12
Sep
2007Sep
Madeleine
2 comentariosNo sé qué pensar sobre el caso Madeleine. Cualquier europeo sabe de lo que estoy hablando: la niña inglesa desaparecida y que, presuntamente, podría haber muerto a manos de sus padres, los McCaan. Al menos eso es lo que los medios de comunicación nos hacen ver, cada día de modo más pesado y pesante. Cuando todo empezó, los medios se volcaron con los padres, apoyándolos en todo para tratar de encontrar a esa niña de rostro angelical. Pero estos mismos medios nunca actúan gratis: siempre se cobran sus servicios. Y es lo que sucede hoy, que el siguiente plato de su menú son los McCaan, de los que, dentro de un par de meses, no quedarán ni las raspas. Porque es la dinámica de la comunicación: hoy por mí y mañana por mí. Los grandes medios de comunicación son autotélicos (tienen su fin en sí mismos), y si, por casualidad, ayudan, ello es accesorio. Son como los bancos, que buscan hacer dinero, y los políticos, que buscan conservarse en el poder. Todo lo que, a mayores, salga de un político o de un banco, es tangencial y accidental. Personalmente, no puedo creer lo que nos tratan de hacer tragar: que esos padres se cargaron a su hija y montaron un circo para ocultarlo. Es la noticia más aberrante que se puede dar y, sin embargo, la prensa nos la transmite como si una gallina hubiese puesto un huevo verde, algo extraño, pero no tanto. El refranero español es sabio a este respecto: “a perro flaco, todo son pulgas”, o “del árbol caído todo el mundo hace palillos”. A los McCaan se los van a comer, de eso no hay duda. Pero yo me resisto a creer en su culpabilidad. Lo cierto es que, pase lo que pase, tras esta damnatio memoriae, nunca se recuperarán. Lo único que podría salvarles es que Madeleine apareciese y aquí no ha pasado nada. Mas nadie crea que, aún en ese improbable caso, la prensa pediría perdón. Eso queda para el Papa, la Iglesia y el caso Galileo, que ya son ganas de rascar la bola, porque si algo nos enseña la experiencia cotidiana es que el que camina mirando hacia atrás acaba por estrellarse contra lo que tiene delante. Y después de esto, sigo sin saber que pensar, y mira que he pensado. Ah, y siento que el Vaticano, ante el giro de los acontecimientos, haya borrado el enlace a la página de Madeleine. Para esto sí han corrido, hombre.