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Pero ¿este es cura?
3 comentariosHace un par de días asistí a una suerte de cinefórum sobre la película “Million Dollar Baby”. El conferenciante, amigo para más señas, comenzó su charla advirtiendo que sus argumentos iban a girar en torno la defensa de la vida desde el momento de la concepción hasta el último instante de la misma y advirtió, no sin ironía, que si alguien quería, en ese momento, abandonar la sala, era libre de hacerlo. Y digo que no sin ironía porque hará dos o tres años, el tema fue el aborto y varias personas salieron dando portazos de la sala. Y no porque sus argumentos (del conferenciante) no fuesen sólidos, que lo eran y lo fueron de nuevo en esta última sesión, sino porque no estaban dispuestos a escucharlos. En esta de hace un par de días, hizo una magnífica argumentación del falso dilema que supone tener que elegir entre eutanasia y distanasia y cómo era necesario explorar el nuevo curso de acción que se había abierto una vez desenmascarada esa falacia, a saber, los cuidados paliativos (sé que en esto concordará alguien que me lee). Sin proponer fórmulas mágicas que cubran todos los casos (¡claro que hay casos difíciles que ponen a prueba cualquier argumentación ética!), defendió que la carga de la prueba no tiene que llevarla quien quiere seguir viviendo, que es lo que parece desprenderse de ciertos discursos. Obviamente me estoy dejando muchos elementos de su espléndida charla por el camino. Trato de compartir la idea de que se puede ser racional defendiendo cosas que no comulgan seguramente con las ideas más populares que, en ocasiones, son menos “racionales” desde el punto de vista argumentativo. Alguien preguntó (no podía ser de otro modo) si el conferenciante era cura. No, no era el caso. Algo semejante sucede cuando alguno de mis alumnos lee a Plotino…, que también piensa que un poco cura ha de ser. Pues no. Y razón tenía, tanta que sigue influyendo con una fuerza inopinada.