Dic
¿Sabría María eso?
2 comentariosHoy me he encontrado con este bonito villancico, de buena música y buena letra… En una página web he encontrado esta traducción de la letra:
María, ¿sabías que tu bebé caminaría un día sobre el agua?
María, ¿sabías que tu bebé salvaría a nuestros hijos e hijas?
¿Sabías que tu bebé vino para hacerte nueva?
Que ese niño que tú diste a luz, pronto te traería a la Luz
María, ¿sabías que tu bebé dará la vista a un hombre ciego?
María, ¿sabías que tu bebé calmará una tormenta con su mano?
¿Sabías que tu bebé ha caminado por donde los ángeles pisaron?
Que cuando besabas a tu pequeño niño besabas el rostro de Dios.
¿María, sabías? ¿María, sabías?
Los ciegos verán, los sordos oirán
Los muertos volverán a vivir
Los paralíticos saltarán,
Los mudos hablarán las alabanzas del Cordero.
María, ¿sabías que tu bebé es el Señor de toda la creación?
María, ¿sabías que tu bebé gobernará un día las naciones?
¿Sabías que tu bebé es el Cordero Perfecto del cielo?
Que el Niño dormido que sostienes es el gran “yo soy”.
Supongo que para mucha gente todo esto sonará a chino mandarín, una vez que los referentes básicos se han perdido. Pero esa es una batalla pendiente. Me llamó la atención la frase: “¿Sabías que cuando besabas a tu pequeño niño besabas el rostro de Dios?”. Supongo que habrá mucha gente que piense que eso es falso. Cuando besas el rostro de tu hijo besas el rostro de tu hijo. Tautología. Nada más se puede decir. Pobre gente, pienso yo. Son, como decía Jonathan Swift, arañitas encerradas en la esquina de una seguridad que pueden proteger, esperando que caigan las moscas y con miedo de adentrarse en lo un territorio que les parece desconocido… Otros dirán: bueno, sí, pero es una metáfora y las metáforas ya se sabe, si se las toma muy en serio, uno acaba perdiendo contacto con lo real. Porque todos sabemos que las metáforas no dicen nada cierto de la realidad. Para eso ya tiene la sociedad sabios que decretan que el rostro del niño es una bonita interfaz que sus egoístas genes usan para perpetuarse. Y esto no es metáfora, sino verdad de la buena (la única posible). En fin...
Habrá, sin duda, quienes hayan tenido la experiencia de lo que relata esa frase y habrán visto en el rostro de su hijo una revelación del rostro de Dios. Literalmente. Porque el mundo está lleno de signos, ninguno de los cuales es tan convincente y claro como para que a nadie le quede más remedio que aceptar la realidad de la que son signos, pero que, al mismo tiempo, son lo suficientemente explícitos como para que quien quiera (y la fe es también un acto de la voluntad, como decía el Aquinate) se abra a esa epifanía. Algo nos dice la Navidad sobre eso.