Jun
Para los que no están "refalfiaos"
1 comentariosY de nuevo nos sorprende la prensa con una noticia que deja a lo religioso en general y a lo católico en particular en buen lugar, pues no es lo más habitual, de ahí que le pille a uno despistado. Hace unos días, un articulista que escribe todos los días, lo cual no sé si es la mejor terapia para pararse a pensar un poco, decía que las religiones son mentira. Hala. Sin manos. Eso, sin detenerse tampoco en sesudos análisis, implica que él sabe qué es la verdad. Otro filósofo, famoso por su ateísmo (D. Dennett), decía que Dios no existe, en una entrevista aparecida hace un par de días en no sé dónde. Supongo que lo afirmaba con temor y temblor, digo yo, dándose cuenta de que, en la muy desarrollada y meticulosa epistemología que maneja, eso no es una proposición que tenga un valor de de verdad distinto del que tiene mi afirmación de que sí existe. Pero no hay manera. “Dios no existe” es ciencia y “Dios existe” es superchería. Y con estos prenotandos estaba yo cuando me encontré la noticia de este médico católico en Sudán atendiendo, él solito, a medio millón de personas, porque allí no queda nadie más. El articulista dice: “también hay muchísimos cooperantes laicos que hacen un trabajo heroico. Pero la gente que he encontrado a lo largo de los años en los lugares más imposibles -como Nuba, de donde ha huido toda persona razonable- son poco razonables, de un modo desproporcionado, debido a su fe”. Cuando la fe religiosa se convierte en un elemento tan configurador de la existencia propia y ajena, tan humanizador de la vida y tan esencial para aquellos que no están “refalfiaos” (permítaseme el asturianismo), ¿no tendremos que conceder a aquello que predica al menos el beneficio de la duda? Un pragmatista de pro, por muy no creyente que fuese, diría: vaya que sí. Vaya que sí.