Dic
La profesión de fe
1 comentariosAyer escuchaba un podcast de filosofía sobre Pierre Bayle. En él el comentarista afirmaba que la obligación para con la propia conciencia había sido proclamada por vez primera por Bayle a finales del siglo XVII. Yo juro que lo he leído en Tomás de Aquino. Pero en ese podcast nunca sale Tomás de Aquino ni nada que se haya pensado antes del siglo XVII-XVIII. Es el problema de haber sido educado en los clásicos. Uno se da cuenta de que antes de que la tradición intelectual dominante se forjase ya se habían dicho cosas muy sensatas.
Mientras recordaba esto, leía en la red este delicioso y sorprendente titular de la BBC, que se ve que ya no es lo que era: “EE.UU.: Ben Carson, el médico que no cree en la teoría de la evolución que Donald Trump eligió como su secretario de Vivienda”. No sé qué sabrá de vivienda un neurocirujano extraordinario, como parece que es este hombre, pionero en técnicas de curación de la epilepsia y demás. Pero no “cree” en la teoría de la evolución. Es decir, hay una tacha en su inmaculado expediente.
No sé en qué consiste “creer” en la evolución. Es algo así como decir que uno no “cree” en la gravedad o en la segunda ley de la termodinámica. Si alguien me dijese: “bah, mira, en realidad yo no creo que todo cuerpo persevere en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él”, le miraría con cara de sorpresa y pensaría que estaba utilizando el término “creencia” de una manera extraña. Yo no creo en la ley de la inercia. No es la actitud adecuada hacia esa ley. No sé por qué obligan a Carson a que “crea” la teoría de la evolución. Podrá pensar que es más o menos correcta, que los datos la corroboran o no, pero no puede creer en ella. Por si todavía había poca confusión en el artículo, el escribano añade que este hombre cree que “la raza humana es obra de Dios”, y de este modo se nos obliga a elegir en qué creer: en Dios o en la teoría de la evolución. Es un dilema más falso que un euro con la cara de Chiquito de la Calzada. O al menos a mí me lo parece. ¡No puedorrl!