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Nov2007Ecoansiedad
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Nov
de Sixto Castro Rodríguez, OP
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Por el blog de mi hermano en religión Martín Gelabert me entero de que un escaso de razón que, porque sabe escribir se cree el no va más (fíjate, creo que a escribir se aprende a los 3 ó 4 años y no se suele olvidar, salvo que a uno le dé un ictus) o quizá porque sabe pintar (anda, si a pintar se aprender con un año y medio, y tampoco se olvida, salvo que a uno le salgan hemorroides gigantes que le impidan sentarse) o porque sabe nadar (¿cuándo aprendí yo? No me acuerdo, qué pena) o porque hace cualquier cosa de las que hace todo el mundo, quizá algo mejor, o quizá en una situación más privilegiada (que en algunos casos no se puede discernir si es a o es b) nos pone a los dominicos a caer de un burro. Como los niños (que saben pintar o escribir o nadar como él) habría que decirle: pues anda que tú. Pero el tal mindundi a mí me importa un rábano, la verdad, bueno, me importa en cuanto ser humano y en cuanto que comparte una esencia (ay, dije esencia) que nos incumbe a todos, y más como cristianos (ay, dije eso). Me importa sólo en cuanto que es síntoma de nuestro tiempo, tiempo que es como cualquier otro, en el que varían los qué, permaneciendo el cómo. Me explico, y para ello voy a usar unos términos de los filósofos analíticos que me vienen pintiparados para lo que quiero: thick (denso) y thin (flacucho, no denso). Hay cosas que en una sociedad y época (llamemos a esto cronotopo) son thick y no admiten crítica por pequeña que sea. Hay otras que en un cronotopo son thin y, por tanto, objetivo sin sanción de cualquier crítica. Hubo una época en que la Iglesia, los dominicos, las patatas fritas, los machos ibéricos y otras cosas eran thick: ay de quien dijese algo: la sociedad, con todo el peso de la ley, caería sobre ellos. Hoy, menos las patatas fritas, todas esas cosas son thin: usted déles, porque toca darles y total, es gratis y hasta aplaudido. Hubo una época en que determinadas cosas eran thin: los judíos, el feminismo, las mallas de baile y el flamenco. Hoy, menos las mallas de bailes, todas esas cosas son thick: ay de ti si las criticas lo más mínimo. La sociedad, con todo el peso de la ley, blablablá. Imagínense que ese pizpireto pazguato hubiese dicho que los judíos, las feministas o los cantaores de flamenco son hijos de mala madre o las paridas que dijo. Le hubiesen cortado la cola, porque el cronotopo (nuestra época y sociedad) no lo permite. Pero no hay que echarse las manos a la cabeza ni gastar adrenalina a lo tonto. Los tiempos cambian y van generando sus espíritus “ilustrados”. A mí, la estupidez de ese tipo, cuyo nombre he olvidado, me ha servido para escribir estas letras, que, a fe mía, no están nada mal, jajaja. Los tiempos cambian, sí (y también lo dice Battiato, aunque sea de cajón).
Vaya cosas que me pide Antonio Praena, en su comentario y en su blog. He estado dándole vueltas y me venía a la mente mi propia imagen reflejada en el espejo con una peluca, es decir, como un tipo de los siglos XVII-XVIII, que además de liberar a uno del cotidiano proceso de peinarse, le protegía frente a los piojos. Se dice que a Gadamer, el filósofo, le preguntaron si había leído no sé qué libro aparecido recientemente, y él respondió: ¿Tengo yo cara de haber leído un libro que tenga menos de mil años? A mí me pasa algo así con la música, que voy casi siempre sobre seguro, y las letras que manejo son pecantem me quotidie, et resurrexit tertia die, I know that my redeemer lives, bereitet der Wege y cosas por el estilo (no significa que me sepa las letras completas, ni mucho menos, ya quisiera yo, pero no me da la cabeza para tanto): Pero voy a mojarme –poco– porque también voy sobre seguro, o al menos así lo creo. Tengo pasión por Franco Battiato, el poeta-filósofo-cantante por el que siento auténtica admiración, y si bien no es la canción que más me gusta, recomiendo una que es eminentemente filosófica: “Y te vengo a buscar, aunque solo para verte o hablar, porque requiero tu presencia para entender mejor mi esencia”.Se podrá proclamar más alto pero no con más claridad esta ética dialógica, esta metafísica levinasiana: requiero tu presencia para entender mejor mi esencia. Más adelante aparecen sus obsesiones neoplatónicas (buscar el uno por encima del bien y del mal). Pura filosofía, y cantada encima, como le gustaba a Kierkegaard. Cualquier canción de Battiato es más que recomendable. Del último grito (de lo que se canta ahora) estoy afónico (no tengo la menor idea), así que lamento no haber sido más iluminador.
Hoy tuve la suerte de encontrarme con un matrimonio formado por un laico dominico y una sacerdotisa, ministra (no sé cómo se dice exactamente) de la Iglesia episcopaliana. Casados desde hace años, con sus hijos y su vida. Ella dice las misas en su parroquia y él, pues no se, hará lo que hacen los laicos dominicos. Ecumenismo puesto en práctica, ¿no es así? ¿Alguien se imagina algo semejante en España? Bien es cierto que no tenemos el trasfondo religioso de los gringos, pero creo que aún pasarán muchos años antes no sólo de que veamos algo así, sino de que nos parezca normal y hasta lógico. Ella procede de una larga tradición episcopaliana y él tiene sus raíces en el catolicismo. Algunos frailes dominicos asistieron a su ordenación sacerdotal. Vistas así las cosas, da que pensar, ¿no es cierto? Hay muy pocas razones de peso, por no decir ninguna, que impida la ordenación femenina en la Iglesia católica, si prestamos oído a los signos de los tiempos y recordamos los importantes roles que desempeñaron las mujeres en instituciones primitivas como los diáconos o diaconisas (que en el nombre parece que se juegan muchas cosas y no seré yo el que lidie en un corrida en la que no tengo ni idea), las viudas, etc. Es una cuestión disciplinar. Que se lo pregunten a mi amol Sudabée, experta gringa-dominicana en estas cosas. La cercanía entre los episcopalismos (anglicanos) y los católicos es grande, y sólo nos separan cuestiones que no son sustanciales, sino prácticas. Si queremos ser ecuménicos de verdad, hay que seguir pensando, pero sin procrastinar demasiado la cosa, que nos van a salir patas de gallo y luego quedamos mal en la foto.