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Feb2023La madre de Stallone
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En una película de Stallone, este, que interpreta a una suerte de policía, se entera de que el malo de turno va a soltar a todos los encarcelados, a los que, como era de esperar, él no les gusta, porque supuestamente él los empapeló a todos. Y Stallone comenta algo así: a estos tipos no les gustan ni sus propias madres. Se trata de una película de los 90. En aquella época se daba por sentado que la relación entre madres e hijos, en ambas direcciones, era un modelo de lo que tenía que ser una relación humana. Es evidente que eso no significa que madres e hijos no nos tiremos o hayamos tirado metafóricamente de los pelos ni que no haya o haya habido hijos y madres desnortados. Pero esa relación, que también en nuestra época pasa por construcción social –ay, la biología–, tiene algo de modélico, de “espejo de príncipes”. O al menos así lo pensaban en los 90. Y así lo piensa google cuando uno busca entre sus fotos una que responda al comando "madre". A la mente me viene otra película de esa época en la que el héroe violenta a una madre heroinómana para que deje su adicción y le regala los oídos con la frase, que se me ha quedado grabada desde entonces, “madre es el nombre que los labios y los corazones de los niños dan a Dios”. Se ve que los 90 estaban dominados por una ideología perversa, a diferencia de la nuestra, en la que accedemos directamente a lo nouménico sin gafas de aumento.
Sin duda estamos asistiendo a un cambio antropológico fundamental. Se ve en las últimas leyes que se han aprobado en España, que ni siquiera habrían sido pensables si no hubiese un humus medianamente propicio. Se ve también en esa recurrencia con que aparecen en la prensa madres de arrepienten de su maternidad, que se quejan de haber tenido hijos, que consideran que su vida ha sido destrozada por esa elección o esa imposición, e invitan a las parejas a no tener descendencia, recurriendo a diversas razones más o menos filosóficas. Supongo que muchas madres de los 90 habrán pensado en más de una ocasión: quién me mandaría meterme en ese fregado de la maternidad. Pero no es lo mismo. Hay un cambio global de esquemas. Hay que seguir a las madres para enterarse de por dónde va la cosa.