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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

4
Dic
2009

El Aquinate placentero

5 comentarios

Me he encontrado “por casualidad” con un texto del Aquinate en la Suma (I, q. 98, a. 2 ad 3, por si alguien quiere consultar la cita) en el que defiende la corporalidad hasta afirmar algo que a muchos les sonará raro: el pecado que nos separó de Dios distorsionó tanto nuestra vida emocional que la especie humana ya no disfruta bastante de los placeres sexuales. Hace bastante tiempo, me dediqué a investigar la idea de placer en Tomás de Aquino, y me sorprendió que era mucho más "contemporáneo" que muchos moralistas que estudiábamos en nuestra época de teología. Alguien me dijo una vez que la Orden se fundó, entre otras cosas, para enfrentarse a los dualismos. Seguro que hay cristianos dualistas, pero el dualismo no es cristiano: no hay un principio bueno y otro malo. No hay un Dios bueno que esté en lucha continua con otro diosecillo malo y cuyo campo de batalla sea el cuerpo. Los personalistas solían decir, en ese eslogan tan repetido, que el ser humano no tiene cuerpo, sino que es cuerpo. También en el paraíso (y seguramente en la gloria, por aquello de que toda protología es escatología) había y habrá deleite corporal, sólo que sin el desasosiego que le es inherente. Y me resulta muy iluminador ese texto, sobre todo en una época en la que, a ese respecto, se habla tanto y se dicen cosas tan raras (desde todos los frentes)…

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del dualismo a la unidad
6 de diciembre de 2009 a las 12:11

No hace mucho en un blog vecino se trató el tema del placer. Muy positiva la linea de investigación que propones, Sixto, y que va relegando aquella en que el Aquinate niega el alma a las mujeres. El dualismo legado de la filosofía griega ha hecho un gran daño al cristianismo. En busca de la unidad muchos cristianos han ido a beber en otras fuentes, cuando en las propias raices judeo-cristianas tenemos las respuestas.

lola
6 de diciembre de 2009 a las 14:13

¿Como va a ser el cuerpo malo?, el cuerpo humano es algo maravilloso, un ecosistema que esta tan bien hecho que no tiene desperdicio. Desde los 17 años me dedico a estudioar el cuerpo humano, y jamas deja de sorprenderme, por mas que estudio se menos. Y aun queda mucho por descubrir.
Pero lo que mas he aprendido es que somos seres integros, no hay enfermedad que este sola y afecta a todo el individuo, incluso su familia y hasta la sociedad entera queda afectada.
Por supuesto el placer sexual fue una idea de la creacion, pues antes del pecado ya se dijo: creced y multiplicaros.
Tengo la suerte de ser medico y teologa, aunque esto ultimo no me considero, pues tengo el titulo pero ninguna experiencia.
La medicina me llevo a la Teologia, pues habia cosas que me angustiaban, el poder hablar a los que sufren de Dios, pero cosa terrible, ahora soy menos capaz que antes de hablarles, ahora callo y solo estoy ahi.
Tal vez la mision de un crucifijo sea esa, estar ahi, callado y sin hacer nada,pues nada vale, tan solo mostrando algo que va mas alla de el

entós susurrante
7 de diciembre de 2009 a las 20:52

Una cita del de Aquino tan interesante como esta es una invitación a buscar otras “citas” más “personales e íntimas” con el mismo (sin las cuales, como todos sabemos, no podríamos llegar a conocer su pensamiento en profundidad). No cabe duda de que, como se dice en uno de los comentarios, esta afirmación nos lleva más allá de los tópicos, en este caso, sobre el Aquinate, y sentirle –como tú dices- totalmente actual e iluminador para los enredos que en nuestra sociedad nos hemos montado a propósito del cuerpo, de nuestras relaciones a través de él (¿desde algún otro sitio podemos establecerlas?), etc.
Y a propósito de tópicos y simplificaciones sobre el pensamiento de los filósofos, sobre todo de los antiguos, me parece conveniente decir (y lo digo por lo que leo en uno de los comentarios) que el supuesto “dualismo” de los griegos es sólo una interpretación (¿de una “hermenéutica univocista”?) que ha circulado “de mano en mano” sobre la base de la lectura de ciertos (sólo “ciertos”) pasajes de Platón (que casi siempre es el que está en la mente cuando decimos “dualismo”), en los que además sería interesante ver el contexto (¡cómo no!). En la filosofía griega (como en toda filosofía “verdadera”, la que busca con “amor” el conocimiento), la Verdad (con mayúsculas) no es un principio “dual”, porque, si el filósofo no “se cansa” antes de tiempo en concluir su “búsqueda”, no permanecerá en el dualismo creyendo que ese es el ”origen” de todo. Todos los grandes de la Filosofía (y, desde luego, los filósofos griegos arcaicos y clásicos) han comprendido que la Unidad es lo que está en el comienzo y el final (sí, estoy de acuerdo, toda protología es escatología), “eso” inmutable, ingénito, imperecedero, que no es lo que se nos aparece a los sentidos pero que es nuestra Esencia y la de todo lo que existe. El cristianismo (lo digo sin miedo de estar confundiendo filosofía con religión porque, en todo caso, me encanta confundirlas o, mejor dicho, me encanta ver que cuanto más se profundiza en una y otra, más se borran los límites) es, por supuesto, maravillosamente “unitario”, pero nuestra mente, que busca diferenciar y que tanto se congratula en la “objetividad” de las oposiciones…, ¿cómo no iba a interpretar, incluso en la Verdad Amorosa de la Buena Nueva de Cristo, que existen dos principios? (hermosa tarea la de Santo Domingo –una de tantas- la de “restaurar” el Mensaje). ¿Cómo no vamos a ser un cuerpo mientras estamos en un cuerpo? Pero, como siempre ocurre, viejos prejuicios e interpretaciones distorsionadas juegan en contra de nosotros, y “estar en un cuerpo” suena a dualismo peyorativo y “ser un cuerpo” suena a hedonismo materialista , cosas ambas nefastas para que la persona se realice en plenitud, como con seguridad hemos experimentado ya si tenemos ciertos años de “estancia” en la Tierra. Menos mal que citas como la de Santo Tomás nos recolocan en el camino verdadero para seguir andando y entonces encontrarnos con otros guías, unos más antiguos otros más modernos, pero todos con el mismo mensaje que nos recuerda que, mientras lo tengamos, somos uno con el cuerpo, que no podemos saber quiénes somos si no lo sentimos en profundidad (me temo que la pura experimentación sensual como “fin último” del hombre es uno de los más falsos y perniciosos caminos que hoy día nos propone nuestra sociedad para ese conocimiento), o sea, … que el cuerpo es el “Templo de Dios”… ¿Hay algo más liberador que esto para respetarnos y respetar a los demás?

josecarlos
8 de diciembre de 2009 a las 01:13

El movimiento Unitario hoy día es similar al de los primeros cristianos; seguirlo a lo largo de casi dos mil años de historia no resulta fácil, porque como el rió Guadiana, sale a la superficie de vez en cuando y otras transcurre bajo la tierra. Por otro lado, conciliarmente se hizo de lo Trinitario una extensión de lo Unitario, pero no sin antes descalificarse mutuamente las distintas escuelas de pensamiento. Actualmente en Estados Unidos y en Europa están más y mejor organizadas; incluso marcan tendencias que van más allá de lo teológico y que regulan aspectos importantes de la vida civil. Es en este punto donde el debate que mantienen sobre los placeres terrenales, no nos alejan del paraíso perdido, sino que más bien nos sitúan frente al concepto de la celebración placentera de todo lo creado vibrando al unisono, pero con diferentes niveles de intensidad dependiendo del medio. Si el medio es nuestro cuerpo y parafraseando a Macluhan tenemos que ("el medio es el mensaje"), esta muy claro a donde llegamos: la frialdad de los cuerpos y el calor de las almas son lo mismo, diría incluso que ambas sensaciones, son extensiones de nuestros sentidos.

plenamente humanos
8 de diciembre de 2009 a las 09:04

Somos un cuerpo animado, un alma encarnada.No-dos.
Cuando contemplamos un cadaver, nos damos cuenta que aquello que "animaba" ese cuerpo ya no está ahí. Por eso un cadaver no es en su esencia un cuerpo. No es un cuerpo muerto, porque la muerte no muere. San Pablo nos habla sobre los cuerpos resucitados, otros cuerpos, para otro nivel de participación en el Misterio de Dios.

Cuando el judeo-cristianismo deje de culpabilizar el sexo,haciendolo impuro por la contaminación con la sangre menstrual de la mujer, entonces podrá disfrutar plenamente del placer del que habla el Aquinate. En los diversos estados de vida. Han sido mucho tiempo de espiritualidades "angélicas" en las que se negaba y culpabilizaba el cuerpo. El ser humano ha sido creado encarnado en un cuerpo, en el que se va transformando en "otro Cristo". El mismo Dios quiso encarnarse. Jesucristo difrutó y padeció en su cuerpo. Se acercaba y los curaba. Disfrutaba de la comida y bebida. La santidad pasa por ser plenamente humanos. Como Dios nos creó. Saludos cordiales

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