He mirado la página web de ese evento en el que participan los científicos que todos los días hablan de cosas religiosas, por ver si se trataba de alguna iniciativa cultural, o incluso pía, o impía, ya que, por lo que se ve, la religión y Dios son omnipresentes . Y parece que no, que es una festival “abierto a cualquier persona que tenga pasión por la astronomía, la ciencia, las artes y la música, y con el deseo de saber más acerca de ‘dónde venimos’ y ‘qué hay’ en el Universo”. Las comillas interiores de esta cita son de la misma página web, no mías. No sé muy bien qué significan. Quizá que no venimos de ninguna parte, quizá que no hay nada en el universo, o también que quien diseñó la página se quiso curar en salud: mira que si ni siquiera venimos y ni siquiera somos y me lo demuestran los conferenciantes con una fórmula matemática y quedo como un lelo...
En fin, que no es un festival religioso ni antirreligioso, pero por lo que se ve va a tener razón Tomás de Aquino (glub, si se lo cito a alguno de los que hablan ahí, ya, sin más, me condena a la hoguera… Qué paradojas tienen las cosas de este mundo) cuando decía que incluso la “vetula” era teóloga, en la medida en que se preguntaba por Dios desde su experiencia. Obviamente, todo el mundo tiene derecho, y sus razones, para afirmar sobre Dios lo que le parezca más sensato y más racional a partir de sus conocimientos, sus experiencias, su expectativas y de cómo le vaya en la fiesta, pero, por muy científico o compositor de óperas que sea uno, por suerte o por desgracia, lo que diga ni es científico ni es una ópera. El famoso biólogo que siempre trata de sacarnos de nuestro error aunque tenga que obligarnos a ser libres, y que a veces ha de ser un poquito irracional (o al menos tramposillo) para hacernos racionales a su modo, cuenta en algún sitio que lo que le enfadó de toda esta historia fue que alguien le dijese que la cuestión de Dios había que preguntársela al capellán. Y el montó en cólera y ahí tuvo su caída del caballo. Suena bien para contarlo y tal, pero dudo que hubiese un caballo en el asunto, porque la cosa apunta a que nunca comenzó a cabalgar. Y creo que la metáfora esta me ha llevado demasiado lejos. No quería decir nada especial al respecto, que ya está dicho por mucha gente y mucho mejor que yo. Solo recordaba a Montaigne, quien vino a visitarme el otro día, súbitamente, con esta cita que tenía recogida por ahí: “Me gustaría que cada uno escribiese sobre lo que sabe y cuanto sabe, no sólo en esto sino en cualquier otro tema: pues uno puede tener algún especial conocimiento o experiencia sobre la naturaleza de un río o de una fuente y no saber del resto más que lo que saben lo demás. Decidirá, sin embargo, escribir la física entera para publicar ese pequeño retazo. De este vicio nacen muchos y grandes prejuicios” (Ensayos, I, 31). Pues no sé, igual sabe tanto o más la “vetula” del asunto que nos ocupa. Igual.
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