23
Dic
2007Dic
Navidad, solsticio y nada
2 comentarios
Hemos llegado a las navidades sin demasiados tropiezos. Hubo un centollo, barbado tengo entendido, tiempo ha que le dio por celebrar el solsticio de invierno. Espero que se lo haya pasado bien, pero, ¿por qué quedarnos en el solsticio de invierno? Siempre se puede ir un poco más atrás, cuando no se celebraba nada, y así, nos convertimos en gallinas ponedoras. Recuerdo que el profesor de gallego del instituto en que me cupo la suerte estudiar, años ha, cuando le preguntaban por qué no hablábamos todos una única lengua, respondía: porque eso lo hacen los perros (dicho en gallego, claro, pero no lo transcribo porque seguro que no respecto las reglas del gallego normalizado). Y es verdad. Seguro que las golondrinas perciben que hoy empiezan a crecer los días, no me cabe duda. Pero no se les pasa por la cabeza que haya un grupo de personas que rememoren una historia de salvación, una historia que a veces se ve reducida a un comer y beber que mañana hemos de morir (lo cual no justifica que haya de hacerse así y reducirse a ello, ni que hayan de suprimirse las celebraciones que presentan la felicidad compartida). Los niños cantan villancicos en sus escuelas y se ponen belenes. Los que antaño protestaban parece que este año han permanecido callados, no sé por qué razón. Quizá se dieron cuenta de que no llevaban razón y de que sus razones no tenían mucho peso, poco más que la pluma y la paja. Aunque ya sabemos que la razón no lo es todo. Pero desde luego, el solsticio de invierno tampoco lo es. Y los seres humanos somos más culturales que naturales. Alguno dirás que el solsticio es “natural” y la navidad es “cultural”. Gran bobada. Pregúntenle a los movimientos de rotación y traslación de nuestro planeta, que seguro que es muy consciente del solsticio. Los calendarios son más cultura que ciencia y hace falta mucha cultura para cambiarlos. Si Napoleón no pudo, no creo que un quidam barbudo vaya a poder. Hacen falta razones y quiñones.