Jul
A veces pasa
1 comentariosAlgunos de los frailes que andan por aquí danzando, es decir, por el convento de Santo Domingo de Bogotá, transmiten una cierta sensación de persecución por parte de las autoridades eclesiales. Sin entrar en detalles, que no vienen al caso, las autoridades, que no somos nosotros, sino aquellos de los que fuimos hechos cooperadores, están en plan tonto (no siempre, eso es cierto, ni todos, pero sí algunos, que tampoco son los más listos ni los más pneumáticos). En ocasiones, hay luchas de poder que no tienen más razón de ser que la de una serie de heridas, quién sabe cuáles, no restañadas. Vaya usted a saber si no le suspendieron a tal obispo cuando era estudiantillo en el Angelicum, y se dijo para sí mismo, como dice Fr. Luis G. Matamoro: “al platu vendrás, arbellu”. Tomás de Aquino y toda la tradición que emana de él nos hablaba del “rationabile obsequim”, que era la fe. Si hacemos esa cesión racional y razonable a Dios, ¿en razón de qué debemos hacer una aceptación irracional a los dictados de prelados que no dan razones más allá de su voluntad nacida de la “gracia de estado”? Si la Iglesia habla de justicia, no puede permitir ni la más mínima falta de la misma en su seno, y menos la que nace de la ignorancia. Pero que nadie saque consecuencias de esto más allá de lo que he dicho, a saber, que de vez en cuando, algún jerarca, imbuido de un falso espíritu (cosa ya anunciada en las Escrituras) se vuelve un tanto sandio. Pero eso no es nuevo. Y pasará siempre.