Jul
Cabe la posibilidad
0 comentariosEstaba viendo la noticia de que a Ayala le han dado otro doctorado honoris causa. Sin querer, porque no lo suelo hacer, he echado un vistazo, al llevar hasta abajo la página del periódico, a los comentarios y ya he visto que se ha montado esa cosa rara que supuestamente no debería suceder en un país al que a nadie le importa lo religioso. Tirios y troyanos se lanzan sus dardos sobre si la religión esto o lo otro... Afirmaciones categóricas sin mucho respaldo (no he leído más que unas pocas, confieso), y sin embargo uno percibe que las destructivas tienen una especie de fuerza que les sale de dentro. Parece que construir es más difícil, uno siempre anda como a tientas, con una cierta inseguridad, pero pontificar es fácil. Ayer mismo, en un sitio en el que me tocó comer, había en la mesa de al lado un señor que hablaba sobre la noción de persona y de ciudadano con una seguridad que a mí me aterrorizaba. No sé si se daba cuenta de las consecuencias de lo que decía, pero eran bastante peligrosas, a mi modo de ver. Mas gritaba mucho, eso sí, con mucha seriedad, e insultando por el camino a unos cuantos de sus antagonistas, que eso parece que, pragmáticamente, refuerza los argumentos. No sé. Cosas de la retórica.
El otro día, Timothy, en la charla a la que dio en Madrid a la que me referí (creo), decía que los frailes nunca decían tonterías en los capítulos. Entiéndase lo que quería decir: podían estar equivocados, usar una lógica errónea, estar mal informados, pero lo que decían siempre era digno de ser escuchado. Esto, obviamente, abre la idea de verdad a una perspectiva ética, lo cual es bien interesante, sobre todo hoy, donde la verdad, que supuestamente no existe (cosas de la postmodernidad), se nos lanza desde casi infinitas atalayas. A mí me gusta escuchar a la gente que habla y escucha y le dice al otro que quizá tenga razón, que tiene parte de razón, pero…, que a lo mejor se pueden ver las cosas de otro modo... No sé, me gusta escuchar a la gente que cree que tiene gente delante, a las personas que hablan con personas, y no suelo gustar de escuchar a los que tratan a las personas como sillas, a las que no se concede más ser que su ser útiles, en este caso, útiles del propio monólogo. Cabe la posibilidad de que esas afirmaciones que empiezan por “todo el mundo” sabe e incluyen algún insulto o exabrupto por el medio no sean del todo verdad. Cabe, cabe…