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La creencia solar
3 comentarios“Un hombre que está dispuesto a cambiar de opinión sobre cualquiera de sus creencias siempre que le parezca que la evidencia habla contra ellas no será capaz de aferrarse a ellas el tiempo suficiente para desarrollarlas y comprobarlas de modo apropiado”. Eso decía un filósofo respecto a la creencia religiosa. Esta tesis, en realidad, se aplica a todas las creencias, religiosas o no, en las que los “cambios de opinión” constantes muestran que esas creencias ni son inveteradas ni son auténticas. Una creencia robusta es aquella que no es inmune a la evidencia en contra, pero que no se deja quebrar por el primer elemento que parece contradecirla. No hace falta ser el santo Job para mantener una creencia contra viento y marea, aunque ese sea un ejemplo límite. Basta con ser un ser humano que no muda sus convicciones según sople el viento de la moda o el sol que más calienta. Es necesario, según hace saber el filósofo arriba citado, dejar que el tiempo haga su trabajo trabando las creencias, permitiendo que se desarrollen y dejando que estas tengan su efecto. De otro modo, las creencias se moldean sobre el célebre dicho marxiano (de Groucho) sobre la mutabilidad de los principios: estas son mis creencias. Si no le gustan (¿a quién?), tengo otras. Qué tendrá el sol que más moreno pone para desarrollar la indignidad de modo exponencial…