Ene
El futuro perfecto es Pocoyó
1 comentariosDespués del lío de las cabalgatas en diversas ciudades de España, algunos internautas ingeniosos se han dedicado a enviar imágenes de cómo serán las próximas procesiones de semana Santa: unos penitentes portando espadas láser en vez de cirios, o un paso que, en lugar de portar al Cristo o a la Virgen lleva a Pocoyó que, por lo visto es un personaje que nos une a todos y que nos va a salvar de tanta cosa.
Las polémicas que se dan cuando hay elementos religiosos en el espacio público son análogas a las que se dan en el debate más general sobre el papel de la religión en la esfera publica. En todo este fárrago se parte, en muchas ocasiones, de la idea no siempre meditada de que hay una situación intelectual, una constitución humana o algo de eso, que puede tomarse, como dirían los angloparlantes, como default, es decir, como la configuración que el electrodoméstico trae de fábrica. Si usted no toca el reproductor de DVD, de fábrica vienen estas características. Luego usted verá cómo se complica la vida, si lo quiere, como se dice ahora horriblemente “customizar”. (Perdón por tanto anglicismo, pero el inglés también es el lenguaje de los electrodomésticos con los que, por lo visto, algunos nos confunden). En fin, el hecho es que, tras esa inocencia, late una tesis filosófica fuerte: que el default, el punto de partida antes de toda manipulación, es la filosofía kantiana (Habermas), una suerte de religión “natural” que, curiosamente nunca ha existido (Hume) –será por eso que es natural, ya que en el discurso contemporáneo se equipara natural a ficticio- o, vista la hondura filosófica de parte de nuestros intelectuales y políticos, Pocoyó. Luego vendría la religión a destruirlo todo, a desunirnos y a no sé qué. No acabo de ver por qué es más natural o más neutral ser kantiano que cristiano. Como si hubiese siempre que elegir en falsos dilemas. Al final, la solución va a ser Pocoyó (ya lo indica el nombre, sí).