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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

29
May
2012

Escéptico, pero no tanto

4 comentarios

Hace un rato escuchaba en la radio hablar a un “escéptico” (que no sé por qué ahora llaman así a los que dicen que sólo creen en lo que puedan ver o pueda ser demostrado por métodos científicos, puesto que un escéptico verdadero ni de eso se fía, seguramente con más razón que el “escéptico” de hoy), de modo muy interesante, sobre el proyecto SETI, la vida extraterrestre y esas cosas. Y lo hacía bien, la verdad, pero me empezó a sonar rara la cosa cuando alguien le dijo que él había escrito “la ausencia de evidencia (a favor de algo) no equivale a la evidencia en contra de ese algo” y ni siquiera se molestó en decir que eso lo sabían ya los griegos, como si fuese un descubrimiento suyo. Pero en fin, lo aplicaba a la vida en otros planetas, y dígalo Agamenón o su porquero, bien dicho está. Y no la hemos encontrado, pero no podemos concluir que no exista, llevamos poco tiempo, el universo es inmenso, la velocidad de la luz... y demás argumentos racionales. Pero hete aquí que un contertulio le dijo que eso se podía aplicar a Dios, y aquí el hombre se descolocó: lo que hasta ahora le había servido, ya no le valía. El discurso equiparó rápidamente el pensar sobre Dios con hombrecillo verdes de orejas picudas… Me quedé pasmado. Fácilmente hubiese resuelto la cuestión diciendo que Dios no es objeto de búsqueda científica y aquí paz y después gloria, pero ante la pregunta tiró todo el armero filosófico por la ventana. Lo que vale para otros ámbitos de pesquisa filosófica (hablo de filosofía, no del método científico) de repente dejaba de valer. Y eso no deja de resultar extraño, incluso para el que sabe que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob tampoco se dejaría atrapar por un silogismo. Esto de cambiar de caballo en medio de la carrera siempre me ha resultado sorprendente.

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entós susurrante
30 de mayo de 2012 a las 14:58

De nuevo traes a colación el gran (y fundamental) tema filosófico sobre la verdad de Dios, o sobre la Verdad, o quizás sobre “lo divino”, o sobre “lo indeterminado”, que diría el griego Anaximandro, con una lucidez mental de extraordinario filósofo, que se filtró incluso por los textos en que hablaban de él intelectuales posterioes…. Sabemos que al hablar de “esto”, por fuerza nos damos cuenta de lo que supone ser seres lingüísticos que no tenemos más remedio que utilizar las palabras para expresarnos, y que, por cierto, esta toma de conciencia ocurríó desde el principio de los tiempos de la filosofía. Pero no quería sacar en este momento esta cuestión “acerca de los nombres” (que, por supuesto, también se ha considerado en ocasiones la única “tratable” desde la filosofía) sino expresar mi con-cordia con lo que dices a propósito del escepticismo, la filosofía y el debate sobre la existencia de Dios. Ayer mismo, en la “Academia” de la que tú formas parte, tuvo lugar una lección sobre el pensamiento de filósofos contemporáneos de la talla de Heidegger y demás, que dio pie directamente al debate sobre el escepticismo. El ponente declaró abiertamente que él era un escéptico porque sabía que no es posible encontrar la verdad de nada, pero que le parecía muy interesante “aprender” y dedicarse a estas cuestiones (no me extraña que su exposición, llena de buena voluntad –eso sí es “verdad”- se fuera enredando cada vez más, interrumpida con frecuencia con la advertencia de que todo aquello era un “galimatías” sobre el que no podía detenerse uno en explicar…). Alguien del público del que podría decirse que suele hacer gala también de escéptico y que no suele tolerar nada que suene a aspiración de “verdad” (mucho menos si esto es dentro de lo que pueda relacionarse con algo “cristiano”), interpeló al conferenciante diciendo que eso no era posible, que no puede uno dedicarse a “investigar” si no cree que pueda encontrar “algo”. El público se dividió entre los amantes del saber “sin ninguna finalidad” y quien mostraba que eso no puede darse, pero, en cualquier caso, lo que quedó bien claro (yo creo que desafortunadamente, puesto que había alumnos que se están formando en Filosofía) es que el amor por la sabiduría no parece que pueda llevar a ningún conocimiento último, como mucho a estar motivado por la “impresión” de que alguna verdad (solo relativa, ¡por supuesto!) debe de haber por algún sitio. La cuestión es muy antigua, esto conviene recordarlo, pero también que ha habido desde el principio de la filosofía grandes pensadores que supieron dar respuesta filosófica (es decir, con verdadero, honesto y comprometido amor por el conocimiento) a este debate. Lo lamentable es que, una vez más, en nuestra época “post-noséqué”, se afirme desde las altas instancias de la Academia que grandes genios de la filosofía como Platón Aristóteles (son muchos los nombres) pertenecen a “otra época”, están superados porque su mundo fue otro…¿Un mundo distinto al de ese “escéptico” al que escuchaste en esa entrevista? ¿Es por eso por lo que ellos no “hubieran cambiado de caballo en plena carrera” si se les hubiera preguntado sobre Dios? Entonces, hagámonos retrógrados en el pensamiento y cobijémonos en “lo antiguo" , aunque desmerezcamos ante los profesores de filosofía (o filósofos) que están a la última.

JM Valderas
7 de junio de 2012 a las 15:25

La vida intelectual, Sixto caro, está lleno de cambios de caballo a mitad de la carrera. De los emas más elementales a los mñaas complejos. Es el socorrido argumento ad hoc, del que se abusa incluso en biología, no digamos en psicología o en ética. El daño que eso produce en teología es incalculable. Cuando uno lee ciertas "aggiornadas" explicaciones de los misterios de la fe, piensa hasta qué extremos puede llegar la estupidez e inseguridad humana. El otro día, en cierta reunión, se hablaba de los problemas que plantea el llamado fenómeno END(experiences near death), para unos la mano de Dios; otros sosteníamos que a los fenómenos naturales había que darles una explicación natural (en este caso, cerebrales). Así pensaba santo Tomás. Y cuando algo cuestionaba la naturaleza, sin duda buscaban asidero a su fe. No lo hallé mejor sintetizado que en la secuencia del Dies irae: "Mors stupebit et natura cum resurgeret creatura". Parece como si aquellos medievales no buscaran razonar su fe, aquí en la Resurrección, y tenía el mundo que esperar a nuestras lumbreras. No sólo Sixto Caro cambian de caballo ganador los escépticos sub conditione, sino otros que pasan por maestros.

El Nocturno
16 de junio de 2012 a las 00:15

Dos cosillas que son casi una minucia pero quizás le aclare las ideas.

Primero, confunde usted, cosa común entre la gente ignorante de la ciencia, el escepticismo filosófico de los sofistas o de Sixtus Empiricus con el escepticismo científico. Quizá por desconocer la existencia de este segundo, usted llama "verdadero" a ese escepticismo rayano en el nihilismo que es una bonita pose filosófica tan inútil como, en general, todas las poses, filosóficas o no. Es como decir que "la verdadera agua" es dulce sólo por no conocer el mar y su agua salada.

Segundo, afirma usted que dios (su dios, supongo, habla como si sólo hubiera uno, habiendo miles) no es objeto de búsqueda científica. Por supuesto que esto es cierto, como no lo son las hadas, los pegasos y los duendes, es un constructo fantástico sin evidencias en su favor. Para su desgracia, sin embargo, no son los científicos los que han pretendido hacerlo objeto de estudio científico, sino personajes como los que su iglesia considera "grandes pensadores" quienes acuden a argumentos referidos a la realidad objetiva (el espacio de la ciencia) para tratar de demostrar la existencia de su deidad.

Eche un ojo a Agustín de Hipona y a Tomás de Aquino para conocer ese argumentario pretendidamente objetivo que el pensamiento racional ha tenido que responder, y ha respondido demoledoramente. Si ustedes dejaran de afirmar que un ser fantástico incide demostrablemente en la realidad objetiva (como en los supuestos milagros de los que tantos recursos obtienen), y que por tanto puede estudiarse científicamente, se ahorrarían muchos problemas, y de paso dejarían de tratar de venderle sus creencias a gente inocente, sobre todo niños, diciéndoles que su dios es responsable de hechos benéficos en la realidad. Y viviríamos más en paz.

Mucho dudo que este comentario pase la censura. En fin, Giordano Bruno aún los persigue.

autor
16 de junio de 2012 a las 02:42

"Science can neither prove nor disprove religion. Scientific advances have called
some religious beliefs into question, such as the ideas that the Earth was created
very recently, that the Sun goes around the Earth, and that mental illness is due
to possession by spirits or demons. But many religious beliefs involve entities or ideas that currently are not within the domain of science. Thus, it would be false to assume that all religious beliefs can be challenged by scientific findings". Committee on Revising Science and Creationism: A View from the National Academy of Sciences, National Academy of Sciences and Institute of Medicine of the
National Academies: http://download.nap.edu/cart/download.cgi?&record_id=11876&free=1

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