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El Aquinate, Russell y Kenny
3 comentariosBertrand Russell, en su Historia de la filosofía occidental, sostiene que “había poco del verdadero espíritu filosófico en Tomás de Aquino: no podría, como Sócrates, seguir un argumento dondequiera que le pudiese llevar, dado que conocía la verdad por adelantado, declarada en la fe católica. El hallazgo de argumentos a favor de una conclusión dada por adelantado no es filosofía, sino una súplica especial”. A esto Anthony Kenny, que no oculta su pasión por el Santo, en su Nueva historia de la filosofía occidental, le responde que no es una acusación grave contra un filósofo que busque buenas razones para aquello en lo que cree. Y le pone el ejemplo de Descartes, sentado junto al fuego con su bata y buscando razones para juzgar, comprender o verificar que, en efecto, eso es lo que estaba haciendo, estar allí sentadito al fuego. Y le llevó bastante tiempo y bastantes páginas. O el mismo Bertrand Russell, al que, no sin sarcasmo le achaca Kenny que “gastó mucha energía buscando pruebas de lo que ya creía: los Principia matemática dedican cientos de páginas a probar que 1 y 1 suman 2”. La diferencia esencial no es qué se busca, sino qué se considera lícito y encomiable buscar y de qué manera: empezando de cero (Descartes, Russell) o pensando que a lo mejor los otros también tienen razón (el Aquinate).