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Jun
2007Jun
Erostratismo
1 comentariosUno de los titulares de la sección de internacional de los periódicos digitales de hoy (los impresos de mañana) es que un hombre intentó subir al papamóvil cuando el Papa saludaba a unos cuantos miles de fieles en la plaza de San Pedro. La verdad es que la noticia no tiene ninguna trascendencia. Si hubiese querido cargarse al Papa, no lo habría hecho así, lanzándose en medio de la marabunta de fieles y de escoltas, con ninguna posibilidad de llegar a su objetivo. ¿Qué le movió a hacer eso? Probablemente en los próximos días se nos cuente algo, pero carecerá de interés, a no ser que tras ese acto se descubra una trama tipo código Da Vinci o sabe Dios qué. En todo caso, de lo que no cabe duda es de que este señor saldrá del anonimato. Eróstrato quemó el templo de Diana en Éfeso. Su nombre fue silenciado por mandato imperial, condenado al olvido, pero la curiosidad y los mentideros humanos son más fuertes que los decretos de los próceres, de modo que hoy todos conocemos a Eróstrato por su “hazaña”. El erostratismo, que así se llama al síndrome de querer hacerse famoso quemando, matando, etc. está de moda. Basta con leer los periódicos y veremos que buena parte de los “artistas” contemporáneos apelan al escándalo (se viene haciendo desde hace mucho tiempo, pero hoy con más virulencia). Con eso salen del anonimato y ya tienen el 95% ganado en la carrera del arte. Algo semejante sucede con los científicos que demuestran algo que sorprende o atenta contra lo establecido. Salen del anonimato. Es lo que quiso Eróstrato. Y es lo que quieren todos los de la foto, no nos engañemos. ¿Qué tendrá el anonimato, que todos los que lo tienen quieren abandonarlo y todos los que carecen de él lo anhelan?