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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

5
Feb
2017

La fe del mormón

4 comentarios
mormón

Esta mañana leía luna entrevista en uno de tantos dominicales al actor de moda, al que puede que se lleve el Óscar (o no) por su papel en “La La Land”. Como el buen hombre es de origen mormón, el entrevistador le preguntaba si creía en Dios, y el actor le contesta: “Creo en las imágenes tomadas por el telescopio espacial Hubble”. Uno podría pensar que se encuentra ante un materialista, o ante un panteísta o ante alguien que simplemente se maravilla de la naturaleza, pero, obviamente, eso no tiene que ver con creer en Dios. Pero si uno ha tenido la suerte y el tino de visitar alguna de las sedes mormonas, notará que están decoradas, entre otras cosas, precisamente con las fotos enviadas por el Hubble, porque para ellos, esa maravilla de orden es un testimonio impecable y definitivo de la existencia de Dios. Luego vendrán los filósofos a discutirlo y nos pondrán la cabeza con un bombo respecto a si el orden es real, si es subjetivo u objetivo, si se extiende a todo el universo, si en realidad el orden es desorden… Pero ese no es el tema. El tema es que, si no me equivoco, Ryan Gosling ha hecho una magnífica confesión de fe mormona por medio de un enunciado que a alguno le habrá despistado.

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Vicente Jara, OP
5 de febrero de 2017 a las 21:28

Estimado fray Sixto.
Creo que no conoces a los mormones, y es normal, aunque vengas de EE.UU. de dar una muy potente lección magistral.
Como dominico dedicado al confuso tema de sectas, a los que que he dedicado multitud de artículos, casi 20 programas en Radio María de España, y de los que estoy acabando de escribir
un libro, que saldrá en unas semanas, te comento a ti y a todos los lectores, algo del significado del "fondo estrellado":
Los mormones usan terminología cristiana sin serlo, de ahí la gran confusión que generan. El tema del Hubble y las galaxias no es como tú lo has interpretado.
Para los mormones Jesucristo es uno de los muchos hijos de uno de los dioses que existen (ya que son politeistas). Sí, frótense los ojos. Jesucristo es la criatura que ese Dios Padre Celeste, casado con una Madre Celeste, eligió para guiar a los habitantes del planeta Tierra para salvarse, salvación que para ellos consiste en exaltarse hasta divinizarse y poder ser dioses en otros planetas de las galaxias.
Bien, es suficiente para que te hagas una idea del tema del telescopio Hubble y el significado que hay detrás, ajeno al ámbito de la teodicea, la ciencia, la teología, la razón y la fe.

NOTA: Corrige la errata de la cuarta palabra.

Reginaldo de Piperno
6 de febrero de 2017 a las 22:03

Gracias por la información, hermano Vicente. Empiezo a pensar que lo de "La ciudad de las estrellas" del subtítulo de la película es publicidad mormona subliminal.

Hormias
8 de febrero de 2017 a las 15:19

Interesante no tenia ni idea del politeísmo de los mormones gracias

José Antonio Martínez Climent
11 de agosto de 2017 a las 09:54

Admito que no terminé la diplomatura en cosmología de la Universidad de Berkeley que comencé hace cinco años porque la matemática asociada me superaba. No obstante, durante los dos primeros cursos el impedimento mayor no fue la aridez numérica de la que necesariamente hace uso la astronomía, sino el incesante empeño de los profesores en hacer méritos materialistas ante un alumnado decididamente crédulo. A fuerza de repetir chascarrillos de poca o nula gracia y pésimo gusto, de incesantes guiños a lugares comunes del siglo, pretendían ganar entre el alumnado el crédito que la mera descripción de las maravillas del cosmos no les proporcionaba. Pobres necios, cree uno, dedicados en cuerpo, alma y subvención al estudio de la pura creación de la materia e incapaces de verla y contarla como la supina maravilla que és, por misteriosa, descomunal, impecable de equilibrio, y susceptible a nuestro cutre entendimiento.

Un día, sin embargo, comenzaron las clases del Dr. Alex Filippenko. Y sus primeras palabras, que repitió en tantas ocasiones como los alumnos requirieron, fueron para decir que no estábamos allí (aunque fuera de manera insustancial, virtual) para discutir la ultima ratio del cosmos sino para aprender a describirlo. Que la cuestión de la agencia última la dejaría él fuera del temario, a diferencia de sus pelmazos cocátedros, porque era asunto de cada cual y cada cual estaba allí no para censurar al otro por el tipo de mano que viera justo antes del Big Bang, si la de Dios o la de la Nada Determinista. Y que quien no viera en todo ello cosa de gran maravilla y pasmo haría mejor en cambiar de disciplina, porque sin asombro ante la belleza el estudio es polvo acumulado.

Filippenko fue un gran alivio a la imposición estilística que saturó el resto del curso, hasta que mis escasas entendederas cosmológicas dijeron "basta". Luego he sabido que incluso él ha caído en alguna que otra veleidad antropocentrista, pero ya era tarde: sé también de otros cuatro alumnos que le agradecimos que un hombre versado en tensores de inercia y en ondas gravitacionales viera en ellos la belleza que otros convertían en sumisión ideológica. Y, gracias a ¿Dios?, lo ocurrido justo antes del Big Bang continua oscurecido, para martirio de Stephen Hopkin.

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