Hace un ratito quería escribir el blog hodierno sobre un artículo que aparece en el NY Times, en el que Stanley Fish reflexiona sobre las relaciones entre religión y ley, que no les vendría mal leer ni a los purpurados ni a las ministras/os de nuestro gobierno. Pero pensé que sería un tanto pelma y alguno podría pensar que soy un pedante por citar ese periódico todos los días. Quién sabe, puede ser. Mas nadie me dirá, entonces, que no soy progre, porque se sabe que ese periódico es adalid de la libertad y de los progres yankis, aunque dicen los que saben que en este país hay que leer el idem. Bueno, ya que lo dicen, caeré. Y caí. Y me encuentro con nuestro amigo Olivero Toscani, con su camiseta de 60 € que reza: “Es navidad, ¿follamos?” Vamos por pasos. Me parece una idea excelente la del ayuntamiento de Milán no imponer censura sobre ese eslogan. Es tan bueno como cualquier otro y además es una espléndida economía de medios. Una frase y todo el mundo habla del ayuntamiento de Milán. Consecuencias de la camiseta:
1) Hay que ser bobo para pagar 60 € por esa camiseta cuando por el mismo eslogan, o el que usted quiera, en una tienda de todo a cien le van a cobrar un eurillo.
2) ¿Y si le digo que sí a la mujer guapísima y turgente que lleve esa camiseta? ¿Me acusarán de acoso sexual? Bueno, ella parece que preguntaba, ¿no?
3) ¿Y si le digo que no a la camisetera que no me parezca atractiva? ¿Me acusaran de superficial por no fijarme en la belleza interior? (Desde luego, la pregunta en la camiseta no parece querer decir algo así como “me gustaría entablar una relación profunda, en la que ambos discutamos sobre los constituyentes de nuestro Sitz-im-Leben, de cara a un posible encuentro sexual si concluimos que puede darse un fructífero encuentro mutuo”).
4) Y si no me siento aludido por un hombre que lleve esa camiseta que, quizá, aunque lo dudo, se dirigiese a mí, ¿me acusaran de no respetar la sana diversidad genérico-sexual?
A mí, el resultado de la pregunta, como se ve, ni me va ni me viene, entre otras cosas porque se supone que no soy sujeto para tal pregunta (voto de castidad obliga). Y además, algún obispo está más preocupado por eso que por el nepotismo, aunque en la historia de la Iglesia se hayan dado ambas cosas, siendo peor vista ésta última, dicho sea de paso, que está bien fresquita. Prefiero, de verdad, a Toscani con sus bobadas que la cantidad de insignes teólogos (dice la prensa) que están accediendo a la dignidad del episcopado. Perdón por la mordacidad, pero en este caso, estoy un poco buñueliano: si hay que elegir, prefiero el nicolaitismo al nepotismo. Así que propongo un eslogan para otra camiseta: “Viva el nicolaitismo y abajo el nepotismo”.