24
Sep
2007Sep
Gregoriano ecuménico
1 comentariosHace un par de días, en la iglesia de San Pablo de Valladolid, hubo un espléndido concierto de música en el que, dada la estructura de la obra, se mezclaba polifonía renacentista con gregoriano. El resultado fue excelente. El coro gregoriano, la Schola Antiqua, dirigida por alguien a quien tengo la suerte de tener por amigo, Juan Carlos Asensio, interpretó un gregoriano precioso, dulce, sutil. Y a algunos nos atacaba una cierta nostalgia, el dolor por la pérdida. Ciertamente es difícil hoy, en España, recuperar el canto gregoriano en nuestra liturgia, porque somos pocos, viejos, tenemos muchas tareas, no podemos dedicar tiempo al ensayo, etc. Mas, de vez en cuando, lo hacemos: capítulos, ocasiones especiales en la que nos juntamos muchos… Y entonces resuena algo que, en otras partes del mundo, hacen de manera cotidiana. Ahora bien, lo que me llama la atención es cómo valora la gente esas manifestaciones litúrgicas. La Schola Antiqua, cantando las letanías, procesionó por la iglesia, y el silencio era total, reverencial, y –¿por qué no?– litúrgico, seguramente orante, para algunos. Una conocida, después del concierto, me decía: hemos escuchado misa y rosario. Seguramente tiene bastante razón, ¿no? Los grupos musicales que rescatan una tradición a la que nosotros no podemos echarle mano me recuerdan el pasaje de Mc 9, 38: cuando Juan le dice a Jesús que uno anda expulsando demonios en su nombre, y, al ver que le pisaban el terreno, quiso impedírselo, Jesús le responde: el que no está contra nosotros está por nosotros. Ésta, creo, es la raíz de todo ecumenismo.