19
Nov
2007Nov
Escatología con Mortadelo
2 comentariosSiguiendo con lo que comentaba el otro día, con Ibáñez, ese ser excepcional, recuerdo que cuando era niño y devoraba Mortadelos, y digo devoraba porque no me duraban más que unos minutos, pensaba que cuando fuese mayor me compraría un tebeo cada día: al igual que los mayores compraban todos los días el aburridísimo periódico (que costaba lo mismo que el tebeo), yo compraría un tebeo cada día. Y no lo he hecho, claro está. Lo que me pregunto es en qué punto de mi crecimiento desapareció esa idea, que, al mismo tiempo, es una pregunta por el momento en el que desapareció esa edad mágica que es la infancia. Los psicoanalistas se ponen las botas con la niñez (el niño es padre del hombre, que decía Freud) y tienen parte de razón, aunque no precisamente en esa obsesión con lo oblongo, que ya aburre por repetitiva y porque parece mentira que ese término, consagrado por Les Luthiers, haya dado lugar a tantísima literatura. Su razón reside en que la niñez es un período mágico, en el que los veranos duran eternamente y las amistades arraigan de verdad. Como dicen los teólogos a propósito del relato del paraíso, la protología es escatología, el paraíso de Adán y Eva no es tanto de dónde venimos cuanto lo que esperamos. Por eso yo espero la infancia con toda mi alma, y en ella se incluye una buena ración de Mortadelos.