May
De tribus y teles
1 comentariosAl leer una crónica que el P. Cándido Ániz ha preparado sobre la historia del Instituto Superior de Filosofía de Valladolid, me he encontrado con que allá por el curso 1979-1980, en el contexto de un curso organizado por la Cátedra de Estudios Político-Sociales, de gran renombre entonces, titulado “La familia: ¿institución superada?”, una de las conferencias llevaba por título “Las comunas como alternativas de la familia”. Y me dije, como Azorín: “vivir es ver volver”. O vamos al Eclesiástés: “nihil novum sub sole”. Esto lo digo al hilo de las cosas que dicen los políticos de hoy en día , a los que la cosa pública les preocupa lo mismo que el coeficiente de dilatación del puente de Villarriba al sol de la mañana del 23 de junio. O sea, más bien poco. Todas estas ocurrencias formaban parte, por ejemplo, de los escritos, algo más razonados de lo que hoy permite un parlamento (gran tragedia, dicho sea de paso), de Platón y Aristóteles en sus propuestas políticas y por eso, respaldadas sus soluciones por su misma autoridad, los intérpretes les han dado unas cuantas vueltas, ponderando sus pros y sus contras. Y hay más contras que pros. Sospecho que cuando la política se vuelve el “arte” ya no de lo posible, sino de conseguir titulares, no hay mucho tiempo para pensar y menos para leer. Cosa bien necesaria. Un periódico recogía hace unos días un ingenioso reclamo de una librería, que decía: Hay gente que quiere un romance como el de Romeo y Julieta sin saber que fue un romance de tres días y seis muertos. ¡Hay que leer!” Para ser político, supongo que también.