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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

21
Oct
2015

Pesadilla por indigestión de garbanzos

2 comentarios

Entre las cosas que nos trae la cotidianidad, hay una que, a mi modo de ver, destaca sobremanera. Es la traída y llevada asignatura de religión y demás cosas que la rodean (“pavor en torno”, como dice el salmo). Que si la quito, que si la pongo. Parece que el personal se sirve del quito-pongo, como de la yenka, para definirse a sí mismo. Ya no es, me parece: soy esto y por tanto quito la religión (o la pongo), sino quito la religión (o la pongo), luego soy aquello. A modo de ver se trata de un problema profundo, que hay que meditar con mucho tino, más allá de las cuestiones constitucionales (que son fundamentales) o de derecho internacional (que también tienen su aquel).

Los filósofos estarán en desacuerdo con que las ponga en pie de igualdad. Los de primera clase del Titanic también pensaban que la cosa no iba con ellos. Pero a estos efectos lo están. Dentro de unos años, nuestros jóvenes no sabrán quién fue Aristóteles, ni qué pintó Platón (quizá si piensan que garabateó una caverna, ya no será poco), como ya les sueña a chino la mayor parte del magma nutricio de nuestra cultura, es decir, qué le pasó a Job o quién ese tipo que aparece con un dedo a punto de meterlo en el costado de un personaje que le muestra una herida desagradable. En las clases de filosofía he de hacer referencias básicas de cultura religiosa sin las cuales no se entiende (insisto, no se entiende) a, pongamos por ejemplo, Descartes (que ya no es medieval) o Nietzsche (que no es religioso). Saber quién es Abraham no es marginal para entender a Kierkegaard, no es algo que venga desde fuera. Y sin saber qué le picaba “abrahámicamente” a Kierkegaard no hay lugar no solo para Bergman, que se verá como un creador de un espectáculo para pasar la tarde (cosa a la que en buena parte se ha reducido el mundo del arte), sino tampoco para Woody Allen o Beckett, por no hablar de que las preguntas que los seres humanos nos hacemos como primeras (las preguntas serias, gordas, grandes), bueno, en fin, son cosas que no pasan de ser, citando al gran Ibáñez (el de Mortadelo y Filemón) una “pesadilla por indigestión de garbanzos”.

Pesadilla producida por indigestión de garbanzosAlgunos filósofos se regocijan cuando algunos pensadores decretan el fin de la religión y la teología como pensamiento anejo, y no leen en la línea siguiente que en el mismo saco va la filosofía. Por eso digo que en este barco vamos todos y si uno se salva o bien lo hace sacrificando parte de su esencia (si la filosofía deja de ser lo que es para convertirse en una glosa o nota a pie de página de, por ejemplo, la ciencia, o la teología se convierte, como decía aquel, definitivamente en una rama de la literatura fantástica) o bien no se ha enterado de que en realidad ya murió en la escena anterior y sigue caminando sin darse cuenta de que ya está muerto. No puede ser que una persona culta de nuestra época no sepa quién es Abraham. Crea o no crea. Salvo que se convierta en una rueda de un engranaje. Y ahí, filosofía y religión van de la mano. Y no es cosa de la parroquia...

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Mercedes
21 de octubre de 2015 a las 22:08

El otro día comentaba el cura de mi parroquia ( es director de un Centro concertado ) , que mantuvo una reunión con los jóvenes de su colegio y se quedó espantado de la ignorancia y estulticia que manifestaban sobre la Iglesia católica . Además de lo poco que sabían , vertían verdaderas barbaridades sobre la misma .
Tengo en mi familia , una niña de cinco años , que no sabe lo que es un campanario ... Y sin embargo , es una lumbrera en su clase ...
La tradición judeocristiana , como no interesa , se ignora !!
Dios nos asista !

Angel Plaza Martin
23 de octubre de 2015 a las 20:32

La tradición de la Iglesia Católica en España de imponer su credo, sus usos y costumbres a todos, creyentes y no creyentes, con amplio apoyo de algunos gobiernos como los de la dictadura de Franco (aquel señor bajito que entraba bajo palio en las Iglesias y tenía la prerrogativa para influir en la elección de obispos) solamente ha conseguido que, ahora que disfrutamos de la libertad de un Estado de Derecho, amplias capas de la población huyan despavoridas de todo aquello que tiene que ver con lo católico.
La institución de la Iglesia Católica es con diferencia la peor valorada por los españoles, lo cual ya es todo un record. Todo el esfuerzo “cristianizador” desplegado solamente ha servido para lo contrario que se pretendía, en vez de acercar a las personas a los valores cristianos, promueve el rechazo.
Desde luego que la escuela debe promover un mínimo de cultura general donde se enseñe quien fue Abraham, pero no parece que la escuela sea el lugar para que se enseñe la doctrina de Abraham, su forma de relacionarse con Dios, etc. Más paradójico si cabe teniendo en cuenta que al menos tres grandes religiones interpretan de forma diferente su doctrina. Un judío, un musulmán y un cristiano no se pondrían necesariamente de acuerdo en su visión de Abraham. No digamos un protestante y un católico, condenados a perenne conflicto sacramental.
Vivo en Holanda, la religión no existe en la escuela pública. Sería del todo inimaginable que se organizaran clases por religiones en la escuela. Tendríamos un grupo de católicos, un grupo de protestantes, otro grupo de musulmanes (bastante numeroso), otro grupo de hinduistas, hasta los ateos tendrían que organizarse. No se concibe una escuela donde todos estos apóstoles de sus respectivos credos se paseen. No, esto no ocurre obviamente. Los padres que queremos educar a nuestros hijos en una religión los llevamos a la Iglesia, a la mezquita, o al templo… etc (o a ningún sitio). Y allí si reciben la educación religiosa sin grandes problemas ni conflictos, en perfecta sintonía con sus familias que también acuden a esos templos como parte de su praxis religiosa.
Cuando no se respeta la libertad de los individuos y se trata de forzar las situaciones “por su bien” no se consigue nada. Deberíamos aprender de Jesús de Nazaret y su concepto de libertad, que antes de curar a un ciego, le pregunta: “?qué quieres que te haga?”. Saludos. Angel

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