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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

24
Dic
2008

Feliz Haendel

1 comentarios

Además de ser una obra de una belleza sin parangón, “El Mesías” de Haendel es un tratado de teología bíblica de primera magnitud. Como bien es sabido, se trata de una sucesión de textos del AT y del NT en los que se describe la historia, la anagogía (quo tendas), la alegoría (quid credas) de la maravilla que es el relato cristiano. Además de los evangelistas y de San Pablo, por ahí se dejan ver Job, Isaías, Malaquías y buena parte del elenco de lo que constituye nuestra tradición. Porque, como es bien sabido, y aunque a Marción le costase un poco aceptar la cosa, el NT sólo hace, como bien dijo San Agustín, patente lo que estaba latente en el AT. Si a toda esta historia de esperanzas cumplidas y por cumplir (aquello del ya, pero todavía no tan caro a los escatólogos) se le pone una música que nos planta ante los morros (o dicho en términos más elegantes, convierte en apodíctico) aquello que reflexionaron los medievales de que verum et pulchrum convertuntur,  pues miel sobre hojuelas. No cabe duda de que la Navidad es la celebración del hecho más importante de la historia. Llegaremos a Marte y al agujero negro ese que está en el centro de nuestra galaxia (seguramente para dejar por allá unas cuantas botellas de plástico y algo más de porquería), viviremos 500 años sin arrugarnos como uvas pasas, y podremos ir a pasar el verano a una luna masificada por el turismo… Seguramente, pero si Dios se ha hecho hombre (y eso es quid credamus), lo demás es una nota a pie de página de la historia. Feliz navidad.

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jlpalacios
29 de diciembre de 2008 a las 02:19

No cabe duda, que si eso ha sido así, estamos ante el hecho más importante de la historia. Aunque si Dios se hizo hombre ¿qué es lo hay dentro de mí y de tí? Supongo que cosas de la ubicuidad. De todas formas ¿y si Dios se metió dentro de Haendel a la hora de componer esa música? ¿O tal vez se hizo latente en San Agustín cuando dijo eso de la patente?...Quizá aunque vivamos 500 años, nos pasemos 499 reflexionando sobre esas cosas y sólo en el último lo entendamos. Quién sabe.

Feliz navidad Sixto!

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