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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
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4
Jul
2007
Teoría del Scalextric
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Hace un par de días, un amigo me recordaba una teoría que lleva defendiendo desde hace mucho tiempo y que considero bastante próxima a la verdad: la teoría del Scalextric. El Scalextric era una pista de coches eléctricos en la que se organizaban carreras de competición y que todos los niños de mi generación ansiábamos como lo mejor a lo que se podía optar, de modo que los Reyes Magos, tarde o temprano y en función de sus posibilidades, acababan sucumbiendo a la petición infantil. Y sin embargo, algunos niños nunca lo tuvieron, fuera por lo que fuese. Pues bien, este amigo mío defiende que quien no tuvo un Scalextric de niño acaba comprándoselo de mayor: si los Reyes no pudieron dárselo, cuando adquiere independencia económica se lo compra. Quizá para las generaciones de hoy sea la Wii, la Play Station o cualquier otra cosa. Pero el Scalextric es más que un juego: es una metáfora de la vida. Hay etapas, hechos, situaciones, devenires y problemas que hay que superar y solventar en un tiempo u otro, pues de no hacerlo acaban reapareciendo, quizá con mayor virulencia. El sarampión hace sufrir más al adulto que al niño. Por eso recuerdo que mi madre, cuando mis hermanas lo pasaron, me puso cerca de ellas para contagiarme o inmunizarme. Los que estamos metidos en este ajo de la vida dominicana vemos que llega mucha gente que no jugó con el Scalextric a su debido tiempo, es decir, que vienen a la Orden pidiendo lo que la Orden no puede darles, precisamente porque es algo que deben adquirir por sí mismos previamente. Por eso, si alguno de mis lectores está pensando en hacerse fraile o monja y no ha jugado con el Scalextric, hágalo y verá cómo su entrada es mucho más fructífera para todos. Que me place (que diría Don Quijote)

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3
Jul
2007
Quaerere Deum
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Hace un par de días estuve en una boda en la que todo eran fiestas, parabienes y danzas. La verdad es que todo estaba saliendo a pedir de boca (parece que hay prescrito un plan de cómo deben salir las cosas): la gente comía, bebía, bailaba, de vez en cuando se aburría (lo cual entra también dentro de lo previsto, no olvidemos que no todos los corsés se adaptan a todos los bustos), vamos, lo habitual. Pero en un momento de la fiesta, una madre perdió a su hijo, un crío de unos 8 ó 9 años. Lo buscaba y no lo encontraba. Lo llamaba y no respondía. La mayoría de los que allí estaban ni se enteraron de la situación, pero unas 7 u 8 personas empezaron la búsqueda, tratando de tranquilizar a la angustiada madre. Al final el crío apareció. Hartito de tanta boda se había hecho una cama con dos sillas y dormía como un corderito. Al encontrarlo, la madre era el vivo reflejo de la acción de gracias. ¡Que Dios te lo pague!, le dijo al que había visto al niño allá, durmiendo plácidamente, ajeno a la mini-revolución que había provocado. Pura parábola de la oveja perdida, del denario encontrado: para los que buscaban, nada en el mundo era más importante que lo que se trataba de hallar, ni los novios, ni la boda, ni todo el oro del mundo. Por eso sólo Dios podía pagar al que encontró al niño. Quizá, como dice el anuncio de la tele, para las demás cosas sirva el dinero y la tarjeta de crédito, pero lo que realmente importa sólo Dios lo paga. Quaerere Deum, decía San Benito de la vida religiosa. Buscar a Dios: en el fondo ese es el objetivo de toda vida, religiosa y no religiosa. Y, ciertamente, acaba apareciendo, aunque sea tras largas angustias.

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26
Jun
2007
Miradas
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Cuando venía esta tarde hacia la facultad escuché a una madre reñir a su hija, cosa bastante normal y habitual. No sé qué habría hecho la criatura ni qué le estaría pasando por la cabeza ala madre. Loque sí me llamó la atención, en el vistazo fugaz que eché mientras pasaba al lado de la pareja, es la mirada que la madre le estaba echando a la cría, que no tendría más de unos 13 ó 14 años. Algo le dijo la madre a la chavala: “no pienso mover el coche”, creo recordar, pero el dicho no tenía la más mínima importancia. Si le hubiese dicho “voy a enlazar la luna y pescarla para ti”, la frase no hubiese tenido un significado melifluo, sino aún amenazante, porla mirada. Meha dado por pensar que, en el fondo, a todas las cosas de la vida se puede aplicar lo que algunos filósofos de la religión llaman la mirada, la actitud o cosas semejantes. Ante una mirada determinada es imposible que aparezca lo religioso, lo divino, lo humano, el bien, la belleza, lo deseable (mirada que puede estar revestida de mitras y capelos, que aquí nadie está libre de culpa, y cuanto más cerca se está del César, mayor debería ser el temor). Si los ojos son las ventanas del alma, hay que usarlos con bastante cuidado, no tanto en el asimilar, cuanto en el fuego que despiden cuando se los usa como arma. ¿No decía el evangelio aquello de que los pecados gordos salen de dentro? Así las miradas.

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24
Jun
2007
La Lituania del XVI
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Esto de estar suscrito a listas de discusión y de información es bastante bueno, porque uno se entera inopinadamente de cosas de lo más curiosas. En una de las convocatorias (CFP o call for papers, que dicen ahora) se piden colaboraciones para conmemorar un hecho relevante, dominicanamente hablando. Parece ser que la historia de la filosofía profesional en Lituania se remonta al año 1507, cuando se fundó en Vilnius la escuela de estudios filosóficos y teológicos, precisamente en el convento dominicano de esa ciudad. De nuestra tradición dominicana los miembros de la familia conocemos algunas cosas, más o menos según nuestra especialidad. Pero lo que desconocemos de nuestros 800 años de historia es, con toda certeza, infinitamente más que lo que conocemos. Próximamente aparecerá en la revista Estudios Filosóficos un artículo de uno de los más eximios expertos en la historia moderna de la Iglesia, donde se afirman, contra los contradictores, cosas que la mayoría creíamos inamovibles e indudables, como la realidad del celebérrimo sermón de Montesinos. Si desde la ciencia histórica se pueden cuestionar cosas que parecen indiscutibles, uno llega a la conclusión de que el día que se abran los libros de la historia, cuando llegue a saberse todo lo que no se sabe, en fin, cuando las pequeñas y grandes historias de los “costaleros de la historia” (usted y yo, que no salimos en las revistas) salgan a la luz, nos vamos a quedar patidifusos, seguramente por la riqueza que encierran. Me encantaría poder asistir por unos instantes a la fundación de ese estudio dominicano en la Lituania del siglo XVI. No puedo ni imaginarlo, pero seguro que fue algo épico, como lo son nuestras gestas cotidianas en favor de la vida buena.

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20
Jun
2007
He tenido un sueño
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Esta noche ha pasado por mis sueños Emilio G. Estébanez, OP. Hace 5 meses exactamente que murió, parece ser, pero yo no lo sabía hasta que comenté mi sueño mientras tomábamos café. Quizá mi inconsciente lo supiese, ¿quién sabe? Yo le decía que le había llegado un correo electrónico (lo cual es cierto) y que había desistido de dárselo, porque se había muerto, pero que ya que estaba allí, quizá le gustase leerlo. Ninguna extrañeza en un sueño que presenta lo imposible. Y precisamente porque los sueños son así se consideraron durante siglos medios de conocimiento de realidades no asequibles a la conciencia inmediata. Y de hecho lo son, ¿no creen? Desde los sueños bíblicos hasta el sueño de Martin Luther King, la historia se ha construido a base de sueños. Y cada vez que sueño suelo reflexionar sobre lo soñado. De momento, nadie sabe a ciencia cierta ni qué son ni para qué sirven los sueños, pero no seré yo –con esa cierta tendencia que tienen muchos teístas a meter a Dios en todas aquellas regiones desconocidas– quien les de una dimensión revelatoria en sentido especial, porque cada vez me convenzo de que la revelación está en todo, también en los sueños, pero considerados como una realidad cotidiana, como cotidiano es el estudio o la conversación amable. Cada una de esas cosas no se agota en sí, sino que se trasciende. Platón, sin duda, sintió que la belleza no se podía agotar en sí misma, sino que tenía que remitir más allá de ella misma. Así sucede con todo lo bueno, lo bello, lo suave, lo afectuoso…, con la materia de los sueños. Esta noche –no tengo la menor duda–, Dios me habló de Emilio, ¿o fue al revés?

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18
Jun
2007
La "excepción" cultural
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Estaba leyendo las noticias así, un tanto desganado, y me encontré por ahí con nuestra flamante ministra de cultura, que anda un tanto maltrecha la mujer queriendo imponer en los cines la cuota de pantalla española. Es como decir: mira, esto es muy malo, vais a perder dinero, a nadie le interesa, la verdad, pero lo tenéis que poner. Para justificar una decisión tan horripilante, que recuerda a los peores momentos del intervencionismo estatal, es decir, al meterse donde nadie le llama, nos dice la bendita mujer que la cuota de pantalla de cine español "existe desde los años 40". Un argumento de autoridad muy, pero que muy traído por los pelos. En los años cuarenta existía la pena de muerte, los señoritos hacendados, dictadores bajo palio, hambre, penuria, exterminio (bueno, eso según diría la ministra, yo hablo de lo que nos cuentan) y no por eso esgrime los años cuarenta como criterio para cometer otra tropelía. Hace pocos días vi la película “El laberinto del fauno”, que es española, bien hecha, bien dirigida, y me encantó. Me preguntaba yo: si los actores son españoles, el dinero es español, está filmada en español, producida en España y con banda sonora de un español, ¿por qué es tan buena y ha sido aclamada por público y crítica? Pues porque lo es, y probablemente porque no están detrás un montón de paniaguados que quieren vivir del cuento. Porque, por las mismas, yo, o cualquier otro de los que nos dedicamos a esto del estudio de cosas raras, podríamos exigir que, independientemente de la calidad, se obligase a que se leyesen nuestros libros o artículos, que también son parte de la cultura español. Y que se nos pagase por ello. ¿O acaso el cine es la excepción cultural? Desde luego que es la excepción, porque suele ser, salvo excepciones, poco atractivo, y no precisamente por la hondura intelectual de sus planteamientos. En síntesis, que o bien redefinimos la cultura (entre la que seguramente se incluyan los vestidos de la ministra. No es que me fije demasiado, pero debe tener un ropero con el que se podría alimentar Burkina-Fasso) y hacemos concesiones a todo lo que la conforma o el cine se aprieta ligeramente los machos y mejora, que según algunos de los filósofos de la historia más importantes sólo gracias a las dificultades emergen las civilizaciones. ¿Será que hablo de esto porque hacienda me ha metido un clavo enorme? Será, por eso no me apetece ver cómo se malgastan mis impuestos.

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16
Jun
2007
La banalidad de los políticos
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Que la política hace extraños compañeros de cama es algo ya sabido desde hace tiempo. Pero que la política haga compañeros aberrantes de cama es algo que no se ve todos los días. La noticia del día, en mi pueblo (que es uno más y por tanto representa a su medida nuestro fantasmagórico espectro político español), PP e IU, es decir, derecha e izquierda radical, se han aliado para quitar la alcaldía al PSOE. Mensaje de los políticos: nos importa el poder, sólo el poder y nada más que el poder. Lo que los ciudadanos hayan votado, nos trae el pairo, hasta el punto de que el grupo menos votado de todo el concejo va a ostentar, si alguien no lo arregla, la alcaldía. No se habla de otra cosa en Cangas, y no es para menos. Bien es cierto que la dirección IU en Asturias ha expulsado a los concejales díscolos, pero el mal ya está hecho. Si hubiese un Shakespeare en nuestros tiempos y pasase por esta villa, escribiría una nueva tragedia, tipo rey Lear o algo así, sobre la naturaleza de los políticos, ávidos, avaros, insaciables. De vez en cuando destaca alguno bueno, pero enseguida los demás le cortan la cabeza y cualquier otro apéndice sobresaliente. Se verá que confío muy poco en nuestra clase política. Pues aún confío menos de lo que traslucen estas letras. A las pruebas me remito. Pacto, esa es la clave. Yo voto esto para que tú votes aquello y así todos (tú y yo, los demás no existen) contentos. No me gusta esta democracia. No sé cómo arreglarla, pero definitivamente, no me gusta la banalidad de lo cotidiano.

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13
Jun
2007
De cómo de poco leer también se nubla la mente
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Fíjate tú que este fin de semana, por razones ajenas a mi voluntad, no había leído el Babelia, el suplemento cultural sabatino de El País. Resulta que, pata mi agradable sorpresa, el tema de la semana son las religiones, con glosas a las obras que copan el mercado y cuyo “tema común” es Dios, la religión, la relación entre ciencia y fe, los fundamentalismos, etc. (ojo a las comillas de “tema común”, que sólo falta, para que estemos todos, lo mal preparados que están buena parte de los miembros del episcopado español). No he leído el libro de Dawkins, al que, sin haberlo ojeado ya me referí en otra ocasión, y eso hay que sanarlo in radice, o sea que no volveré a hablar del mismo hasta que lo lea. Pero sí he leído con fruición de aspirante a Lama tibetano todos los artículos que glosan esa y otras obras en El País. Bueno, bueno, bueno. Voy a cerrar el kiosko de las clases de teodicea, y voy a decir lo que me salga de la reyerta (esto hace referencia a un chiste que contaba Juan Almarza, OP, de modo que supongo que no entenderán el sentido gracioso, pero sí pueden darle un sentido figurado). Da la impresión de que quien juzga los libros no tiene criterio, y si lo tiene, asusta. Por ejemplo, y cito, Joseph Ramoneda habla de que el libro de Dawkins gasta cantidad de energías “en desmontar los clásicos argumentos sobre la existencia de Dios codificados por la teología católica. Pelear contra argumentos que sólo se sostienen bajo el parapeto de la fe…” ¿Qué? Pero si precisamente esos argumentos son los que no exigen fe para nada. Uno puede analizar esos argumentos y creer o no creer, pero antes o después, nunca a causa de esos argumentos. Los clásicos premabula fidei son eso, un discurso que está alrededor de la fe, pero ni la obliga ni la desmonta. Vamos, ya desde el siglo XIII (como se ve, el último berrido intelectual tiene 8 siglos). Por otra parte, buena parte de la reflexión de la filosofía de la religión anglosajona (sí, esa que no vende y que no lee nadie, porque supone pelarse un poco el fondillo y quemar las cejas) versa en torno a qué demonios será eso de la fe. Pero nada, para muchos, que aprendieron en el Astete/Ripalda que fe es creer lo que no vimos, no es necesario pensar más. Tomamos esa definición, que sirvió a nuestras abuelas, y hala, tira para delante, si es posible sin mirar hacia los lados, no vaya a ser que resulte que haya un paisaje lateral y nos despistemos de nuestro camino recto y aburrido (gerade aus, que dicen los alemanes, o sea, todo pa’lante, sin mirar en derredor). Y, citando a Sam Harris, “el futuro del mundo depende de que la religión tenga sus días contados”. Ayayayayayay. ¿Qué querrá decir con esto? Ya seguiré otro día, que este dossier da para hacer una “tesis de errores e malentendidos que pudieren acontecer a quien non legere sino una obra, a lo sumo dos, y quienes consideraren que las cosas son así, fáciles e reductibles a una causa tan contingente que non durará nin resistirá un examen, con la venia de blablabla”.

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12
Jun
2007
Isidro Mediavilla
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En octubre de este año, junto a un porrón de dominicos, de los que me ocuparé en otra ocasión, van a beatificar en Roma a Isidro Mediavilla, tío carnal de un fraile de mi comunidad, Juan Luis Mediavilla. Su único delito, ser un joven fraile agustino cuando unos liberadores iluminados entraron en su convento, allá por el año 36, lo sacaron, le hicieron un juicio sumarísimo y, por el ominoso delito de ser fraile, le descerrajaron cuatro tiros y lo mandaron al otro mundo. Punto pelota. Ahora vienen los análisis, que darán para rellenar archivos y cubos de memoria, pero, en efecto, a Isidro Mediavilla, como a sus compañeros agustinos (que parece ser que celebraban por aquellas fatídicas fechas capítulo provincial, de ahí que pillasen a tantos congregados en El Escorial) les pegaron cuatro tiros per odium fidei, en términos elegantes. El Vaticano los va a beatificar, porque les mataron sólo por ser frailes, no porque cogiesen las armas y se lanzasen a defender no sé qué causa, ni porque justificasen guerras como cruzadas. Aunque lo hubiesen querido o pensado, que todo es posible, no les dieron tiempo. Y ahora, en nuestra época de las correcciones o incorrecciones políticas, nos estamos planteando si hay es pertinente esta beatificación. Y yo me pregunto, pero para mí mismo, por ahí por donde está la cisura de Silvio según se va a la izquierda: ¿por qué debemos movernos teniendo presente, ante todo, ese criterio tan nimio? ¿Acaso no hay criterios que determinen nuestra acción más importantes que la corrección política, que es pura heteronomía? ¿Dónde queda la autonomía kantiana, la autodeterminación? ¿Dónde? En resumen, cada quien piense y obre como Dios le dé a entender, procurando hacer el menor caso posible de las modas que se lleva el viento. Y si hubiese sido mi tío, vamos, en Roma me plantaba con una pancarta más grande que la bandera de Colón, eso sin duda. Que la autonomía de pensamiento la resumen bien en Bolaños de Campos, pueblo de Rufino Callejo, OP: si dicen que dizan, si hacen, que hazan, no fuendo yo...

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9
Jun
2007
Pro bono pacis
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Reza un adagio escolástico que quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur, que, aplicado a lo que quiero decir viene a significar que cada quien entiende lo que quiere en lo que quiere leer. Siento haber provocado iras en alguno de mis lectores que consideran que hablo con la derecha y con los obispos. Ya estamos. Rosa Díez, por ejemplo, es de derechas a este respecto. Y ¿Juana de qué es, de izquierdas? Agradezco haber sabido mostrar cómo pienso (lo cual no es fácil y me aleja de esos vericuetos tan propios de la diplomacia vaticana, que ni dice ni deja de decir, parece ser), y los comentarios que eso suscita, porque me ayudan a mí mismo a comprenderme, de modo que leo con fruición todos los comentarios que se me hacen en el foro, absolutamente todos. Y yo sé que podría pasar escribiendo en mi blog de manera tan anodina que nunca suscitase el más mínimo resquemor, lo cual, al fin y al cabo, querido amigo anónimo, no sirve para nada.
Pro bono pacis, esa es la clave. Si uno rastrea la historia dominicana, se dará cuenta de que hay ejemplos para todo. Pero me viene a la mente Bartolomé de las Casas y los encomenderos. Estoy seguro de que éstos últimos estaban completamente convencidos de que eran fieles al Evangelio, no cabía otra. Y sin embargo Bartolomé, Montesinos y todas aquellas gentes les dijeron en sus morros que así, matando gente, no se iba a ninguna parte, bueno, se iba a muchas, pero difícilmente encajaban con las premisas evangélicas. Yo mismo tengo muy pocas posibilidades, gracias a Dios, de ser objetivo de esos supuestos gudaris de los que hablaba ayer. Podría callarme, porque, en el fondo, a efectos prácticos de mi vida cotidiana, me da igual. Con toda probabilidad les va a tocar a otros. Chantajearán a empresarios vascos, quizá matarán a algún policía y en el peor de los casos me puede tocar un pepinazo si coincide que voy a comprar algo al sitio donde estas mentes preclaras quieren hacer público su conflicto. Pero lo siento, no quiero. No creo que sea cristiano callarse y ver rasgos de heroísmo en quienes chantajean y matan a los que no comulgan con ellos. El cristianismo es una religión de paz y de diálogo. Cierto. Ahora sentémonos a ver qué significan esos términos. Preguntémosles a los filósofos alemanes qué hace falta para dialogar y ya veremos que no basta una palmadita en la espalda. Antes de siquiera empezar a dialogar hay que partir de una igualdad trascendental, cosa complicada, pero que se reduce a “no me apunte usted con la pistola, hombre, que así no se puede hablar”. Estoy dispuesto a dejarme convencer y a cambiar mi opinión, pero denme argumentos, porque las intenciones sin obras llenan páginas que se lleva el viento. Suaviter in forma, fortiter in re.

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