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Qué dependientes
1 comentariosNo hay día en el que no aparezcan noticias dignas de comentar… y otras que seguramente lo merecen en algún mundo posible, pero me parece que algunos de nosotros ni siquiera aparecemos en ese mundo, así que, y dado que “ars longa, vita brevis”, no queda más remedio que ir haciendo elecciones de lo que se lee, se escucha, se estudia y hasta de lo que se pasea… Pero hay algo que comparten muchas de las noticias de estos días: los supuestos ocultos, por así decir. Cuando uno expone en clase una tesis, sólida, sensata y muy defendible, en seguida tiene que hacer conscientes a los que acaban de ser convencidos, de las hipótesis ocultas (sin que esto tenga connotación moral alguna, más de la que lo tiene el “secreto” del archivo vaticano) que necesariamente hay que aceptar para que la tesis triunfe. Eso pasa en los debates científicos, filosóficos, políticos, religiosos, etc. Y cuando uno se da cuenta de todas esas hipótesis ocultas que van con la tesis que parecía triunfante, entonces sí puede adueñarse de la misma. Obviamente nadie puede justificar por completo todo el sistema en el que se insertan sus afirmaciones y, en gran medida, depende de una justificación comunitaria, sea, de nuevo, en filosofía, en religión o en ciencia, es decir, en cualquier actividad humana. Con esto no quiero decir que las justificaciones sean iguales ni que sigan el mismo método, nada más lejos, puesto que los métodos son, en parte, lo que constituye las distintas disciplinas o modos de relacionarse con lo real. Y que dependamos tanto unos de otros hasta en lo que nos parece más evidente ayuda a pensar en qué consiste ser humano.