Logo dominicosdominicos

Blog Bitácora Véritas

Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

6
Mar
2014
Ceniza, Bien y típex
0 comentarios

El miércoles de ceniza, como, de modo especial, algunos otros días del año, las iglesias registran una afluencia masiva. Sí, masiva es la palabra para una iglesia que está hasta los topes un miércoles a las 7.30 de la tarde. Hay ciertas fechas señaladas en las que, jóvenes incluidos, la gente acude a la iglesia por alguna razón especial, y no hay duda de que la ceniza es una de ellas. Qué raro, pensará alguno. La filosofía, por poner un ejemplo, lleva más de un siglo tratando de “deconstruir” la conciencia moral, de mostrarnos que es una construcción burguesa, una instancia de control político introyectada por cada quién en una temprana edad, una cierta forma de neurosis que vaya usted a saber dónde se incubó, la imposición de los débiles sobre los fuertes, etc. Y algo de eso habrá (o a lo mejor no), como algo de todo hay en todo, pero sospecho que es algo más y aunque no vaya con el espíritu del tiempo (porque la intelectualidad que sale en la tele no siente culpa, y tampoco lo hacen muchos folclóricos/as, o militantes de organizaciones que matan gente, que no se arrepienten de nada) muchos nos damos cuenta de que, ay, hacemos lo que no queremos, lo que no debemos, lo que vemos que no está bien. Iris Murdoch, que no pasa por ser una devota al uso, volvió, no hace mucho, a insistir en la idea de que el Bien atrae e instaura una cierta tensión, y a la buena mujer le repateaba esa pretensión tan de su época de que cada quien crea los valores (lo bueno y lo malo, sin ir más lejos) por su decisión libre y fundante.
Yo a esa conciencia la llamo por su nombre, sí, conciencia y me maravilla, como a algún otro mucho más listo que yo, la conciencia de la obligatoriedad de los principios morales, que no sé muy bien de dónde sale (aunque hay explicaciones para aburrir), como no sé de dónde sale el carácter normativo, también, de las leyes de la lógica o de las matemáticas o de tantas otras cosas que nos fascinan y nos orientan en la vida cotidiana, aunque lo sospecho. ¿Por qué va tanta gente a recibir la ceniza? Pues seguro que parte de ellos, entre los que me cuento, porque querrían hacer las cosas que ese Bien demanda, y no a veces no pueden o no saben cómo,m que no hay manera, vamos. Spiritus quidem promptus est, sí, sí, pero, ay, en muchas ocasiones ni siquiera sabemos dónde está el Bien (así, en mayúscula y sin falsos sinónimos que se nos han colado de rondón, como lo correcto, que las equivocaciones a este respecto se arreglan típex). En fin, que a mí no me viene mal mirar el Bien para tratar de no deleitarme en la infirmitas.
 

Ir al artículo

13
Feb
2014
Hay gente pa'to
2 comentarios

Presto mucha atención a los que saben mucho de alguna materia. Es justo y necesario. Y cada vez menos a los que saben de todo. En el mejor de los casos se mueven con truismos para llenar el discurso… ?palabras, palabras, palabras, que decía Hamlet? y en el peor hacen afirmaciones falsas o, si lo consideramos con benevolencia, incorrectas por apresuradas.
Al comentar un escrito sobre religión en un periódico norteamericano, un columnista señala que el ensayo que está reseñando supone que toda la filosofía sobre Dios (y la teología, claro), no sería más que una constante retirada frente al avance del naturalismo y el secularismo. Y para ello tiene que presentar “la pretendida síntesis de razón y revelación como una suerte de retiro teológico contemporáneo hacia la impotencia divina”. Para defender ese movimiento “contemporáneo” (que podemos rastrear en los santos Padres, nuestros contemporáneos, en efecto, y en el Aquinate, mucho más coetáneo, al menos mío, que muchos otros filósofos de ayer tarde) el autor en liza tiene que generar una serie de categorías excluyentes y exclusivas: los fundamentalistas, los modernistas (siempre en retirada) y los no creyentes. Como si no hubiese más. El articulista, para mostrar lo falaz de esto, cita al Aquinate y a muchos otros autores que no pueden incluirse en ninguna de las categorías. No, lo que hacían (y lo que muchos hacen) es otra cosa, porque no hay necesidad de ser no creyente si no se quiere caer en el fundamentalismo o se considera que no hay por qué esconderse de nada en el espacio del debate intelectual. Sólo si se aceptan las caricaturas de las figuras divinas ?en las que ciertamente creen algunos (y algunas confesiones quizá lo dicen de modo expreso, con una caracterización de la divinidad que se parece sospechosamente al superhombre nietzscheano… No sé quién habrá copiado de (o se habrá inspirado en) quién), es decir, tal como relata el autor criticado “en un hombre omnipotente (sic) que está en el cielo (sky, no heaven) creando reglas morales y vigilando las acciones humanas con una intensidad paranoica”? quizá haya que pensar que uno cree en cosas raras (perdón por esta frase tan larga). Y usted me dirá: pero hay gente que cree eso. Y yo le diré, como el torero: hay gente pa’tó. Pero, ¿tiene eso algo que ver con la creencia cristiana?
 

Ir al artículo

1
Feb
2014
Manzanas medievales y pechos de facebook
1 comentarios

Estaba leyendo ayer, en un suplemento cultural atrasado, una entrevista a un escritor, en la que el buen hombre afirma esto sin que se le mueva el flequillo: “en todos los Estados modernos, el derecho penal se basa en la culpabilidad: no solamente se penalizan delitos, sino que también se juzga a las personas en función de su culpa. En la Edad Media, al que robaba una manzana se le cortaba la mano. No importaba si había cogido la manzana por hambre o por avaricia. Hoy reconocemos que hay una diferencia. Este es quizá el mayor logro de la Ilustración”. Vuelve por otra, me dije para mí mismo. No es que sea una generalización-twitter de esas que se repiten sin pensar, sino que es, a todos los efectos, mentira, una continuación de esas tesis impuestas que vienen rodando desde hace siglos y que no hay manera de quitárselas de encima. No hace falta ser medievalista (ya quisiera yo serlo) para darse cuenta de que esto no va a ninguna parte. A poco (a poco, insisto) que uno haya leído a cualquier pensador medieval se dará cuenta de el inmenso peso de las intenciones para configurar un hecho en cuanto hecho: yo veo al antedicho tipo cogiendo la manzana y el “coger la manzana” queda tipificado como un "hecho" u "otro hecho" en función de innumerables variables que no se ven en el “coger la manzana”. Eso lo pensaron los medievales, por Dios, que no eran tan cerriles. Pero en fin. Parece ser que, por fin, vivimos en una época mucho mejor en todos los ámbitos, tanto que precisamente lo que este hombre postula que sucedía en el medievo sucede hoy en facebook. Leo en la prensa que facebook ha censurado fotos de madres amamantando niños porque se les veía un pecho y que, por tanto, entraban en la categoría de desnudos. Ergo, la inexistente manzana de los medievales se ha convertido en el real pecho de facebook. Qué tendrá el medievo que es el saco para echar todas las inmundicias que se nos ocurren. Sospecho que, en el fondo, es un reino imaginado que nos creamos para mantener la ficción de que a partir de un momento de la historia (para cada quien distinto) las cosas han empezado a ser como tenían que ser. Y como, desde hace un par de siglos en adelante, Grecia se ha convertido en la Arcadia guardiana de la perfección, pues nada, es fácil: en el pasado remoto de nuestra cultura tenemos ahí 1000 añitos, que no son nada como casi decía el tango, para purgar nuestras culpas y ejercer la función de sombra jungiana de nuestra civilización. En fin, feliz octavario de Tomás de Aquino, que era más listo, prudente y sensato que los algoritmos de facebook. Manzanitas a él...

Ir al artículo

29
Ene
2014
El Aquinate y su libro
3 comentarios

Ayer celebrábamos a Santo Tomás y pronto lo celebraremos de nuevo con un acontecimiento editorial significativo. Se trata de un libro que estudia los himnos de Santo Tomás en sus fuentes, en su autoría, en su estructura, en su contenido teológico… ¿Por qué digo que será un acontecimiento? En el Aquinate hay una cierta división tajante entre el teólogo sistemático, lacónico, analítico, preciso en los términos y el poeta de primera magnitud. Aquel está en las facultades de teología y de filosofía (bueno, depende, que hay gente que lo cambia por el último que ha llegado, sobre todo si no hay quien lo entienda, al que se considera más filósofo) y este está en la piedad popular, al menos de las generaciones que me han antecedido. En muchos oficios religiosos, la gente canta el Pange lingua, el Lauda Sion, el Adoro te devote con una naturalidad pasmosa. Tanta que uno tiene que salirse del canto, pararse, mirarlo, y, maravillado por tanta preciosidad poética, volver a entrar en lo que son estas composiciones, himnos, muchos de ellos oraciones para la devoción privada. Pero, qué bien escritos, qué altura poética. Por eso, muchos estudiosos han pensado que no podían ser de Santo Tomás, un tipo adusto, escolástico, tajante y demás cosas que le hemos atribuido para construir una imagen del Santo agradable en la academia. Tengo que confesar que la lectura de este libro me ha descubierto que Santo Tomás es el intelecto prodigioso en la construcción de esos milagros que son los artículos de sus obras, pero es también el sentimiento que embellece todo lo que allí había dicho. Parece que cuando se penetra de tal modo en la verdad, ésta se manifiesta como belleza. A ver si San Esteban saca pronto el libro y se vende como churros, porque, en efecto, lo merece. Por eso digo que es un acontecimiento... y de qué calibre.

Ir al artículo

21
Ene
2014
La banda de las monjas
1 comentarios

En alguno de esos periódicos que suelo ojear me he encontrado con el anuncio del estreno de la película “Band of sisters”, que espero ver en cuanto esté disponible. Cuenta, parece ser, la historia de algunas monjas católicas estadounidenses, aprovechando, por lo que se ve en el fragmento promocional, el tirón de aquella investigación que el Vaticano andaba haciendo por allá y de la que nunca más se supo, o al menos yo, como parte de ese todo indiferenciado al que le van suministrando las noticias en dosis controladas, nunca más supe.
Alguna vez he hablado aquí de las monjas. He dicho alguna vez que para los que pasamos por la Virgen del Camino fueron alma mater, en el sentido más propio del término. He tenido ocasión de conocer a otras que ostentas cátedras en diversas universidades y a algunas que, ciertamente, ejercen el papel de vanguardia en infinidad de cosas: desde dejar atrás las piedras que pesan demasiado, sin que la historia se convierta más en una limitación que en una liberación, hasta ponerse al frente de algunos proyectos que parecen inimaginables… hasta qiue ellas los acometen, y cuando llegan las estructuras a dar forma a un proyecto, resulta que, como reza el título de ese libro que publicó San Esteban hace unos años, “Dios ya estaba allí”. Así que quedo a la espera de conseguir ese documental, a ver qué es lo que documenta.
 

Ir al artículo

14
Ene
2014
Lo que escribí me parece paja
2 comentarios

Ayer aparecía la noticia de que se había muerto Ian Barbour, uno de los personajes que más han hecho por reconciliar algo que no tendría por qué ser reconciliado si no fuese porque en algún momento empezó una discusión, una de esas que se parecen a las que se dan en las familias por un quítame allá esas pajas… Y pasan años, nadie se acuerda exactamente de qué fue lo que la lo originó o, si se acuerda, seguramente se da cuenta de que el asunto ha perdido la fuerza inflamatoria que tuvo en su origen, pero, claro, quién se apea del burro a estas alturas. En fin, me refiero a las diputas entre ciencia y religión. Barbour, que sabía bien de qué hablaba en cada uno de los dos campos, recibió el premio Templeton hace unos años. Cuando recogió su galardón, dijo (según se nos cuenta en el obituario que publica la prensa): “si tomamos la Biblia seriamente, pero no literalmente…” Los filósofos contemporáneos llevan mucho tiempo discutiendo algo que también discutieron los clásicos, los medievales, los modernos…, es decir, la cuestión de qué es exactamente el sentido literal. Y no es siempre tan fácil de resolver, porque buena parte de lo que decimos no se puede señalar con el dedo, y aunque se pudiese, a lo mejor eso no sería el sentido literal. Pero, bueno, eso nos aparta del asunto. Lo que me llamó la atención de esta frase es que Barbour recoge algo que, por ejemplo, tanto San Agustín como Tomás de Aquino tenían muy claro. Ambos leen la Escritura con una enorme libertad alegórica, tanta que a veces cuesta reconocer el “sentido literal”. En un libro de Paul Murray que pronto aparecerá en San Esteban, en el que estudia las oraciones compuestas por Santo Tomás, sus comentarios bíblicos y demás cosas que no parecen encajar en la imagen escolástica, seria y analítica del Aquinate (¿se han fijado en la musicalidad del Adoro te devote o del Sacris solemniis?) se nos cuenta que, cuando Tomás tuvo su célebre visión, aquella que le llevó a dejar de escribir, dijo, como es sabido, que todo lo que había escrito le parecía paja. Precisamente, según se nos dice en este libro, “paja” era el término utilizado en el medievo para designar el sentido literal. En cuanto dejamos un poco la “littera” (será para que respire el espíritu) el ánimo se ensancha, se vuelve magnánimo, y no nos pegamos por las tildes.

Ir al artículo

23
Dic
2013
Religión, Prozac y Pascal
2 comentarios

En algunos ambientes en los que uno se mueve se respira mucha religiosidad en estas épocas. En otros algo y en otros poca o ninguna. ¿Peor para estos últimos? Hace tiempo que vienen apareciendo estudios sobre la relación entre religión y salud, hasta en las revistas dirigidas al gran público, que popularizan lo que otros hacen en sus departamentos o laboratorios. Un artículo aparecido en una revista alemana subraya esto: las personas religiosas tienen mejor salud que las no religiosas. Ojo, que aquí suelen dar los tertulianos el paso falaz de, sin más, afirmar que la religión es un mecanismo (evolutivo, social, o lo que sea) cuya única función es procurarnos salud, otorgarnos tranquilidad de espíritu o de mente o generar vínculos sociales que coadyuven en la expansión de nuestros genes. Hablamos de estudios generales y seguramente habrá quien diga: ah, pues a mí no me pasa eso. Soy muy religioso y tengo una salud fatal; o a la inversa. Pero esos se escapan a cualquier estadística. Lo que importa es que el hecho de que la religión mejore la salud o haga que la gente tenga menos tendencia a la depresión (que de eso habla el artículo al que me refiero) no indica más que una correlación. Si uno dice: la práctica de la religión mejora la salud, luego la religión no es más que un recurso para ello, está cayendo en una falacia de las que se estudia en primero de la filosofía, del tipo de: siempre que llueve saco el paraguas; saco el paraguas, luego llueve, o, quizá más exactamente, un tipo de aquella del post hoc, ergo proter hoc. Si el ser religioso nos hace saludables, concluyen algunos, debe tener algún elemento de ilusión para procurarnos la salud. Como la aspirina, vamos, una creación ad hoc. En fin, que en estos días religiosos, uno puede serlo por creencia o por ahorrarse dinero en prozac. Pascal creía que incluso esta segunda manera, acababa conduciendo a la religión en su sentido más pleno (si bien el autor del artículo mentado no es de esa opinión). En todo caso, si es verdad (de lo que estoy convencido) y aumenta nuestra salud,… ¿qué más se puede pedir? Aunque, como dice el artículo, la religión no sea una pastilla...

Ir al artículo

13
Dic
2013
Feliz navidad o felices fiestas
1 comentarios

Cuando uno quiere conocer las tendencias relativas a creencias religiosas, cuestiones morales u otras relacionadas, seguramente acabe encontrándose con los informes Pew. Recientemente han hecho una encuesta interesante entre los estadounidenses respecto a si quieren que les feliciten las fiestas o las navidades. Es extraño que, a estas alturas, no haya salido, aquí, la polémica habitual de si las fiestas que celebramos son el solsticio de invierno, la navidad o el rechazo de las tropas invasoras aquel día por la mañana (como si, por otra parte, la cosa fuese excluyente). Llama la atención que, en EE.UU, hay dos tendencias mayoritarias: los que prefieren que les feliciten las navidades y a los que les da igual. Los que prefieren que les feliciten las fiestas, a secas, son muchos menos. Parece, pues, que hay un grupo fuerte que reivindica las raíces cristianas, otro que las reconoce y uno menor que se encuentra alejado de estas posturas (es una lectura rápida que seguramente habría que matizar mucho más, pero no viene al caso ahora). Precisamente cuando leía este informe, me enviaron un vídeo de una canción que canta el American Christian Life United Choir que reivindica el carácter exclusivamente cristiano de las fechas, invitando a los consumidores a no comprar en los establecimientos que no dejen claro en sus escaparates qué es lo que se celebra. Ya se sabe, parte del espíritu norteamericano pasa por no tener demasiados reparos en defender la libertad personal, también a la hora de declarar públicamente las creencias religiosas. No es raro ver coches con el símbolo cristiano del pez, que testimonia sin reparo alguno las creencias religiosas del automovilista. Aquí, por el contrario, eso queda reservado al territorio íntimo. Y eso que la separación Iglesia-Estado es dogma fundacional en ese país. Probablemente por eso hayan alcanzado esas cotas de libertad de expresión, también religiosa. En fin, cuando llegue la noticia de que no sé qué senador pide que desaparezcan los símbolos religiosos de las calles y que sean sustituidos por cubitos luminosos, pensaré: también en esto nos llevan varias décadas de ventaja al otro lado del charco.

Ir al artículo

6
Dic
2013
El hijo pródigo y las ecuaciones diofánticas
2 comentarios

Ayer leía un articulillo sobre la belleza matemática. En un determinado momento, el autor usa, de modo inesperado, pero sumamente sugerente, la parábola del hijo pródigo para aplicarla a los que se mantienen en paradigmas científicos o, en general, intelectuales, caducos y son incapaces de ver las novedades que se les vienen encima. Hablando de los números algebraicos y las ecuaciones diofánticas dice así: “aunque la apariencia de infinitamente muchas dimensiones es inquietante para muchos de los que, como el hermano mayor de la parábola, sirvieron sin transgresión durante tantos años, creo que son un elemento inevitable de cualquier teoría adecuada”. Me llamó sobremanera la referencia al hermano mayor de la parábola, que sirvió siempre según lo que debía hacer, y en eso, su actitud es más que laudable. Si no hubiese hermanos mayores, difícilmente se mantendrían las instituciones y los paradigmas. Pero si no hubiese hermanos menores, es posible que las instituciones se anquilosasen y los paradigmas rígidos impidiesen el avance del saber. Posiblemente, el padre perdonase a este porque también había perdonado al otro, que sirvió sin transgresión. Mira si no hay razones para que los muchachos estudien religión. Para entender un texto de filosofía de las matemáticas, entre otras…

Ir al artículo

2
Dic
2013
Amo de la Orden y Pepe Cosmen
1 comentarios

Hace tiempo, en una reunión de trabajo (antes se llamaban simplemente reuniones; ahora las diferencias que se han impuesto por todos los lados, nos obligan a hacer estas precisiones específicas) nos dieron un texto, cuyo original era inglés y que no sé quién o qué habría traducido (porque he intentado hacerlo en Google y el traductor no comete esta torpeza) en el que “Master of the Order” daba como resultado, en español “amo de la Orden”. Y sí, claro que funciona. Cuando apareció Bruno Cadoré por allá, los de habla hispana y algunos que comparten cosas de nuestro vocabulario ?algún filipino? comenzamos a llamarle “amo”, entre risas y demás. Timothy Radcliffe, en alguna de sus charlas, recuerda cómo, cuando era Maestro de la Orden, la lectura evangélica que conmina a no llamar a nadie “maestro” aparecía más habitualmente de lo esperado. En fin, que de nominibus non est disputandum, que decía el Aquinate: si uno sabe a qué se refiere, las palabras fluyen. Otra cosa es cuando uno no tiene mucha idea de la cosa. Entonces si se desata una logomaquia bien nutrida. Acabamos discutiendo sobre las palabras, y a los cinco minutos, la realidad (que la hay) se ha desvanecido por completo.
Esto me venía a la mente en el día después de que haya muerto Pepe Cosmen. Todos los frailes le conocíamos por muchas cosas, y no es la menor por su hermano Basilio Cosmen, fraile dominico que es, y a quien aprovecho para enviarle mi pésame. Su cara pública era la del fundador de Alsa, la principal empresa de transportes de España, respecto a la cual, en alguna ocasión, alguien me dijo (quizá confundiendo a Basilio con Pepe) que nos debía estar haciendo ricos, ya que pertenecía a los dominicos. En fin. No es nuestra, doy fe.

Recuerdo que cuando viajaba con una cierta regularidad por una ruta, hace tiempo ya, uno de los conductores, con el que uno acaba simpatizando, aunque sólo sea por lo habitual del encuentro, al saber que era del pueblo mismo pueblo que Pepe Cosmen, comentaba el carácter cuidadoso que éste tenía hacia sus empleados, siempre preocupado por si las cosas les iban bien en su familia, en sus asuntos… algo que contrasta con cómo nos comportamos hoy en nuestros trabajos, como islas voladoras de las de los Viajes de Gulliver. Mucho se habrá dicho y se dirá sobre este hombre, a quien yo sólo conocí indirectamente. Pero seguramente podamos afirmar que fue “master” , pero no fue amo. Como Bruno Cadoré, Carlos Azpiroz, Timothy Radcliffe, etc. etc.
 

Ir al artículo

Posteriores Anteriores


Suscripción

Suscribirse por RSS

últimos artículos

Archivo

Logo dominicos dominicos