se nos impone no distraernos con los ruidos. Nos dolemos por la falta de vocaciones, de la que nos sentimos también culpables. Buscamos en la doctrina bíblica y patrística las posibilidades por descubrir de los ministerios compartidos por el sacerdocio común del bautismo, mas por encima de todo no olvidamos que compete al teólogo ser fiel a la doctrina de Cristo que está obligado a exponer. Suaviter in modo, fortiter in re. Hablar de discriminación de la mujer, como si se tratara de derechos (de unos u otros), carece de fundamento. A mí no me distrae que me hablen de planchar casullas ni de tiempos modernos. Sobre todo, si a propósito de éstos no me traen en la mano los métodos y las técnicas de la ciencia pertinente.

Un angelito
4 de noviembre de 2007 a las 20:19

¿Dónde está el censo de los asistentes a la Última Cena? ¿De dónde sale que no asistieron mujeres? Por no hacer más preguntas, cuya respuesta serie desmantela cualquier carácter "legalista" en aquel bendito evento.
Y ciertamente, los varones que asistieron eran judíos y circuncidados.
¿Y la cantidad de mujeres diáconos y presbíteros que hubo en los primeros siglos del Cristianismo? Está documentada una epíscopa incluso. ¿Eran todas herejes?

JM Valderas
4 de noviembre de 2007 a las 21:43

Perdón Sixto, seré breve en esta mi última intervención al respecto del sacerdocio femenino y las habituales objeciones: la Cena. Por ceñirme a san Juan, desde el capítulo 13: todos los actos relevantes del Convite pascual, desde el Memorial, la compartición de la comida hasta el lavatorio, se desarrolla entre el Maestro y el grupo restringido de los Doce. Se aduce que en esa celebración de la "fase" judía había otras personas, mujeres incluidas. Bien ¿y qué? Sigamos. San Pablo se muestra claro en su concepción de la función de la mujer en las asambleas. La epístola a los hebreos teje una teología del sacerdocio, espejo de quienes reciben ese sacramento: un sacerdocio que ve prefijado el autor en el sacerdocio veterotestamentario de Melquisedec. Sobre las famosas diaconisas, presbíteras y la supuesta epíscopa: hay que aportar datos para saber en qué fuente se inspira el objetor y analizar con él el sentido filológico-histórico del término y el contexto. Por último, un error común: contraponer el derecho o lo "legal" al evangelio. ¿Habrá que explicar el fundamento teológico del derecho canónico?

andres
4 de noviembre de 2007 a las 22:25

En pleno siglo XXI ¿cabe utilizar la misoginia paulina como argumento de razón en un debate sobre el sacerdocio femenino? ¡ Hay que tener cuajo inmovilista!
E pur si muove! La vida sigue,a pesar de inmovilismos, que torres más altas han caido y sería deseable dejar que las nuevas generaciones resuelvan sus cuestiones, incluidas las eclesiales. Con soluciones creativas, acordes a los tiempos que vivimos. No con legalismos, que traen al pairo, y secan la vida y el espíritu. Hay un momento en la vida que mejor dedicarse a escribir las memorias o contar cuentos a los nietos

Infelice
4 de noviembre de 2007 a las 23:11

Bueno, bueno, este post está muy animado. Por terciar. Hay que llevar mucho cuidado cuando se interpreta el NT. Lo primero que hay que hacer es preguntarse quién lo escribió, por qué y para quiénes. De lo contrario caemos en la descontextaulización, ya sabéis "sacar un texto de contexto es un pretexto". Lo digo por Andrés, que alegremente atribuye misoginia a Pablo, y por Valderas, que lee la última cena descontextualizada de todas las comidas de Jesús. Decididemente, no hay ningún motivo bíblico-teológico para negar el sacerdocio a la mujer. Pero la cuestión seria no es que las mujeres sean sacerdotes, para serlo como los hombres no nos hacen falta. La cuestión seria es modificar el sacerdocio tal como está hoy en día, que en poco se asemeja a la labor de Jesús. Cuando pedimos por las vocaciones ¿no será que le ponemos demasiadas condiciones a Dios?: que sea varón, célibe, abnegado, sumiso. Lo nuestro es pedir vocaciones y que Dios mande lo que le venga en gana. Quizá, como el del chiste, sí las manda, pero no las vemos, porque no se parecen a lo que queremos.

aprendiz de tomista
4 de noviembre de 2007 a las 23:27

Me parece muy instructiva esta discusión, pero tengo entendido que el magisterio ya ha declarado cerrada la cuestión, en un sentido negativo (no al sacerdocio de la mujer).

paco
5 de noviembre de 2007 a las 00:14

Vaya, como se nota cuando hay un post que toca un tema candente! Si nos referimos a textos y contextos,Jesús no fue sacerdote. Fue un laico predicador y sanador itinerante. Y tampoco la estructura de la Iglesia se asemeja al movimiento de Jesús, formado por hombres y mujeres.Jesús rompió esquemas:en el modo de trato a las mujeres- más igualitario que lo normal en su época Lo eterno es Dios, su Palabra. Su interpretación hay que adecuarla a la época en que vivimos. Las fijaciones suelen ser la puerta de fundamentalismos. Y la historia ya giró hacia un nuevo paradigma. ¡ A ver si nos ponemos todos las pilas !

El angelito
5 de noviembre de 2007 a las 10:10

Pedro y Pablo fueron judíos, y murieron siendo judíos. No soñaron con ser sacerdotes: eso correspondía a los descendientes de Aarón. (Heb 7, 2: Melquisedec significa primeramente "Rey de justicia", y también "Rey de Salem", esto es, "Rey de paz".
3 Nada se sabe de su padre ni de su madre ni de sus antepasados; ni tampoco del principio y fin de su vida. Y así, a semejanza del Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre".
¿Eso ha pasado al Derecho Canónico (que no es más que un código de leyes dictado por el único legislador)? ¿Cómo se llamaban durante los 4 primeros siglos los Romanos Pontífices? ¿Lo fue Pedro?
¿Con Cristo sólo están los tíos "selectos"?

Julia
5 de noviembre de 2007 a las 13:59

Afortunadamente el Magisterio no ha cerrado totalmente el tema, si bien es cierto que Juan Pablo II hizo todo lo que pudo para dejarlo lo más atado posible.
La verdad es que, que los sucesores de un Jesus que predico la igualdad, el amor fraterno y la no discrimación mantengan dentro de la Iglesia unas normas claramente discriminatorias habla bastante de cuanto de humano y lejano del mensaje no excluyente e integrador de Jesus esta ocasiones nuestra querida Iglesia.
Y que nadie me pregunte ¿Es qué tu quieres ser sacerdote? Porque yo no siento que mi vocación sea esa, pero quiero puedan optar a ella la mujeres que sientan que lo es, y no por ser mujeres, sino por ser personas, o es que hay alguna diferencia entre los hombres y las mujeres? No hemos sido todos creados a imagen y semejanza de Dios, o es que unos más que otros?

Doxo
5 de noviembre de 2007 a las 16:36

Yo creo que el debate se está desviando por derroteros que no están muy bien calculados.
En primer lugar: no podemos asociar el debate a los pensamientos o intenciones de Jesús de Nazaret, porque tenemos solo datos de sus hechos, no de sus pensamientos, luego solo hipotetizamos.
En segundo lugar: no podemos circunscribir el debate al texto bíblico porque tiene más de mil años, y los tiempos cambian. Lo que estaríamos haciendo es aplicar categorías del presente al pasado, y eso es un problema.
En tercer lugar: no podemos hablar de un debate religioso, sino de un debate jerárquico, de una congregación. No es Dios el que decide o deja de decidir si las mujeres pueden optar al sacerdocio. Hay confesiones religiosas donde hay sacerdotisas, o reverendas, otras donde solo hay sacerdotes, e incluso otras donde la figura del entendido en Dios no es la de un sacerdote (como en el Islam), sino la de un sabio en el tema, y siguen siendo religiones que creen en el mismo Dios. La cuestión es humana, no divina.
Dado todo esto, es de esperar que sean los humanos, que siempre han decidido en temas de la jerarquía y organización de sus iglesias, quienes decidan en este debate. Luego saquemos a Dios del debate, que no se merece el marrón que intentamos agenciarle. Si San Pablo dijo digo, véte tú a saber si no aparece un San x futuro que diga diego. Tan sólo hace falta que la iglesia escuche a la gente. Y sí, ese "tan sólo" está cargado de ironía.

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