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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

22
Oct
2010

Lo viejo y lo antiguo

4 comentarios

Todos los días, en la emisora de radio con la que me despierto, ponen un horrible anuncio de una joyería. Es horrendo por repetitivo, chillón y no sé cuántas cosas más. Pero no me voy a centrar en el modo ni la forma (aunque precisamente, el que sea tan espantoso hace que quede clavado en la memoria), sino en un breve truco lingüístico que me llama la atención. En este anuncio se nos dice que, si uno quiere, puede comprar joyas “antiguas” o cambiar sus joyas “viejas” por otras nuevas. No sé cuál es el límite temporal que divide lo antiguo y lo viejo, pero sí es claro que lo antiguo parece, en el mundo del ornato y de los bienes conspicuos, más valioso que lo viejo. El lenguaje, claro, no es neutral, y eso lo saben bien los vendedores, publicistas y mercaderes. También lo sabían los que, en el mundo antiguo, se pegaban por precisar el lenguaje para decir lo que, teológicamente, querían decir. Sabían, seguramente, que, como decía el Aquinate, detrás de las palabras está la cosa, por eso trataban de ser precisos en el uso. Hoy pensamos que detrás del lenguaje sólo hay más lenguaje y así ad infinitum. ¿Será realmente así? A veces, cuando escucho algunas homilías, me parece que, por una parte, se ha perdido la idea de que las palabras son importantes, y, por otra, que efectivamente tiene que haber algo que dé sustento más allá de las palabras, porque el lenguaje se nos ha quedado viejo, pero no ha llegado a ser antiguo. Y, sin embargo, lo que narra es algo siempre nuevo. ¿No lo notamos?

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lola
24 de octubre de 2010 a las 12:37

Los que nos quedamos viejos somos nosotros , algo nos pasa cuando no nos suena a nuevo, y nos deja quietos sin hacer nada. Las palabras a veces estan vacias, pero la Palabra las llena seguro, el truco es ese , dejarse llenar de la Palabra. Y eso se ha de notar en nuestra vida. Que digan de nosotros: veis como se aman

javier oregonés
25 de octubre de 2010 a las 10:45

Contradicciones: cristianos culturales o del Reino; legalistas o del Espíritu; el kerigma o el dogma; contradicciones tan humanas, tan grupales.

lola
25 de octubre de 2010 a las 18:18

No hay ninguna contradiccion, Jesus mismo dice no he venido a abolir la Ley, todo es compatible.

JM Valderas
25 de octubre de 2010 a las 19:14

Sixto caro, los coleccionistas saben distinguir muy bien entre antiguo y viejo. Piensa en los aficionados a la filatelia. Pero la distinción se hace especialmente valiosa en el mundo del pensamiento, plasmado en el lenguaje, en los libros. Quienes tenemos ese pecado oculto (a los ojos de la esposa en lo posible) de la bibliofilia, la pulsión erótica nos lleva a rebuscar entre los ropavejeros. Es decir, a buscar lo antiguo entre lo viejo. ¿Qué sabe nadie de lo que es descubrir unas Sentencias de Pedro Lombardo en edición impresa del ecuador del XVI y agregarle los Comentarios de Capreolo, más los intérpretes recopilados en el mismo tomo por Aquasparta, en los ochenta de ese mismo año? El papel del XVI es mucho mejor que el actual y la lectura más nítida. Es la margarita del evangelio. Da luego el salto y abre el Nature neuroscience deoctubre. O el Science de la primera semana de julio donde aparece el artículo sobre la creación artificial de una célula. El pensamiento y su lenguaje es el que acrisola lo antiguo, se despoja de la viejo y se abre a lo nuevo sin embobarse. Un abrazo

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