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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

9
Dic
2011

El Aquinate, Russell y Kenny

3 comentarios

Bertrand Russell, en su Historia de la filosofía occidental, sostiene que “había poco del verdadero espíritu filosófico en Tomás de Aquino: no podría, como Sócrates, seguir un argumento dondequiera que le pudiese llevar, dado que conocía la verdad por adelantado, declarada en la fe católica. El hallazgo de argumentos a favor de una conclusión dada por adelantado no es filosofía, sino una súplica especial”. A esto Anthony Kenny, que no oculta su pasión por el Santo, en su Nueva historia de la filosofía occidental, le responde que no es una acusación grave contra un filósofo que busque buenas razones para aquello en lo que cree. Y le pone el ejemplo de Descartes, sentado junto al fuego con su bata y buscando razones para juzgar, comprender o verificar que, en efecto, eso es lo que estaba haciendo, estar allí sentadito al fuego. Y le llevó bastante tiempo y bastantes páginas. O el mismo Bertrand Russell, al que, no sin sarcasmo le achaca Kenny que “gastó mucha energía buscando pruebas de lo que ya creía: los Principia matemática dedican cientos de páginas a probar que 1 y 1 suman 2”. La diferencia esencial no es qué se busca, sino qué se considera lícito y encomiable buscar y de qué manera: empezando de cero (Descartes, Russell) o pensando que a lo mejor los otros también tienen razón (el Aquinate).

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entós susurrante
9 de diciembre de 2011 a las 15:52

Me permito intervenir de nuevo porque estas palabras de Russel sobre esa supuesta “iilegítimidad” que desde la filosofía cometía el de Aquino, me parece que también tienen que ver con la cuestión de “lo real”, visto ahora desde la forma en que se llega a ello. De un modo u otro, este es uno de los argumentos que más se suscribirían como “probadores” de lo que es o no es filosofía. Si la Verdad está dada y lo único que se hace es decir cómo hay que llegar a ella, eso no es filosofía, eso es religión, dogmatismo, etc. Por lo tanto, filosofía sería un caminar hacia no se sabe qué, de manera que el camino puede resultar totalmente infructuoso, es decir, no llegar a nada (porque “nada” es posible que haya). El espíritu del filósofo parece así más honesto, más valiente porque va hacia un objetivo totalmente desconocido, frente a la seguridad y comodidad del que ya ha aceptado la Verdad y tiene unas garantías. No es extraño que viendo la filosofía de este modo la idea de que no existe Dios o Verdad (con mayúsculas) resulte más noble y sabia frente a la sumisión alienante de que existe la Verdad, que, desde la perspectiva filosófica, vendría a poner en evidencia una pseudofilosofía, una apariencia de búsqueda de la sabiduría conseguida tras haber “vendido” el filósofo su alma a una verdad que se le oferta en un “pack” de comodidad con seguridad.
Sin embargo, ¿por qué esto es filosofía? ¿Quién emprendería una búsqueda sin finalidad? ¿Acaso Sócrates y Platón no sabían que algo superior los esperaba fuera de la caverna, aunque no pudieran decir a lo largo del camino cómo era “eso”? La intuición de que existe “algo” que va a dotar de sentido lo que se nos aparece a los humanos es la causa final que impulsa al conocimiento filosófico. Una vez emprendida la marcha, es cierto que cada uno puede “apearse” en el kilómetro que desee, pero afirmar que no hay “nada” cuando uno se ha bajado antes de tiempo, no hace esa afirmación verdadera. Por otro lado, como dice Kenny sobre que Russell también quería demostrar aquello que ya creía, suele ocurrir que muchos se inician en la filosofía deseosos de dar “cuerpo” intelectual a la evidencia de que aquello que se les ha impuesto desde la infancia como “verdad”, con métodos nada pedagógicos ni adecuados (lamentablemente, cosa cierta, con seguridad) es falso. Cedo la palabra a Heráclito de Éfeso (bueno, espero no abusar de la compañía de este amigo) y cito el fragmento ese en el que dice: “Si uno no espera lo inesperado, no lo encontrará, pues es difícil de examinar y alcanzar”. Pero, ¿”lo inesperado” es cualquier cosa, incluso “nada”? ¿O este filósofo se está refiriendo a la intuición de ese “algo” que, si lo “escuchamos”, tirará de nosotros para ayudarnos en el camino cuesta arriba de la caverna? No sé qué pensaría Russell de esto pero Tomás de Aquino, que sí esperaba lo inesperado, supo encontrarlo y ayudar a otros “buscadores” sin salirse un ápice de la filosofía (palabra de Heráclito… y de todos los grandes filósofos predecesores del Aquinate).

JM Valderas
9 de diciembre de 2011 a las 18:53

Caro Sixto, como bien sabes el método se convirtió en el núcleo de la filosofía con el neopositivismo. El método constituye el criterio determinante de democaración de lo que es ciencia y no lo es, de lo que es filosofía y no lo es. La matemática y en buena medida la física matemática parten de teoremas cuya labor consiste en ir deduciendo los pasos que nos lleven al quod erat demonstrandum (QED). El camino a veces es retorcido, como en el teorema de Fermat. Pero Russell tiene in mente la labor teológica del Aquinate. Una ciencia que parte de dogmas no es ciencia, ni, por extensión, filosofia. De hecho, ese argumento se repite hoy ad nauseam para poner incluso en cuestión la existencia de facultades de teología en la universidad civil. No hablo de España, donde no existen, sino de países en que están bien asentadas, como en Alemania. En el próximo número de Spektrum der Wissenschaft (enero de 2012) aparecerá un debate sbre ciencia y fe [Streit gespräch: Was können Wissenschaft und Religion voneinander lernen?]. Allí se plantea sin rodeos Was hat die Theologie an
den Universitäten zu suchen?. Para una parte importante, la labor de la teología es obstructora del quehacer científico, si no va en contra de la naturaleza del mismo. Otro día, si te parece hablaremos de un jugoso intercambio epistolar con los que moderaron el debate en torno a la cientificídad del método teológico. Puro tomismo. Utrum sit Deus... utrum theologia sit scientia... son tesis qque, como cualquier enunciado científico, pueden someterse a contrastación empírica o al menos al test de coherencia lógica interna (consistencia). By the way: ¿Por qué estas cuestiones no se abordan en nuestras facultades de teología?

Joaquin
10 de diciembre de 2011 a las 01:44

Ad ea etiam quae de Deo ratione humana investigari possunt, necessarium fuit hominem instrui revelatione divina. Quia veritas de Deo, per rationem investigata, a paucis, et per longum tempus, et cum admixtione multorum errorum, homini proveniret...

Concedamos algo de razón a Russell, puesto que los escritos de Santo Tomás son algo más, y algo distinto que filosofía. Y es cierto que Platón es incomprensible sin reconocer la "revelación divina" a la que él también tuvo de algún modo acceso.

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