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De rancios y medievales
3 comentariosOtra vez están nuestros políticos justificando sus actuaciones pegando palos al espantajo del medievo. La ministra de sanidad decía hace días que revisar la ley del aborto era volver al medievo (no sé si sabrá algo del tema en la época), y hoy mismo la letrada alcaldesa de la Ciudad Condal dice que el besamanos del rey es “algo rancio, casi medieval”. Se ve que no se atreve a decir “medieval” porque le parece excesivo, pero “rancio” está bien. Los que tenemos nuestros orígenes en el medievo, exactamente a la par que las universidades, tampoco queremos ser rancios, así que nos quedamos en medievales. Fue un medieval el que pensó una cuestión de suma actualidad, a saber, la licitud de ciertos regímenes de los que hoy pueblan el universo mundo, aparentemente salidos de un proceso democrático, cuya gracia de origen impide que se desvíen por sendas tortuosas. No, no. Claro que sí. Tomás de Aquino sostenía que puede haber regímenes injustos, tanto por el origen (tyrannus ab origine) como por el desempeño (tyrannus a regimine), de modo que, aunque hubieran surgido justamente, se convirtieron en injustos por su actuación y, sin más, en ilegítimos. Da que pensar que un tipo que no era nada rancio, pero sí bastante medieval, se diese cuenta de algo tan obvio que parece que hoy muchos casi rancios, y nada medievales, son incapaces de ver. Toménselo a broma (lo que escribo y las ranciedumbres de los políticos iletrados). Pero lean a Tomás de Aquino.