Dic
Bastillas eclesiales
4 comentariosAyer por la noche escuchaba un programa de radio de esos en los que la gente da su opinión sobre un tema propuesto por los presentadores. Creo que ayer tocaba la educación para la ciudadanía (EC), porque alcancé a escuchar a un chaval que estaba absolutamente en contra (me perdí su comienzo, sólo escuché parte de su soflama) y a un señor que, después, le acusaba poco menos que de cura. El chaval venía a decir que los contenidos básicos de la EC ya se daban en otras materias, como la ética o la filosofía (democracia, igualdad, derechos, etc.) y que los profesores acababan perdiéndose en cuestiones de género, afectividad, relaciones y cosas por el estilo, que son bien importantes pero, nos decía él, que, en principio, hablar del condón o de la píldora del día después parece que no tiene mucho que ver con la ciudadanía, aunque todo puede relacionarse, poniéndose a pensar un poco. El otro señor, que había tenido, según él, una educación laica, veía detrás de todo la mano de la Iglesia, que no aceptaba el laicismo y que no quería perder el monopolio del control de las conciencias. Y me puse a pensar, y por más que lo hacía, no podía siquiera imaginar que hoy la Iglesia monopolizase el control de las conciencias. Si acaso, el País, la Cope, la Ser o el Mundo, la Sexta, la Quinta… Esos sí controlan lo que se debe pensar, filtrando la información, retorciéndola, creándola, al fin y al cabo, pero ¿la Iglesia hoy? Puede ser que peque de miopía, que, dicho sea de paso, la padezco en los ojos, pero creo que en la visión que corresponde al intelecto aún no. Cuando se crean monstruos que no existen en realidad se desvía la atención de los verdaderos responsables. La historia es muy vieja, pero se deja retratar bien en la historia de la Bastilla. La Bastilla era la cárcel más temida en París en la época prerrevolucionaria. Tomarla era algo necesario. Cuando entraron los revolucionarios encontraron allí a cuatro gatos y un tambor. Pero fue la toma de la Bastilla, de enorme poder simbólico, mas, repito, habitáculo de cuatro gatos y un tambor. Acepto el valor simbólico de tirar basura contra la Iglesia, pero hombre de Dios, ¿de verdad se cree usted lo que dice? Voy a empezar a imaginar que haría yo con tanto poder manipulador y colonizador, como si fuese una vaina de esas de la película La invasión de los ultracuerpos, a ver qué sale.