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Sixto Castro Rodríguez, OP

de Sixto Castro Rodríguez, OP
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25
Mar
2013
Necesidades metafísicas
3 comentarios

Esta mañana hablaba con una alumna que estudia latín y que, cuando le pregunté qué iba a hacer el año que viene, me dijo: bailar. Buena respuesta, a fe mía. ¿Qué mundo es este en el que alguien que estudia latín y quiere bailar parece que queda fuera por necesidad? El mundo es así, nos dicen algunos, invistiendo ese “es” de una suerte de necesidad metafísica que no sé muy bien qué filósofo se hubiese atrevido a defender. No sólo “es” así, sino que no habría podido ser de otro modo, dicen. Lo que hay es lo que necesariamente ha de haber (algo así afirmaba Schopenhauer, pero le costó unas cuantas páginas fundamentarlo y aún así, quedan bastantes puntos oscuros). Esta especie de fatalismo que condena al mundo a ser de una determinada manera en la que el latín no sirve para nada, en la que una buena parte de la población pasa hambre mientras otra se forra a su costa, en la que si uno quiere comer de su baile alguien (importante) tiene que determinar si vale (aunque no valga), en fin… Una de las cosas que la filosofía contemporánea ha rescatado (sí, rescatado, no inventado) es la idea de que hay muchos mundos posibles, contingentes, sin carácter de necesidad metafísica (los medievales le aplicaban eso a Dios, luego el mundo que hay o los mundos que pueda haber no tienen, ninguno, ese carácter de necesidad). ¿No se han dado cuenta de que todas las medidas económicas que se han tomado últimamente son presentadas como "necesarias"? Para un filósofo eso suena raro, pero claro, para un filósofo... Si el mundo puede, por naturaleza y por derecho propio, ser de otra manera, ¿por qué no se puede vivir de estudiar a Cicerón y de bailar, de construir máquinas y de cantar por las calles? Todo es posible porque nada de este mundo es necesario (¿te das cuenta de qué libertad tan enorme cabía en la mente de Tomás de Aquino y de Escoto, por citar un par de ellos? Da que pensar).

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14
Mar
2013
Espera un poco, hombre
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Aún está caliente la elección del papa y ya ha empezado la carrera destripadora. No sé si tiene familia, pero espero que se ponga a buen recaudo, porque la avidez de detalles que parece haberse instalado en el imaginario colectivo no se va a saciar fácilmente, y van a perseguir a sus allegados, amigos y a mirar con lupa su pasado para contar cosas. Acaba de convertirse en hecho informativo cualquier cosa que tenga la menor relación con él. No habían pasado 5 minutos de la elección y ya las redes sociales estaban llenas de fotos, a favor y en contra. O bien besando los pies de un niño o bien de la mano de Videla. Ya hablé hace poco de la profunda desconfianza que me inspiran las imágenes, que no valen más que mil palabras, qué va, sólo tienen una eficacia psicagógica mayor, que decía Platón, hasta que uno las pone en su sitio. Dame la imagen y déjame pensar, por Dios, no me pidas que salga como un toro del toril sin saber muy bien hacia dónde. A los 10 minutos unos alababan su humildad por elegir el nombre de Francisco y otros le acusaban de soberbio por lo mismo. Tengo un amigo que se sometió a una evaluación “científico-académica” y, basándose en el mismo hecho (el mismo), un miembro del tribunal le puso la máxima puntuación y otro la mínima. Para uno su currículum era impresionante porque tenía una enorme amplitud de miras. Para otro, ese mismo hecho merecía un cero: era simplemente dispersión. En fin, como alguien quiera contentar a todos seguramente perderá su alma.
También les toca esta carrera a los jesuitas, de refilón. Unos los elevan a las alturas elíseas y otros los ponen como la fuerza más oscura de la historia. También tendrán, seguramente, que ir preparando una cierta actitud de distancia hacia las presiones de lo que se dice, se cuenta y se comenta. Ayer mismo le escribí a un amigo jesuita para felicitarle por la elección, y me contestó la cosa más sensata: sólo sé que es argentino, y no sé nada más. Recemos por él. Es lo más sensato que se puede decir, y esas fueron las primeras palabras de Francisco. ¿El de Asís, el de Javier, el de Sales? Quizá todos y quizá ninguno.

 

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9
Mar
2013
Pero ¿este es cura?
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Hace un par de días asistí a una suerte de cinefórum sobre la película “Million Dollar Baby”. El conferenciante, amigo para más señas, comenzó su charla advirtiendo que sus argumentos iban a girar en torno la defensa de la vida desde el momento de la concepción hasta el último instante de la misma y advirtió, no sin ironía, que si alguien quería, en ese momento, abandonar la sala, era libre de hacerlo. Y digo que no sin ironía porque hará dos o tres años, el tema fue el aborto y varias personas salieron dando portazos de la sala. Y no porque sus argumentos (del conferenciante) no fuesen sólidos, que lo eran y lo fueron de nuevo en esta última sesión, sino porque no estaban dispuestos a escucharlos. En esta de hace un par de días, hizo una magnífica argumentación del falso dilema que supone tener que elegir entre eutanasia y distanasia y cómo era necesario explorar el nuevo curso de acción que se había abierto una vez desenmascarada esa falacia, a saber, los cuidados paliativos (sé que en esto concordará alguien que me lee). Sin proponer fórmulas mágicas que cubran todos los casos (¡claro que hay casos difíciles que ponen a prueba cualquier argumentación ética!), defendió que la carga de la prueba no tiene que llevarla quien quiere seguir viviendo, que es lo que parece desprenderse de ciertos discursos. Obviamente me estoy dejando muchos elementos de su espléndida charla por el camino. Trato de compartir la idea de que se puede ser racional defendiendo cosas que no comulgan seguramente con las ideas más populares que, en ocasiones, son menos “racionales” desde el punto de vista argumentativo. Alguien preguntó (no podía ser de otro modo) si el conferenciante era cura. No, no era el caso. Algo semejante sucede cuando alguno de mis alumnos lee a Plotino…, que también piensa que un poco cura ha de ser. Pues no. Y razón tenía, tanta que sigue influyendo con una fuerza inopinada.

 

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4
Mar
2013
La confianza cotidiana
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¿Qué hace? Sobre todo que nos pasen desapercibidas cosas que para otros podrían resultar sorprendentes. Acabo de darme cuenta de que estamos en marzo… Bueno, en realidad de eso ya me di cuenta hace unos días, creo, pero he ido a quitar la hoja de febrero del calendario de la universidad y me ha “sobresaltado” ver que la imagen que la preside es el Santo Domingo sedente y lector de fray Angélico, quizá la imagen más popular del santo. Y precisamente porque en cualquier convento (y casi en cualquier celda) de frailes y monjas está este Santo Domingo, ni me había dado cuenta de que ha estado un mes entero presidiendo mi mesa, en el calendario de la universidad. Se debe a que se conmemoran 800 años de la fundación de la universidad de Palencia, a la que acudió Santo Domingo, pero para mí sólo era Santo Domingo, no Palencia lo que reflejaba el calendario. Y así, lo que a otros les podría, quizá, haber chocado, la imagen que quizá algún profesor de la universidad haya visto por primera vez en su vida (y supongo que con deleite, tal es su belleza), a mí me ha resultado lo más familiar, cotidiano y corriente y sólo hoy me he dado cuenta de que estaba ahí por otra razón que la cotidianidad.
En realidad hoy iba a escribir sobre la confianza, después de haber visto este espléndido vídeo que me han hecho llegar, en el que casi lo de menos es la habilidad, preparación física o sofisticación de las piruetas. El 99% de la cosa es la confianza al 100%. No cabe margen de error en la confianza. O te fías o no sale… Al final me parece que al hablar del Santo Domingo que ha estado presente en la ausencia (o a la inversa), he escrito precisamente de lo mismo de lo que trata el vídeo. En esta época de la sospecha institucionalizada, la confianza cotiza a la baja, pero sin ella no se hace nada que merezca la pena.
 

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22
Feb
2013
La imagen de la (¿mala?) educación
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No, no voy a hablar del Papa, de por qué renunció o dejó de renunciar. Las tertulias están saturadas de informaciones, algunas de las cuales son más falsas (eso me dice mi sexto sentido) que el beso de Judas. De hecho, el otro día, en un programa nocturno de radio, el locutor leía una supuesta carta al Papa del general de los jesuitas que quizá despiste a un marciano, pero a cualquiera de este planeta le suena rarísima, tanto en el tono como en el contenido. Parece ser que procede del Vatileaks, donde me da la impresión que junto a lo que se haya podido filtrar procedente del Vaticano, se han agregado todo tipo de cosas para hacer un regalo más atractivo para los amantes de la conspiración, el Código Da Vinci y demás misterios de esos que tan seductores nos resultan.
El otro día me llegó un vídeo que, en estos momentos de interpretaciones apocalípticas, adquiría una cierta significación. El Papa visita Alemania y buena parte de los cardenales y arzobispos “pasan olímpicamente” de él. La verdad es que me chocó al principio. ¿Cómo puede ser esto? Nadie haría eso en el Vaticano. Nadie, por mucho que lo desease en su fuero interno. pero de tan extraño que es (parece una gran muestra de mala educación), acaba por aparecer creíble en este momento en que hay que buscar desgarros internos en la Iglesia para poder “comprender” (reducir a una única explicación, a una única causa en la que encaje el hecho) la renuncia del Papa. Pero hete aquí que de repente aparece el secretario personal del Papa… que le saluda casi de pasada y mirando para otro lado. Y entonces uno comprende que el titular del vídeo le induce a ver lo que no es. Parece ser que el Papa, en vez de tender la mano para saludar, la tiende para presentar a los obispos y cardenales. Eso es todo, pero la clave de bóveda, el elemento interpretativo robusto que acaba con la interpretación “conspirativa” es, en este caso, el secretario, que acaba por mostrar que la interpretación de las imágenes en términos de “ataque” no se sostiene. De nuevo, es lo que tienen las imágenes, que valen más que mil palabras, sí, pero son y no son al mismo tiempo, son fantasmas que acaban por obedecer al mejor postor, como ya denunció Platón hace más de dos milenios. ahora bien, no niego que como argumento para vender periódicos, es mejor entenderlas en términos de guerra. Vende más y de eso es de lo que se trata en este mundo, ¿no?
 

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16
Feb
2013
El meteorito y Benedicto
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Mientras un asteroide al que se le venía siguiendo de cerca y había generado un cierto renacimiento de miedos casi milenaristas (según dicen) pasa de largo como si tal cosa, nos cae un meteorito del que, al parecer, nadie tenía más que una idea de su posibilidad. Cuanto todo el mundo tenía ya preparados los obituarios de Benedicto XVI, va el hombre y renuncia…, algo tan inesperado como el meteorito o más, si cabe. Los medios se apresuran a cambiar los titulares y básicamente la información que acompaña al bombazo, cabe presumir, es la que hubiera aparecido el día de su muerte. Benedicto XVI quizá sea el único personaje de tal relevancia que va a poder leer en vida, si le interesa, lo que los medios de comunicación estaban prestos a decir el día de su óbito. Pero supongo que eso no tendrá demasiada relevancia. Ciertamente, es un bombazo informativo… que está previsto en el derecho canónico, que no es una disciplina que se caracterice precisamente por tener las habilidades mánticas de Diotima de Mantinea. Yo no soy capaz de forjarme una imagen rápida, de consumo inmediato, de lo que ha supuesto el pontificado de este Papa. No tengo ni conocimientos, ni medios, ni tiempo y a la luz de lo que he escuchado y leído estos días parece que más que de una persona se hablaba de cientos de ellas, tan contradictorios eran los análisis rápidos de unos y otros. Pero, uy, el impacto mediático, que se dice, ha bajado en picado y habrá que encontrar un giro en la historia para que vuelva a interesar. De momento está asegurada la continuidad de la noticia en el cónclave, pero este también va a requerir giros espectaculares para que la noticia, en cuanto tal, mantenga la atención del gran público. Lean, si no, los periódicos para ver que lo que hace quince días iba a cambiar la faz de la tierra se ha quedado en el parto de los montes, al menos si juzgamos por las columnas que ocupa en las portadas. Caerán más meteoritos inesperados, seguro. Pero, ¿por qué nos habría de interesar lo que es noticia en estas cosas? Hay mucho que no lo es y es de infinitamente mayor interés. A fe mía.

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6
Feb
2013
La presencia
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He visto la película “The artist is present” sobre la performance homónima de Marina Abramovic en el MOMA y que tanto ha dado que hablar en los periódicos. Hay algo conmovedor en ella. Cada quien va allá esperando algo distinto y ciertamente Abramovic se define a sí misma como un imán, una especie de catalizador que hace que las cosas ocurran. Lo principal es la presencia de esta artista, sentada en una sala de MOMA, frente a la cual se van sentando gentes a lo largo de varios meses. Sólo se miran. Independientemente del debate de si o por qué esto es arte, que cada vez, lejos de periclitado, considero más jugoso, no hay duda de que hay algo en este hecho sencillo de mirarse a los ojos. ¿Cuándo lo hemos hecho por última vez? Sólo los niños y los enamorados mantienen la mirada de un modo que va más allá cualquier sensación de ofensa o daño. Sin duda, en “The artist is present” hay mucho de puesta en escena: el MOMA es lo más alto a lo que puede aspirar un artista vivo, y la institución reclama sus diezmos para el espectáculo y el negocio, pero está claro que la artista ha captado algo de la naturaleza humana, un cierto anhelo que las religiones cubren para una parte de la población, y quizá lo hicieron para la mayor parte en otra época. Su performance es una suerte de confesión muda, de conversión del otro en referente absoluto, al menos durante unos instantes. Pero en nuestra época, tras tanto proceso secularizador, sospecho que buena parte de la gente ni siquiera relaciona lo religioso con esa tarea de purificación, purgación, re-ligación, curación y salvación. Para muchos, religión equivale a dogma, solo dogma extrínseco a la vida, y buscan en el arte una instancia que dé cobijo a esos anhelos. ¿Cómo hacer para volver a hacer sentir la presencia de lo cristiano en ese terreno que hemos o nos ha abandonado? Da que pensar. Y mucho.

 

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25
Ene
2013
Zumos presocráticos
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El otro día, al tratar un tema que, colateralmente, tocaba algunos aspectos religiosos, una de mis alumnas definió el cristianismo como ?y no es literal? una religión en la que cuanto más sufrimiento haya mejor, o algo por el estilo. Otra calificaba de morbosas esas prácticas de religiosidad popular de besar, tocar o venerar imágenes de yacentes o Cristos sufrientes. Ciertamente, el tema daba de sí, y de haber seguido el debate más allá de lo que posibilita la estructura de una clase aún estaríamos hablando sobre un enorme montón de cosas que ayudan a comprender y situar todo este tipo de cosas. En todo caso, lo que me llamó la atención es esa concepción de lo cristiano como una búsqueda del sufrimiento por el sufrimiento que, sin duda, divulgan algunos cristianos, pero sospecho que difícilmente se puede considerar parte del núcleo duro, por así decir, de lo cristiano. Que el sufrimiento (en alguna de sus múltiples formas) es inevitable parece claro. Que dentro de una forma de vida, un cuerpo de creencias, un conjunto de prácticas y unas actitudes vitales se le otorgue un sentido no significa ni que se lo alabe, ni que se lo busque ni que se lo desee, ni siquiera que se le pueda encontrar una utilidad inmediata, como la que tiene un interruptor que produce un efecto automático. Que se lo integre dentro de una imagen del mundo global, como Job o el mismo Jesús, no significa que sea amado ni buscado. Sí, esto requeriría días para exprimirse las meninges, pero a veces nos domina el pensamiento en 140 caracteres que, si bien, es a lo que pueden reducirse muchos de los dicta de los presocráticos, para que tuviesen fuerza, efecto y sentido, tuvo que existir un Platón, un Aristóteles, un Heidegger… que los exprimieron. Pero sospecho que hoy no tenemos tiempo para hacer zumos… (Y esa es otra de las razones por las que insisto en que no se tome demasiado en serio lo que aquí escribo).

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16
Ene
2013
Traducir las cosas
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Esta tarde leía en uno de esos culturales una reseña sobre un CD de música, en la que el crítico hablaba de que una pieza “había sido defendida” por no sé quién en un registro anterior. Este lenguaje polémico me sonó rarísimo, más a fútbol que a música, más incluso que a guerra. Otro decía que no sé quién había “traducido” tal pieza y eso me sonó mejor. Traducir, como tocar, es interpretar. Ahora tengo entre manos una traducción bien densa y espesa. Consulto otras versiones en castellano de la misma (no hay muchas, pero sí en otras lenguas) para iluminar los pasajes difíciles y veo que, quizá porque son difíciles y un tanto oscuros, quizá muy dependientes de usos de una época, cada versión ha dado una solución diferente… a veces contradiciéndose unas a otras. Donde una afirma, la otra niega, porque el original hace dudar hasta a los hablantes nativos de esa lengua. Traducir, obviamente, implica interpretar y a veces, por descuido, se le puede hacer decir al autor cosas muy raras. Si, además, el autor cita en otras lenguas, y uno se ve obligado a acudir a traductores de esas lenguas que ya pasaron a mejor vida, verá que, casi sin excepción, las diferencias son enormes. Pero supongo que eso no implica que siempre se pierda algo en la traducción. En ocasiones se gana. Cuántas películas (por no meterme en camisas de once varas) han ganado en su título o en sus frases célebres al verterse al castellano. Pues bien, seguir ciertos modelos de vida, creo, supone traducirlos, interpretarlos y, por ello, existe la posibilidad de errar por completo, pero también de añadir una espléndida página a la historia de ese texto vital. Es cosa de cada quien.

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13
Ene
2013
Rock añejo
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No sé por qué me ha dado hoy por sacar del baúl la música de un rockero de antaño, de allá por los 80-90, y que, gracias a Dios, sigue en activo. Cuando me preguntan qué música “moderna” me gusta suelo dar el nombre de este tipo y obviamente me miran con una cara parecida al que dice que del último cine le gustan los hermanos Lumiere. (como si lo estrictamente contemporáneo tuviese, ipso facto, un valor del que carece lo añejo). La cosa es que me he sorprendido a mí mismo tarareando unas cuantas canciones, porque me sabía buena parte de las letras y, la verdad, me ha alegrado la tarde. Este hecho de trasladarme, por esa potencia peculiar de la música, más de veinte años atrás me ha puesto delante otro suceso que encaja bien con el día de hoy, el bautismo en el Jordán. Un exalumno mío, ahora amigo, me dijo hace unos días que se va a bautizar este año. La verdad es que me sorprendió no que se fuese a bautizar, sino que no estuviese bautizado desde su tierna infancia.  Cuando hablábamos, incluso de sus intervenciones en clase, se ve que inferí, equivocadamente, que era “cristiano viejo”. Pero no. Es “cristiano nuevo”, científico, emparejado, trabajador y muchas cosas más, como buena parte de los jóvenes de hoy. Tal cosa, como la música del rockero, me ha puesto también delante algo de lo que me sé la melodía, aunque a veces me conviene y agradezco que alguien o algo me haga desempolvarla.

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