El otro día, paseando (o trasladándome, que no es lo mismo) por Madrid pude observar la iluminación navideña de la ciudad, … que es terrorífica (al menos la que vi). No se trata de que sea hortera y horrenda (creo que hay un importante artista detrás de esa chorrada de líneas horizontales o verticales, según se mire, o de corazoncitos, por otras partes), sino de que evidencia una pérdida de referentes preocupante. Antes (y aquí en Polonia, donde estoy en este momento se ve) uno entraba en una ciudad y, teniendo ciertas referencias culturales, podía hacerse una idea de en qué época del año estaba simplemente viendo la decoración. Lo que han perpetrado este año en Madrid (o al menos enla Plazade España) es un monumento a la corrección política (¿quién podrá sentirse herido por la verticalidad? ¿Y por la corazonez? ¿Y si digo que yo? ¿Me mandarán a galeras?) que hace que nos resuenen las tripas estéticas. ¿Celebramos la navidad? Las celebraciones siempre son intencionales: se celebra “algo”, y si se pierde la referencia, el contenido, el correlato noemático (que dirían los fenomenólogos), las celebraciones son un conjunto de actos vacíos idénticos a sí mismos. Y así resulta que no hay diferencia entre celebrar la navidad, San José, la constitución, la parrala o salir un sábado por la noche. Todo queda reducido al epíteto de fiesta. Y una fiesta sin complemente (fiesta de…) se puede convertir (se ha convertido) en la fiesta de la verticalidad y horizontalidad o la bobada que quieran dar a entender esas luces de la verbena madrileña. ¿Por qué es más neutral la verticalidad que un ángel tocando una trompeta? ¿Porque no representa nada? Échale un vistazo al cuadrado negro sobre fondo blanco de Malévich y cuando sepas qué representa me dices si eso es neutral. Al cuerno con la verticalidad. Vivan los angelotes trompeteros.
de Sixto Castro Rodríguez, OP
Es doctor en filosofía y bachiller en teología, además de titulado en órgano. Trabaja como profesor de estética y teoría de las artes y de teodicea.