Oct
Paisaje moral (¿baldío?)
3 comentariosCiertamente, cada quien se instala en el sendero que más le gusta, en el que mejor le va o en el que cree que puede hacer más bien (muchos se instalan en otros senderos sin razón alguna, seguramente). Sam Harris, uno de los famosos miembros de eso que se ha dado en llamar los “nuevos ateos”, después de, en su opinión, haberse cepillado la religión, va ahora a por la ética: parece ser que la vida buena sólo puede ser dictada/descubierta por la neurociencia. Supongo que tratará de hacer nuevos amigos entre los filósofos. Pero la cosa seguramente no es tan fácil, y él mismo, según se nos informa en esta reseña del NYTimes, es consciente de ello, porque hay algunas razones para dudar de la validez de esta tesis, que son conocidas por un estudiante de primero de filosofía (y parece que Harris también): la celebre falacia naturalista o los problemas ínsitos en el utilitarismo. Vivimos en la “época neuro”. Todo es neuro (-ética, -estética, -política, etc.). Y está de moda pensar que la ciencia lo agota todo. A veces pienso que la cubierta “científica” de algo repite el proceso antiguo de fundamentar el discurso en las autoridades reconocidas. Rabelais, en Gargantúa y Pantagruel, cita una infinidad de divertidos libros escolásticos que tratan absolutamente de todo lo que uno se pueda imaginar, con los consabidos títulos latinos rimbombantes. Y en el XXI parece que se repite la misma tendencia escolar: ¿no existe la más mínima posibilidad de que lo “-neuro” no sea todo lo que hay? Seguro que en el cielo y en la tierra hay más cosas de las que conocenuestra filosofía, que decía Hamlet. O al menos, hay otras formas de entender el mundo que no tienen por qué avergonzarse en absoluto por no seguir los presupuestos (metafísicos, dicho sea de paso) del naturalismo.