Dic
Judas, Judas..., me suena
1 comentarios¿Te acuerdas del Evangelio de Judas? No, ni tú ni casi nadie. Fue portada de todos los periódicos, supongo que la Nacional Geographic Society se forraría con la exclusiva, y un montón de gente se llevó las manos a la cabeza cuando se nos contaba que en ese evangelio aparecía Judas como un héroe. Las prisas, las prisas, oh cúan malas consejeras son: aparece un documento (o una piedra, un hueso o un chimpancé parlante) y hay que darle salida, contarlo bien pronto, porque si no deja de ser noticia. ¡Fíjate que si se nos adelanta otra agencia u otro grupo generador de opinión! ¿Por qué me he acordado de él yo ahora mismo? Por nada especial, sólo porque el NY Times traía un artículo al respecto. En él, el autor, un profesor de Biblia de la Universidad de Rice, nos cuenta que “el gran problema es que Nacional Geographic deseaba una exclusiva, de modo que exigió a sus expertos que firmasen una declaración de no revelación, para no discutir el texto con otros expertos antes de la publicación”. ¿Por qué? Parece ser que el problema es la traducción del término “daimon”, que tiene muchos significados (todos tenemos un daimon, y la felicidad, para Aristóteles es la eudaimonía, el tener un buen espíritu). Pero claro, parece ser que en el contexto gnóstico del evangelio el término tenía el significado de demonio, un eón maléfico (y los expertos paniaguados dieron por buena la traducción de daimon como espíritu). O sea, que según esta nueva versión, una vez que todos los expertos han tenido acceso a una versión más o menos autorizada del evangelio de Judas, éste tenía cuernos, rabo y olía a azufre del que tanto le gusta percibir a Hugo Chávez. Por eso, cuando le digan que “la ciencia demuestra que tal evangelio…”, espérese un tiempo, que la exégesis, en cuanto disciplina científica, va al pasito. Las demostraciones de golpe sólo las hacen las agencias de prensa y los políticos. Los demás, los que buscan la verdad, suelen ser más morigerados.