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Blog Bitácora Véritas

Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

14
Nov
2009

Su lugar en el mundo

2 comentarios

Este fin de semana han estado y están por casaunos cuantos jóvenes interesados en ver algo de la vida dominicana, de ver cómo vivimos, quiénes somos, qué hacemos y cómo nos las apañamos. Cada uno tiene su historia, al igual que cada uno de los frailes la tenemos, y unos tienen más preguntas que otros, cada uno, también, desde lo que ha vivido y desde su Sitz im Leben o lugar en el mundo (pero ¡qué bien suena en alemán el chichinleben!).En cualquier caso, sus preguntas nos están sirviendo mucho a los frailes, no sólo porque cada uno nos comprendemos a nosotros mismos cuando tratamos de explicar nuestra experiencia, sino porque escuchamos cosas de otros frailes que ni sospechábamos, precisamente porque nunca habían sido comentadas ni formal ni informalmente (no porque fuesen secretas, si no tampoco hubiesen salido hoy).Y así uno se entera de que mi buen amigo y hermano X (ya no digo nombres, que luego todo se sabe) fue 10 años ayudante de universidad, que el otro Y vivió tantos años en Pamplona, etc. Y no porque no nos conozcamos, que nos conocemos, sino porque de vez en cuando se generan contextos que posibilitan la comunicación de determinadas cosas. Que hacen falta más de vez en cuando, es posible. Pero siempre hay que encontrar la mesura, pues al igual que la sonrisa es lo más deseable, una sonrisa eterna acaba convirtiéndose en una mueca. En fin, que espero que hayamos servido de algo a estos muchachos que andan buscando su sitio en el mundo.

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Josecable
16 de noviembre de 2009 a las 20:23

Amigo (y hermano) Sixto y amigos lectores. Llevando ya 24 horas en casa, y aunque el asunto está aún "caliente" me decido a escribir. Lo prometido es deuda, Sixto, y ya te dije que tu blog tendría alguna entrada más de lo habitual a partir de ahora. Supongo que me habrás conocido, pero por si acaso te diré que soy el que no paraba de reivindicar a la Provincia del Rosario. Espero que la censura "en blanco y negro" no dé muchos tijeretazos a mi humilde escrito.

Este fin de semana ha sido muy, pero que muy especial. Especial por hacer algo totalmente fuera de lo habitual en los que fuimos a veros. Especial al menos para mí porque es algo que llevaba tiempo queriendo hacer, aunque a lo mejor yo pensaba en más tiempo. Especial porque en ningún momento nos sentimos como extraños, sino como unos miembros más de la Comunidad. Especial, en definitiva, por infinidad de motivos. Los que íbamos desde Madrid/Toledo creo que no nos conocíamos de nada. Eso a la ida. A la vuelta es como si llevásemos juntos toda la vida. Vosotros habéis sido el nexo de unión ¡y vaya unión!, que ya estamos haciendo planes para vernos en próximas fechas. En cuanto a lo que nos llevó allí, he de decir que el encuentro personal con los frailes, y en especial la mesa redonda fue de lo más edificante. He de confesar que cuando me decidí a ir iba a hacer preguntas sobre el celibato, el por qué no os podéis casar y cosas así. Pero también es cierto que no sabía cómo lo iba a decir. Salió solo. Y es más, cuál fue mi grata sorpresa que ¡NO ERA EL ÚNICO! que iba con esa inquietud. A la hora de planteároslo, la forma tan natural de abordarlo por vuestra parte fue pasmosa, sobre todo con el Padre Cándido. Tú me dirás que por qué no va a ser así, pero desde fuera del convento, es un tema que da un poco de "palo" comentarlo dentro porque parece una costumbre inamovible de la que no se puede ni debe hablar. También depende de la mentalidad del sacerdote al que le plantees la cuestión, claro está. Por lo demás, compartir vuestro horario, vuestras oraciones, ver vuestras actividades y reflexionar en vuestro ambiente lo que tantas veces he reflexionado en casa ha sido muy gratificante. Definitivamente sí, nos habéis servido, y de mucho. Sólo Dios sabe qué pasará el día de mañana con nosotros, pero al menos yo este fin de semana me he sentido "un poco fraile".

entós susurrante
17 de noviembre de 2009 a las 15:09


Expreso mi felicitación a la comunidad de San Pablo y San Gregorio por llevar adelante esta iniciativa (enhorabuena a Fr. Xabier por impulsarla) que, aún sin leer el comentario de uno de los “beneficiados”, se muestra especialmente generosa y enriquecedora para los que se han acogido a ella (también a estos hay que felicitarlos, pues podían no haber aprovechado la invitación). Es estupenda la oportunidad que se ha dado a quien ha querido hacerse eco de esa jornada de “puertas abiertas” tan especial, donde el visitante ha sido acogido de esa forma tan cordial y desinteresada que recuerda el sentido de la verdadera hospitalidad, ese acto sincero de corazón donde reconocemos en el otro un miembro de nuestra comunidad humana, un Hermano (¿no es universal el sentido de la palabra “hermano”? Yo creo que en la mayoría de las culturas…, así que puede utilizarse sin miedo a prejuicios de intelectuales “curtidos”).
El “despliegue” de las semillas que se han plantado en esa convivencia va a ser inmenso y ya se ve que están empezando a germinar. No hay prisa, les queda toda la vida a las personas que acudieron a esa invitación, pues no me refiero sólo al efecto inmediato (que lo hay, ¡cómo no!) del “impacto” que tiene que suponer ver “en directo” y compartir la jornada con esa comunidad tan estupenda. Lo más importante es la consecuencia (y esta, sin duda, no tiene “caducidad”) de haber observado, escuchado, conversado y convivido con esas personas tan especiales por el tipo de vida elegido, en cuyo fundamento está la coherencia con el Mensaje de entrega total, de inmersión absoluta en la Vida y de responsabilidad amorosa completa, desde donde se puede entender cualquier explicación, cualquier argumento, cualquier respuesta a esas preguntas tan “humanas” que pueden producirnos incertidumbre, desazón, inseguridad… No me extraña que el regreso de “los visitantes” a sus lugares de procedencia se produjera con otra disposición de ánimo y que se exteriorizara, como testimonian, en el sentimiento de cercanía y fraternidad entre ellos. Efectivamente, no volvían igual, “sus alforjas” iban repletas de experiencias y modelos de vida de los que podrán disfrutar siempre, porque ya siempre estarán con ellos. ¿Quién no querría “renovarse” aceptando una invitación tan generosa? Enhorabuena a todos.

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