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A vueltas con lo irracional
3 comentariosHace un par de días leía en un periódico que no suelo leer –casualidades de la vida– el texto de un escritor en el que este repetía algo que se viene diciendo como una especie de mantra que, a fuerza de repetirse, como decían aquellos que tan bien sabían manejar la propaganda, puede acabar convirtiéndose en una verdad (contingente, con minúscula), a saber, aquello de que la religión es un insulto a la inteligencia, irracional y esas cosas que se suelen meter en el paquete de proferencias de esta suerte. Y uno se plantea qué entiende por racionalidad quien aquello escribe. La política se supone que es racional, al igual que se cree que lo es el arte, la ética, la filosofía en general, el urbanismo, la cosmética, la impresión de libros, la música, el modo de descolgar el teléfono… Y usted me dirá que no se refería a eso. Bueno, hombre de Dios, haberlo dicho desde el principio, que entonces es posible que lo que usted quisiera dar a entender y lo que yo puedo intuir estén más cerca de lo que ambos pensamos. Pero, y aquí está la clave, resulta que a resultas (valga la cosa) de estos escritos, va calando en la opinión un cierto modo hiperreduccionista de comprender la realidad. Y al final, los reduccionismos que basan todo en una causa perfectamente medible y determinable suelen generar modos de pensamiento un tanto peligrosos. De eso no está libre nadie, y menos quien tiene absolutamente claro qué es lo racional (y por tanto lo claramente irracional) en el obrar humano.