Dic
Los muertos no olvidados
1 comentariosEn este convento en el que he pasado un tiempo se rememora cada día el aniversario de la muerte de los frailes de las distintas provincias del país. Antes de ir al refectorio, como es tradición, se reza de De Profundis, y se leen todos esos nombres, para que ninguno caiga en eso del salmo, “los muertos ya olvidados”. A veces aparecen nombres del siglo XIX, otros de principios del XX, algunos, quizá cercanos, de otras provincias… Pero, obviamente, en algún momento se lee el nombre de algún fraile de esta provincia que murió no hace demasiado y que fue conocido por los frailes que habitan esta casa, lo que suscita una especie de murmullo de memoria y un movimiento de cabeza. En ese momento, supongo, su imagen y su vida concentrada en un instante se hacen presentes en la mente de los que rezan por él. Se trataba de un fraile más, uno de tantos en la estadística del recuerdo civil, si podemos hablar así, pero para cada uno de aquellos cuya vida afectó deja de ser un quidam, que dicen los que saben latín, y se pasa a ser alguien bien determinado, definido y seguramente querido.
Esa idea de las viejas gentes –que se ha hurtado un tanto a las jóvenes generaciones- que afirma tan metafóricamente que nada se olvida en “la mente de Dios”, encuentra una imagen bien hermosa en este recuerdo cotidiano de los frailes. Una bella práctica. Podríamos hacerlo también…