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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
Sobre el autor

14
Oct
2016

Un mingitorio reflexivo

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No, no están esperando para entrar al baño. O al menos no por las razones por las que estamos acostumbrados a esperar.
En el museo Guggenheim, de Nueva York, la obra estrella de la temporada es el váter de oro de Maurizio Cattelan, que lleva por título “America”. El artista ha sustituido uno de los váteres normales del museo por uno de oro al que solo pueden acceder, según se nos dice en la página web, un 1%, porque es un váter normal, aunque sea de oro, y en él se hace lo que se hace en los váteres, cosa que suele llevar su tiempo. No es una obra destinada a ser contemplada, sino a tener “una intimidad sin precedentes con la obra de arte”… y muchas más cosas que pueden glosarla.

 

 

 


No me interesa la obra en sí, sino la experiencia artística. Para entrar a ver/usar el baño se forman unas colas casi kilométricas… y eso que, más o menos a los 10 metros del comienzo, un cartel advierte de que el tiempo de espera es de unas ¡2 horas! No solo es la espera, sino que no olvidemos que se trata de un váter, ubicado en un servicio pequeño, sin ventilación… Y el que va detrás ya sabe que lo que le espera no va a ser precisamente odorífero… y ojalá solo sea eso. Cada vez que alguien sale, miles de ojos se fijan en la persona que abandona el santuario, clavados en el privilegiado que ha tenido acceso a lo que a las masas les ha sido vedado (hay más inodoros de loza en el museo, pero no son ese). Es una ocasión única de usar una obra de arte… Cuántas cosas y cuántas penalidades pasa uno por amor al arte.
En fin. A mí me ha dado mucho que pensar. Sobre todo por cómo los asiduos a los museos se han vuelto peregrinos de un mundo en el que se busca desesperadamente un sentido y una suerte de salvación secular, al tiempo que se miran con una cierta condescendencia, cuando no con abierto desdén, las prácticas religiosas. Sobre esto hay mucho que decir, y en ello estoy... Cuando, próximamente, la intelligentsia, como es ritual, critique el belén navideño por razones religiosas, imaginaré que algunos de ellos harán o harían encantados cola en el mingitorio del Guggenheim.

 

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