Abr
Pero no la ha demostrado
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Entre la miríada de textos y comentarios publicados a lo largo de estas tes intensas jornadas, hay uno que me ha llamado la atención. Un articulista comentaba que el papa no había demostrado la existencia de Dios. Es evidente que no, ni creo que dedicase a ello ni un minuto. No sé cuántos papas han desarrollado tratados teológicos y filosóficos. Imagino que la mayoría no lo han tomado como asunto propio. No conviene olvidar que la Suma de Teología de Santo Tomas dedica una de sus cientos de cuestiones al asunto. Una nada más. Pero el tema no es ese. El tema, como siempre, es el de la predisposición, la plantilla que nos configura socialmente.
Hace no mucho escuchaba en la radio a un señor hablando sobre Kurt Gödel, concretamente sobre sus teoremas de incompletitud, que alababa. El tertuliano dejaba caer que también había demostrado la existencia de Dios, pero afirmaba su prueba –y aquí añadía un adverbio del tipo “obviamente” o “evidentemente”, no recuerdo con exactitud–, era muy criticable. Ahí se quedó el hombre, cuando todos habíamos abierto los oídos para ver cómo desmontaba el argumento; no lo hizo, ya que no es nada fácil comprender en detalle el desarrollo gödeliano y menos aún exponerlo en un programa de estos que la gente usa para dormir. La clave está, como en toda argumentación en el mundo ha sido, en si se aceptan sus premisas o no. Ya Tomás de Aquino señalaba el elemento de la voluntad en la creencia. Sin este, como decía un lógico, el argumento prueba, claro que sí, pero solo en la pizarra.