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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
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19
Jun
2014
Los tests y esas cosas
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Simone Weil, en esa obra tan sugerente que es La gravedad y la gracia, afirma que Dios solo se puede mostrar en el mundo retirándose del mismo, porque aparecer ante nosotros revestido de los atributos divinos implicaría aniquilar todos lo que no es Dios, deshacer la creación. Por eso, esa ausencia se hace presente en Cristo, también autonegación. Es posible que alguien diga: eso no significa nada, no se entiende, no es verificable, no le puedo aplicar el test que la convertiría esa proposición en significativa. Ah, el test, qué interesante es el test. El otro día la prensa se hizo eco de una máquina que parece ser había pasado superado el test de Turing, con lo que algunos, con más prisa que el Conejo Blanco de Alicia en el País de las Maravillas, arrojaron por la borda la idea de persona (aunque esta no esté implícita como tal en ese test, ya que abarca más cosas que el tipo de inteligencia que se pone de manifiesto en esa prueba, pero en fin), como otra de esas muestras de la psicología folk que estamos a punto de desechar. Tradicionalmente se ha pensado que si dos cosas parecen lo mismo cabe pensar que son lo mismo, pero llevamos ya mucho tiempo, en distintas disciplinas, reflexionando sobre cosas que parecen iguales y, sin embargo, son completamente diferentes, lo que nos permite seguir pensado que la razón de su ser diferentes debe estar en algo que no está tan claramente a la vista como cabría esperar.

La clave, como siempre, es el test, el procedimiento, que ya en su mismo diseño en cierto modo prescribe los resultados que se pueden obtener. Y el procedimiento también se interpreta. Alguna vez he citado a un sabio fraile que debía estar escribiendo algo sobre Heidegger en su procesador de textos y word no hacía más que subrayarle en rojo palabra tras palabra. Y él se hacía esta sensata reflexión: ¿quién está errado, Heidegger o word? Al final, uno tiene que decidirse por uno u otro y entonces, y solo entonces, podrá tratar de mejorar el procesador de textos o al filósofo.

Lo dicho, presencia ausente, ausencia presente, o “vivo sin vivir en mí". Pues claro que no son verificables, no son fruto del laboratorio… Pero mira a ver si "son" antes de tirarlos por miedo a llegar tarde (el conejo, otra vez) al espíritu del momento.

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24
May
2014
Santo Domingo y su argumento
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Hoy que celebramos a Santo Domingo (y se celebran muchas más cosas, con lo que Santo Domingo, a quien tampoco hubiese preocupado demasiado la cosa, seguramente descenderá unos cuantos peldaños más en la escala de las preocupaciones, alegrías o intereses del día) que, entre otras cosas y según nos cuentan, se caracterizaba por predicar de modo incansable, hasta el punto de que aprendió alemán en una noche para evangelizar a alguno de aquella lengua. Que se diese ese hecho milagroso no agradaría demasiado a los profesores de alemán ni a los del instituto Goethe, pero que el santo fuese capaz de ponerse en el mismo lugar del otro para hablarle de lo que le interesaba desde su propio lugar en el mundo es asaz sorprendente, que dirían los que aún saben lo que significa asaz. Porque si lo que se quiere es ganar una discusión, lo mejor es mantenerse en el propio lugar y no ceder un ápice, sostenella y no enmendalla y darle vueltas. Léase si no El arte de tener razón de Schopenhauer. Si de lo que se trata es de ganar una discusión o un debate, las herramientas que tenemos a nuestra disposición son infinitas y muchas de ellas tienen poco que ver con la verdad. Así nos lo cuenta este filósofo en esta charla quien sostiene que las victorias a veces son solo un caldito para el ego, y que en ocasiones perder significa aceptar algo del otro y, en definitiva, ganar, aprender y ampliar la propia riqueza. Desde que la retórica existe hay un interés por ganar un debate tirando de argumentos, muchos de los cuales son supuestamente aceptados por todos y otros no. Pero muchas veces, en cuestiones vitales, los únicos argumentos que realmente funcionan son los argumentos vitales. Y la vida es todo lo contrario a quedarse plantado encima de una columna, inmóvil (ya sé, ya sé que hay santos para todo…). Argumentamos en y con la vida y eso llega y llena. Según cuentan, eso hacía Santo Domingo. Feliz día, pues.

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21
May
2014
Cómo se dicen las cosas
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Leía esta tarde la noticia de que se había muerto el “padre de la piel del Padrino”, es decir, el director de fotografía que trabajó con Coppola en esa película. En otro periódico se hablaba de que había muerto el director de fotografía de algunas películas de Woody Allen. Evidentemente, se trata de la misma persona, pero, como señalaban ya hace tiempo los filósofos del lenguaje, el modo de referirse a una misma realidad no es neutral. No provoca, supongo, la misma reacción en los distintos públicos, unos más amantes de ciertas películas o directores que de otros. Por eso, el modo de referirse a una realidad, aun cuando sea a un objeto que está encima de la mesa, indica cuál es nuestro modo de estar en el mundo del que ese objeto forma parte. Cunado hablamos construimos realidades, porque permitimos que unas cosas brillen y otras se enmarranen. Ahora que en España estamos en campaña electoral vemos cómo los políticos hacen cosas con palabras, como decía el filósofo aquel, y a veces llevan al paroxismo el juego sofístico del que tanto sospechaba aquel otro filósofo.
Y sí, las palabras no son neutras. Además de los dislates políticos, los periodísticos. El otro día, un artículo de El País anunciaba en su titular: “La Iglesia lanza una campaña en Castilla y León para buscar seglares que puedan dar misa”. Ya el “dar misa” y los seglares tras los que se anda para que puedan darla, o lo que sea, que tampoco parece que le vaya en ello mucho al redactor, señalan que el artículo promete. Si seguimos leyendo vemos que lo que “da” este buen hombre que da cosas es “un sucedáneo llamado celebración de la palabra”. Espléndida caracterización litúrgica que recuerda al chocolate que nos daban a veces en el colegio. Habla más adelante, para no perder el tono, del “cura propietario de la parroquia” (sic) y de que, al buen hombre que da misa, antes, en otros sitios le boicoteaban y aún hoy hay personas que “se niegan a ir a misa si él está presente”… Pero, ¿no habíamos quedado en que era un sucedáneo? ¿O es misa en la que él está presente? (Salvo que haya querido decir “presida”, pèro aún así lo de la misa/sucedáneo queda sin resolver. Qué misterio). Etc. Si desde un periódico serio ni siquiera se preocupan de revisar la corrección de lo que escriben, ¿por qué habría que pensar que, cuando critican o ponderan una religión o una acción fundamentada en creencias religiosas se van a preocupar de revisar la fuerza de los argumentos o de las motivaciones? Lo que decía, que el modo de referirse a la realidad no solo revela el interés que se tiene hacia ella, sino también la consideración que merece para quien habla. No es lo mismo cómo se habla. No es lo mismo cómo se dice, aunque lo que se diga sea lo mismo.

 

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9
Abr
2014
El cura que cantaba aleluyas
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Cuántas cosas pasan en un día. Se ha muerto Subirachs, que, para quienes estudiamos en la Virgen del Camino, era una figura cotidiana. Autor de la fachada del santuario, impactante en la primera mirada e intemporal desde la segunda, su obra, junto a la de Curro, el arquitecto, la de Iribertegui y otras semejantes nos introducían en el mundo del arte contemporáneo de una manera suave, diaria y, sin duda, provechosísima. Que contemple lo que vislumbró es lo que le deseo. Y junto a lo luctuoso, internet, ese territorio de la hipervisualización (en el que todo, fuese pretendido o no como tal, acaba volviéndose visible) nos deja esta perla del cura versionando el “Aleluya” de Leonard Cohen en una boda, a modo de acción de gracias. No solo canta de maravilla el hombre, sino que relata la historia de lo que allí se celebra, con un sentido de la oportunidad increíblemente acertado. El problema de que se vuelva “viral”, como dicen ahora, es que es posible que pierda la raíz en el suelo que le dio origen, la boda de estos muchachos y sus circunstancias. Lo bueno, no obstante, es que también nosotros podemos verlo. Todo tiene sus pros y sus contras… Y no he podido evitar comparar este gesto con el tono general de la última boda a la que asistí, celebrada por un cura cansado y un tanto “funcionarial” que, ciertamente, certificaba la fe de los fieles en la gracia de Dios, lo cual también es un aspecto que hay que valorar. Pero, en este caso, no queda más que cantar aleluya por la oportunidad del cura irlandés

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30
Mar
2014
El Papa y Caviezel, los aprioris y los hechos
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Desde hace varios días quería escribir algo sobre el año de papado de Francisco. Pero se me ha ido pasando y, con ello, el año se fue. Pensaba hacerlo porque el otro día me encontré con no sé qué revista o periódico, ya no me acuerdo, del año pasado… Y tampoco sé cómo apareció. En fin, en él entrevistaban a representantes de otras confesiones cristianas que decían que la elección del Papa iba a ser más de lo mismo. Y mira tú. En realidad, estoy convencido de que estas buenas gentes estarán pensando que es más de lo mismo, porque no ha hecho esto, aquello o lo de más allá. Ciertamente, uno se mueve por aprioris, esa cosa que ponemos alrededor, como una muralla, de nuestro modo de percibir el mundo y que no deja que se cuele nada que no encaje con ese pequeño castro en el que decidimos habitar, con sus varias filas de murallas protectoras, para que, si acaso algo pasa la primera barrera, la segunda lo detenga. En fin, que para unos ha cambiado mucho y para otros nada. Los “hechos” siempre están subdeterminados y este tipo de cambios históricos (y un nuevo Papa, aunque fuese indistinguible del anterior siempre es un cambio histórico) están tan colmados que nunca acabamos de entenderlos por completo. Véanse la cantidad de libros de historia que se escriben sobre un “hecho” que se resiste a ser conquistado. Ya los medievales decían aquello de quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur, pero lo que para ellos era lo que nos posibilitaba percibir y conocer la realidad, en la modernidad ha devenido un impedimento. Sí, es verdad, algo ha pasado para que desde hace unos siglos no nos sintamos en casa en este mundo en el que vivimos (y no por razones precisamente religiosas).
U habalando de razones religiosas, me he encontrado hoy por internet con este vídeo en el que Jim Caviezel, el protagonista de la Pasión de Cristo, habla sobre su interpretación de Jesús y sobre su propia fe religiosa. Cada uno pensará lo que quiera sobre lo que cuenta, pero no cabe duda de que es un predicador de campanillas. Y no me imagino a alguien de esa altura del mundo de la “cultura” (si el cine es cultura en España, se supone que también lo será en EE.UU, vamos digo yo) hablando en esos términos en un foro público. Chapeau.
 

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6
Mar
2014
Ceniza, Bien y típex
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El miércoles de ceniza, como, de modo especial, algunos otros días del año, las iglesias registran una afluencia masiva. Sí, masiva es la palabra para una iglesia que está hasta los topes un miércoles a las 7.30 de la tarde. Hay ciertas fechas señaladas en las que, jóvenes incluidos, la gente acude a la iglesia por alguna razón especial, y no hay duda de que la ceniza es una de ellas. Qué raro, pensará alguno. La filosofía, por poner un ejemplo, lleva más de un siglo tratando de “deconstruir” la conciencia moral, de mostrarnos que es una construcción burguesa, una instancia de control político introyectada por cada quién en una temprana edad, una cierta forma de neurosis que vaya usted a saber dónde se incubó, la imposición de los débiles sobre los fuertes, etc. Y algo de eso habrá (o a lo mejor no), como algo de todo hay en todo, pero sospecho que es algo más y aunque no vaya con el espíritu del tiempo (porque la intelectualidad que sale en la tele no siente culpa, y tampoco lo hacen muchos folclóricos/as, o militantes de organizaciones que matan gente, que no se arrepienten de nada) muchos nos damos cuenta de que, ay, hacemos lo que no queremos, lo que no debemos, lo que vemos que no está bien. Iris Murdoch, que no pasa por ser una devota al uso, volvió, no hace mucho, a insistir en la idea de que el Bien atrae e instaura una cierta tensión, y a la buena mujer le repateaba esa pretensión tan de su época de que cada quien crea los valores (lo bueno y lo malo, sin ir más lejos) por su decisión libre y fundante.
Yo a esa conciencia la llamo por su nombre, sí, conciencia y me maravilla, como a algún otro mucho más listo que yo, la conciencia de la obligatoriedad de los principios morales, que no sé muy bien de dónde sale (aunque hay explicaciones para aburrir), como no sé de dónde sale el carácter normativo, también, de las leyes de la lógica o de las matemáticas o de tantas otras cosas que nos fascinan y nos orientan en la vida cotidiana, aunque lo sospecho. ¿Por qué va tanta gente a recibir la ceniza? Pues seguro que parte de ellos, entre los que me cuento, porque querrían hacer las cosas que ese Bien demanda, y no a veces no pueden o no saben cómo,m que no hay manera, vamos. Spiritus quidem promptus est, sí, sí, pero, ay, en muchas ocasiones ni siquiera sabemos dónde está el Bien (así, en mayúscula y sin falsos sinónimos que se nos han colado de rondón, como lo correcto, que las equivocaciones a este respecto se arreglan típex). En fin, que a mí no me viene mal mirar el Bien para tratar de no deleitarme en la infirmitas.
 

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13
Feb
2014
Hay gente pa'to
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Presto mucha atención a los que saben mucho de alguna materia. Es justo y necesario. Y cada vez menos a los que saben de todo. En el mejor de los casos se mueven con truismos para llenar el discurso… ?palabras, palabras, palabras, que decía Hamlet? y en el peor hacen afirmaciones falsas o, si lo consideramos con benevolencia, incorrectas por apresuradas.
Al comentar un escrito sobre religión en un periódico norteamericano, un columnista señala que el ensayo que está reseñando supone que toda la filosofía sobre Dios (y la teología, claro), no sería más que una constante retirada frente al avance del naturalismo y el secularismo. Y para ello tiene que presentar “la pretendida síntesis de razón y revelación como una suerte de retiro teológico contemporáneo hacia la impotencia divina”. Para defender ese movimiento “contemporáneo” (que podemos rastrear en los santos Padres, nuestros contemporáneos, en efecto, y en el Aquinate, mucho más coetáneo, al menos mío, que muchos otros filósofos de ayer tarde) el autor en liza tiene que generar una serie de categorías excluyentes y exclusivas: los fundamentalistas, los modernistas (siempre en retirada) y los no creyentes. Como si no hubiese más. El articulista, para mostrar lo falaz de esto, cita al Aquinate y a muchos otros autores que no pueden incluirse en ninguna de las categorías. No, lo que hacían (y lo que muchos hacen) es otra cosa, porque no hay necesidad de ser no creyente si no se quiere caer en el fundamentalismo o se considera que no hay por qué esconderse de nada en el espacio del debate intelectual. Sólo si se aceptan las caricaturas de las figuras divinas ?en las que ciertamente creen algunos (y algunas confesiones quizá lo dicen de modo expreso, con una caracterización de la divinidad que se parece sospechosamente al superhombre nietzscheano… No sé quién habrá copiado de (o se habrá inspirado en) quién), es decir, tal como relata el autor criticado “en un hombre omnipotente (sic) que está en el cielo (sky, no heaven) creando reglas morales y vigilando las acciones humanas con una intensidad paranoica”? quizá haya que pensar que uno cree en cosas raras (perdón por esta frase tan larga). Y usted me dirá: pero hay gente que cree eso. Y yo le diré, como el torero: hay gente pa’tó. Pero, ¿tiene eso algo que ver con la creencia cristiana?
 

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1
Feb
2014
Manzanas medievales y pechos de facebook
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Estaba leyendo ayer, en un suplemento cultural atrasado, una entrevista a un escritor, en la que el buen hombre afirma esto sin que se le mueva el flequillo: “en todos los Estados modernos, el derecho penal se basa en la culpabilidad: no solamente se penalizan delitos, sino que también se juzga a las personas en función de su culpa. En la Edad Media, al que robaba una manzana se le cortaba la mano. No importaba si había cogido la manzana por hambre o por avaricia. Hoy reconocemos que hay una diferencia. Este es quizá el mayor logro de la Ilustración”. Vuelve por otra, me dije para mí mismo. No es que sea una generalización-twitter de esas que se repiten sin pensar, sino que es, a todos los efectos, mentira, una continuación de esas tesis impuestas que vienen rodando desde hace siglos y que no hay manera de quitárselas de encima. No hace falta ser medievalista (ya quisiera yo serlo) para darse cuenta de que esto no va a ninguna parte. A poco (a poco, insisto) que uno haya leído a cualquier pensador medieval se dará cuenta de el inmenso peso de las intenciones para configurar un hecho en cuanto hecho: yo veo al antedicho tipo cogiendo la manzana y el “coger la manzana” queda tipificado como un "hecho" u "otro hecho" en función de innumerables variables que no se ven en el “coger la manzana”. Eso lo pensaron los medievales, por Dios, que no eran tan cerriles. Pero en fin. Parece ser que, por fin, vivimos en una época mucho mejor en todos los ámbitos, tanto que precisamente lo que este hombre postula que sucedía en el medievo sucede hoy en facebook. Leo en la prensa que facebook ha censurado fotos de madres amamantando niños porque se les veía un pecho y que, por tanto, entraban en la categoría de desnudos. Ergo, la inexistente manzana de los medievales se ha convertido en el real pecho de facebook. Qué tendrá el medievo que es el saco para echar todas las inmundicias que se nos ocurren. Sospecho que, en el fondo, es un reino imaginado que nos creamos para mantener la ficción de que a partir de un momento de la historia (para cada quien distinto) las cosas han empezado a ser como tenían que ser. Y como, desde hace un par de siglos en adelante, Grecia se ha convertido en la Arcadia guardiana de la perfección, pues nada, es fácil: en el pasado remoto de nuestra cultura tenemos ahí 1000 añitos, que no son nada como casi decía el tango, para purgar nuestras culpas y ejercer la función de sombra jungiana de nuestra civilización. En fin, feliz octavario de Tomás de Aquino, que era más listo, prudente y sensato que los algoritmos de facebook. Manzanitas a él...

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29
Ene
2014
El Aquinate y su libro
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Ayer celebrábamos a Santo Tomás y pronto lo celebraremos de nuevo con un acontecimiento editorial significativo. Se trata de un libro que estudia los himnos de Santo Tomás en sus fuentes, en su autoría, en su estructura, en su contenido teológico… ¿Por qué digo que será un acontecimiento? En el Aquinate hay una cierta división tajante entre el teólogo sistemático, lacónico, analítico, preciso en los términos y el poeta de primera magnitud. Aquel está en las facultades de teología y de filosofía (bueno, depende, que hay gente que lo cambia por el último que ha llegado, sobre todo si no hay quien lo entienda, al que se considera más filósofo) y este está en la piedad popular, al menos de las generaciones que me han antecedido. En muchos oficios religiosos, la gente canta el Pange lingua, el Lauda Sion, el Adoro te devote con una naturalidad pasmosa. Tanta que uno tiene que salirse del canto, pararse, mirarlo, y, maravillado por tanta preciosidad poética, volver a entrar en lo que son estas composiciones, himnos, muchos de ellos oraciones para la devoción privada. Pero, qué bien escritos, qué altura poética. Por eso, muchos estudiosos han pensado que no podían ser de Santo Tomás, un tipo adusto, escolástico, tajante y demás cosas que le hemos atribuido para construir una imagen del Santo agradable en la academia. Tengo que confesar que la lectura de este libro me ha descubierto que Santo Tomás es el intelecto prodigioso en la construcción de esos milagros que son los artículos de sus obras, pero es también el sentimiento que embellece todo lo que allí había dicho. Parece que cuando se penetra de tal modo en la verdad, ésta se manifiesta como belleza. A ver si San Esteban saca pronto el libro y se vende como churros, porque, en efecto, lo merece. Por eso digo que es un acontecimiento... y de qué calibre.

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21
Ene
2014
La banda de las monjas
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En alguno de esos periódicos que suelo ojear me he encontrado con el anuncio del estreno de la película “Band of sisters”, que espero ver en cuanto esté disponible. Cuenta, parece ser, la historia de algunas monjas católicas estadounidenses, aprovechando, por lo que se ve en el fragmento promocional, el tirón de aquella investigación que el Vaticano andaba haciendo por allá y de la que nunca más se supo, o al menos yo, como parte de ese todo indiferenciado al que le van suministrando las noticias en dosis controladas, nunca más supe.
Alguna vez he hablado aquí de las monjas. He dicho alguna vez que para los que pasamos por la Virgen del Camino fueron alma mater, en el sentido más propio del término. He tenido ocasión de conocer a otras que ostentas cátedras en diversas universidades y a algunas que, ciertamente, ejercen el papel de vanguardia en infinidad de cosas: desde dejar atrás las piedras que pesan demasiado, sin que la historia se convierta más en una limitación que en una liberación, hasta ponerse al frente de algunos proyectos que parecen inimaginables… hasta qiue ellas los acometen, y cuando llegan las estructuras a dar forma a un proyecto, resulta que, como reza el título de ese libro que publicó San Esteban hace unos años, “Dios ya estaba allí”. Así que quedo a la espera de conseguir ese documental, a ver qué es lo que documenta.
 

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