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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

12
Ene
2017

También él quiere ser religioso

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Esta mañana, tomando café, leí un artículo del mundo que habla del pastafarismo, esa especie de escuela espiritual o ciencia que aspira a convertirse en religión. Y usted me dira: hombre, ni escuela espiritual ni ciencia. Claro que no. Y tampoco religión. El mundo líquido de Bauman parece que nos quiere dejar sin conceptos. Estos se han reducido a una cosa un tanto amorfa y blanda, tanto que cualquiera que pase cerca de ese concepto puede penetrarlo y colonizarlo solo con desearlo. Para que este movimiento “religioso” sea considerado “religión”, el concepto de religión ha de ser abusado de tal modo que permita considerar una religión la reunión voluntarista o voluntariosa de las gentes a las que les gusta llevar playeras rosas. Los del espagueti y los orgullosos caminantes de pies rosados tienen la misma entidad. Para que su fundador, con su cazo en la cabeza, llegue siquiera a pensar que ha fundado una religión, esta tiene que haber sido reducida a un conjunto de creencias (más o menos extravagantes) y a nada más. Pero una religión no es solo eso (y quizá ni siquiera principalmente eso). 

Para caracterizar al cristianismo –supongo-, el hombre este que habla en nombre de los reclamantes dice que “se ve completamente normal adorar a ‘un ser volador que deja embarazada a una mujer sin tocarla’”. Supongo que se referirá al Espíritu Santo. Mira que llevan filósofos y teólogos dando vueltas a esto. Hasta hay gente que ha dedicado su vida a la Pneumatología. No sé para qué. Con esta definición ya tendrían para ir tirando. Un supermán fornicario resume 2000 años de reflexión y de vivencia. Y por si la cosa no fuese ya bastante festivalera, el portavoz continúa: "Es absurdo; en nuestra primera petición copiamos tal cual los estatutos de otra religión que sí había sido aceptada y, aún así, nos denegaron el registro". Lo mismo le pasó, según dicen los medios, a Melania Trump, cuyo discurso fusilado de Hillary Clinton no fue considerado “un gran discurso”. Seguramente, mas allá de su formalidad, no pueda considerarse ni siquiera un discurso real, como una fotocopia del Guernica no suele ser considerada el Guernica más que por el que se la pretende colar al turista incauto.

Ah, pero es que esto da mucha más de sí. Cito del períodico: “’En realidad, la idea es precisamente esa: llegar al punto en que nos digan que nuestra religión es ridícula y responder que las otras no lo son menos’, reconoce Reig, que cree que tienen todas las de ganar en la Audiencia Nacional. ‘Depende de qué juez nos toque, claro, pero en realidad hay poco que argumentar, las creencias de cada persona son incuestionables’”. Mira, si el juez es un poco avispado ya tiene su argumento. Precisamente eso lo que muestra que lo que proponen tiene poco que ver con una religión, que, de modo institucionalizado, tiene mecanismos de cuestionamiento de las creencias. No conozco ninguna religión que diga que las creencias de cada persona son incuestionables. Eso solo pasa en los grandes almacenes, caso de que haya posibilidad de colocarle alguna cosa al cliente. También yo creí ver un "bigfoot" cuando atravesé Leitariegos, en medio de la nieve y la niebla. Supongo que según la sólida argumentación hasta ahora presentada, eso me habilita para reclamar mi estatuto de fundador de una religión. 

Solo uno más. Según se nos dice, en el origen de este “culto” (¿es un culto?) está que “el Consejo de Educación del Estado de Kansas diera luz blanca a que las escuelas pudieran impartir la teoría del diseño inteligente, una forma de creacionismo, junto a la teoría de la evolución. Así que, ni corto ni perezoso, tomó lo que más le gustaba en la vida, los espaguetis y las albóndigas, y lo convirtió en religión”. Pero el diseño inteligente, que el periodista identifica de modo simplicísimo y erróneo con “la idea de que el universo fue creado por un dios”, no es una religión, sino que pretende presentarse como una teoría científica. El conflicto es fundamentalmente una lucha de epistemólogos, no de religión contra ciencia.

Ahora bien, este movimiento “religioso” recuerda algo, un siglo después, al movimiento que originó el urinario de Duchamp en el mundo del arte. Hace ya 100 años de esta obra "contemporánea".  La diferencia está en que Duchamp, que pretendía hacer mofa de ese mismo mundo, lo hacía desde dentro, conociendo bien de lo que hablaba. Y da la impresión de que los del espagueti han caído, en efecto, como un meteorito en un mundo que les es completamente ajeno. Aun así, yo le venía siguiendo la pista, porque estas reclamaciones dan que pensar, en mi opinión, no tanto sobre qué es una religión, sino sobre la idea e imagen que se tiene por ahí de la religión. Usted me dirá: Ah, ¿pero es que hay diferencia? Es la discusión medieval (y por tanto, según el pensamiento Twitter de todo a cien, bárbara, inculta, salvaje y demás cosas) entre el quoad nos y el quoad se. (Dicho sea de paso, ayer leía un artículo de S. Weinberg sobre la mecánica cuántica, donde se discutía exactamente de esto). El Aquinate decía que vaya si hay diferencia entre una cosa y la otra. Y, cómo no, yo le sigo más que al del periódico.

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