He visto en la prensa que le han dado el premio Templeton a Francisco Ayala, exdominico y toda una autoridad en el campo dela ciencia. Entodos los medios, la pregunta: ¿es usted creyente? Y la respuesta sabia de Ayala es más o menos (educadamente) un “a ti qué te importa”, porque esa pregunta no suele estar interesada en el contenido de la respuesta, sino en la respuesta en cuanto tal para clasificar al individuo. Al igual que Bourdieu mostró que el gusto nos clasifica (por eso yo sólo digo a la gente a la que quiero qué cosas me gustan y qué no, porque sé que, antes de que se lo diga ya saben cómo soy o intento ser), las creencias también, de modo que en los foros impersonales, como suelen ser las entrevistas de prensa o las conferencias, hay cuestiones que están fuera de lugar. Pero bueno, como todo, esto es discutible.
Lo que me ha llamado la atención son las diversas lecturas que se han hecho de este hecho, valgala redundancia. Enunos periódicos se ve con normalidad. En otro a algunos les hace hiel el alma la mera existencia de este premio, que consideran que, dada la implicación, en el grado que sea, dela Academia Nacionalde Ciencias Americana en su concesión, “desprestigia” la ciencia… Los comentarios que hacen en ese medio me suenan a lo que debió de ser la caza de brujas en sus mejores épocas: es injusto, inválido, e ilícito que alguien pueda pensar distinto que yo. Y curiosamente, para decir eso, apelan a una serie de valores no precisamente científicos, sino, quizá éticos que, por mucho que nos pongamos, después de siglos de darle vueltas, sabemos que no se derivan de ningún hecho que la ciencia pueda esgrimir. Así pues, a mí me parece excelente que le den ese premio a Ayala o que se lo den a quien les déla gana. Delmismo modo que me parecerá excelente, o no me parecerá nada, que den un premio a quien se manifieste en sentido contrario. Sin embargo, me da que pensar la virulencia con que los lectores más “progresistas” (aún hoy sigo sin saber qué es eso y por qué se ha vuelto sinónimo de bueno) han recibido esta concesión.
de Sixto Castro Rodríguez, OP
Es doctor en filosofía y bachiller en teología, además de titulado en órgano. Trabaja como profesor de estética y teoría de las artes y de teodicea.